13 Sep Un nuevo curso pastoral comienza el sábado en el Seminario
El sábado día 17 de septiembre se pondrá en marcha el nuevo curso pastoral con un encuentro en el Seminario que comenzará a las diez y media de la mañana y que contará con la participación de los arciprestes y de los delegados y directores y consiliarios de los secretariados diocesanos.
En un primer momento, tras la oración inicial y el saludo del señor obispo, se presentarán los objetivos que el plan pastoral diocesano “Hacia una parroquia evangelizadora en clave de sinodalidad”, prevé para este curso 2022-2023 bajo el lema: La parroquia Casa de la comunidad. Será un momento para señalar juntos las iniciativas que deben contar con mayor esfuerzo por parte de la comunidad diocesana. Se concluirá con la celebración de la eucaristía del Espíritu Santo, en la iglesia de San Nicolás a las doce y media, en la que se realizará el envío de los agentes de pastoral asistentes.
Este acto será un pistoletazo de salida del nuevo curso pastoral, que tendrá otro Inicio relevante en la ordenación Episcopal de don Ernesto. Él mismo ha señalado la conveniencia de comenzar las actividades pastorales cuanto antes, porque no hay que ralentizar el principio de curso. Y que después de su incorporación ya se sumará a la dinámica empezada. Este segundo curso en el que se quiere desarrollar el Plan Pastoral Diocesano se quiere desarrollar la idea de que la parroquia se comprenda como casa de la comunidad. Para ello se contemplan dos objetivos: Potenciar los cauces de comunión e Intensificar la labor de acompañamiento. La parroquia es casa de la comunidad en cuanto que reúne a los hijos de Dios como seguidores de Jesucristo. Poniendo de relieve la necesaria comunión entre todos y la imagen de la Iglesia como cuerpo de Cristo. Lo que da vida, fortalece y unifica a este cuerpo es la caridad. Jesucristo manifestó el amor, que procede de Dios y que se ha de exteriorizar en la vida de sus seguidores. El sacramento que revitaliza este amor es la Eucaristía, sacramento de caridad. Lo que hace percibir a la parroquia como una tarea destinada a la plena comunión nunca lograda de forma plena y siempre necesitada de ejercitarse. Se debe consolidar la pertenencia a esta realidad que refleja el misterio de Jesucristo y que hace a todos los miembros hermanos. Se ha de poner especial empeño en cuidar el acompañamiento, para que todos crezcan en fraternidad y autenticidad. Como una comunidad compuesta por diversos hermanos se ha de velar por la conversión pastoral, buscando que las diversas tareas pongan de manifiesto la realidad de que se desarrolla un anuncio evangélico, comunicar y hacer vida una buena noticia.
A nivel diocesano se han señalado dos objetivos: Potenciar los cauces de comunión en los estamentos diocesanos, sobre todo en los consejos diocesanos y en los organismos de la Curia, revitalizar la vida arciprestal y consolidar o crear los consejos parroquiales. E intensificar la labor de acompañamiento, para que los fieles y especialmente quienes realizan las tareas pastorales encuentren los cauces para ser escuchados, alentados. Además de continuar la labor ya iniciada el año pasado de potenciar la escucha de la Palabra de Dios mediante la Escuela Bíblica diocesana «Lux Mundi» y el cuidado de las celebraciones litúrgicas, y de forma especial en las que se incluye sacramentos de iniciación cristiana. También se quiere revitalizar las estructuras de ayuda de la Iglesia: Cáritas, COF. La vida cristiana es ante todo vida de hermanos, la vida que refleja la enseñanza de Jesús sobre el Padre del cielo que es alentada por el soplo del Espíritu. Son esenciales los cauces de comunión que fortalezcan y pongan de manifiesto la fraternidad. Y como el camio de la comunidad cristiana se realiza en común y todos tienen un papel esencial en su desarrollo. Siempre es necesario potenciar los cauces de comunión y fraternidad en todos los niveles de la vida de la Iglesia. Por eso se pretende crecer como Diócesis desde la revitalización de los organismos diocesanos de comunión. Se ha de fomentar la vida arciprestal y que las parroquias sean verdadera casa de la comunidad que en común celebra y vive su fe en Jesucristo. Un signo de la verdadera fraternidad en la Iglesia es la atención y el cuidado de unos por los otros. La responsabilidad por el hermano de fe es un signo de una comunidad cristiana viva y evangelizadora. Por eso es esencial que todos nos sintamos alentados y acompañados. De forma especial quienes tienen una responsabilidad en la labor pastoral han de sentirse acompañados y tener los cauces adecuados para ser escuchados tanto en sus alegrías como en los sinsabores de la misión evangelizadora.