Viernes Santo: La Pasión de Cristo

Viernes Santo: La Pasión de Cristo

Este viernes, a partir de las 19 horas en la SI Catedral y presidida por nuestro Obispo, Monseñor don Ernesto Brotóns, se celebra en la SI Catedral la Pasión de Cristo. Por la mañana, en las iglesias, se procede al Oficio de Lectura y Laudes y, por la tarde, la Eucaristía, que debe celebrarse siempre después del mediodía, pero nunca después de las nueve de la noche. Es un día de meditación y oración, penitencia, y se simboliza en la abstinencia y el ayuno.

La adoración de la cruz es el elemento fundamental.

El color de las vestiduras litúrgicas es el rojo.

  • La Pasión del Señor es proclamada en la Liturgia de la Palabra, como profecía en el cuarto cántico del Siervo de Yahvé (Is 52,13-53,12), como obediencia del Hijo al Padre (Hb 4,14-16, 5,7-9) y llega a su culmen en la Pasión según San Juan en la que Jesús aparece exaltado sobre la Cruz a la vez de Cordero inmolado y Rey de las naciones.
  • La Pasión invocada en las oraciones solemnes en las que la Iglesia intercede por el mundo al que su Señor ha redimido con su muerte de Cruz.
  • Pasión venerada en la solemne adoración de la Cruz que es presentada como el árbol de la vida y su adoración como un signo de amor y de gratitud. Es el beso de la Iglesia Esposa a su Divino Esposo que ha dado la vida por ella en la Cruz. Mientras se cantan los antiguos textos de la liturgia romana y oriental: Pueblo mío ¿Qué te he hecho? tu Cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos.
  • Pasión comulgada con la Eucaristía de ayer solemnemente reservada. Entramos así en el misterio mediante la unión sacramental con el cuerpo entregado por nosotros, con la sangre derramada para nuestra salvación.

Siguiendo una antiquísima tradición, no se celebra la Eucaristía. Cristo crucificado es el centro de la liturgia de hoy y la celebración de la Pasión del Señor se desarrolla con la liturgia de la Palabra, la adoración de la Cruz y la sagrada Comunión. Antes de la adoración de la Cruz, la oración universal, que expresa el valor universal de la Pasión de Cristo, clavado en la Cruz para la salvación de todo el mundo.

Terminada la celebración, se despoja el altar, dejando la cruz con cuatro candelabros y se dispone un lugar adecuado, a fin de que los fieles puedan adorarla y permanecer en oración y meditación.

Tampoco se celebra este día ningún otro sacramento, a excepción de la penitencia y de la unción de los enfermos. Las exequias han de celebrarse sin canto, sin órgano y sin tocar las campanas.

Terminada la distribución de la comunión, el copón se lleva a un lugar preparado fuera de la iglesia.

El color de las vestiduras litúrgicas es el rojo.