19 Dic Sección Patrimonio de la revista Iglesia en Plasencia: La adoración de los pastores
La noche del 2 de agosto de 2020, la iglesia de San Martín sufrió un importante incendio. Las investigaciones policiales no lograron esclarecer como se inició el siniestro, pero todo apunta al descuido de un grupo de adolescentes que jugaban con gel hidroalcohólico y unos mecheros en la puerta norte del templo. En pocos minutos el hastial comenzó a arder y las llamas se propagaron rápidamente por el interior del edificio. Cuando la iglesia ya había alcanzado una temperatura considerable, estalló el óculo situado a los pies del templo y el humo comenzó a liberarse por ese flanco, hecho que permitió que los daños en el edificio no se hubiesen visto incrementados.
San Martín se vio muy afectada en su interior siendo claramente visible el deterioro en cubiertas, muros, y en el gran tesoro del templo, el retablo mayor. Lamentablemente, tras la restauración del mismo, ha sido imposible recuperar las dos tablas que coronan el cuerpo superior. Estas obras se carbonizaron debido a que el barniz exterior y el óleo habían compactado incrustándose en la madera, hecho que ha impedido su recuperación.
Hoy traemos a este espacio, el comentario de una de estas dos representaciones, la adoración de los pastores, realizada por los maestros flamencos Juan Flores y Jorge de la Rúa.
“…Fueron con presteza y encontraron a María, José y al Niño acostado en un pesebre”. (Lc 2,16)
La composición se resuelve en torno a una diagonal marcada por el pesebre donde descansa el Niño Jesús. A ambos lados, la Virgen y San José contemplan con devoción al recién nacido. Tras ellos, en un segundo plano, encontramos a un grupo de pastores junto al buey y la mula. A la izquierda de la escena principal, observamos un paisaje en el que se narra el anuncio a los pastores. El pasaje se desarrolla en un interior arquitectónico renacentista, ya que el Nuevo Testamento en el s.XVI, se identifica simbólicamente a través de la introducción de la “nueva arquitectura”, frente a la arquitectura medieval que alude al Antiguo Testamento. La Virgen viste túnica roja y manto azul, lleva toca y une sus manos en actitud de oración. San José, postrado en el suelo y cubierto con un amplio manto rojo, abre sus manos y adora al Niño. Tras ellos, uno de los pastores se descubre en ademán de respeto mientras su compañero contempla con admiración al Hijo de Dios.
Mercedes Orantos Sánchez-Rodrigo
Delegada Diocesana de Patrimonio