20 Dic Sección Liturgia de la revista Iglesia en Plasencia: Aspersión
Viene del latín “asperges” haciendo referencia al versículo del salmo 50 “rocíame con el hisopo y quedaré limpio”. La aspersión con el agua es un gesto que nos recuerda el Bautismo. Se realiza al comienzo de la misa en los domingos, especialmente en Pascua, omitiéndose el acto penitencial.
La aspersión es un gesto muy antiguo. Consiste en esparcir o derramar o rociar, normalmente agua, sobre una persona, cosa o lugar, para purificarlo, protegerlo, bendecirlo, exorcizarlo, incluso, en ciertos casos, bautizarlo. En el Antiguo Testamento, Moisés asperjó con sangre el altar y al pueblo para rubricar la Alianza de Dios con Israel (Ex 24,7-8); también se asperjaba con ceniza, echándola sobre la cabeza de la gente (Lam 2,10). En la liturgia cristiana, además de los domingos y del sacramento de la Unción de Enfermos, hay momentos significativos para la aspersión: los muros, la asamblea y el altar en el día de la Dedicación de una iglesia, el féretro y la sepultura del difunto, las palmas el Domingo de Ramos, las casas, los objetivos de devoción, los anillos, las campanas, las cenizas, las imágenes, etc.
Este gesto, que ya se realizaba desde siglos en la Misa solemne del Domingo, hay que realizarlo con toda expresividad ya que renueva en nosotros la gracia recibida el día que nos incorporamos a Cristo y a su Iglesia: El sacerdote se asperja así mismo mientras se canta un canto bautismal, luego a los otros ministros y después a la asamblea recorriendo la nave de la iglesia.
La celebración principal del año, fuente de toda aspersión, es la Vigilia Pascual, celebración de la Resurrección de Cristo, recuerdo de la primera Pascua, recuerdo de las maravillas divinas de la historia de la salvación actualizadas hoy para nuestra salvación: “Por medio de esta agua reaviva en nosotros el recuerdo y la gracia del Bautismo, nuestra primera Pascua”.
Miguel Ángel Ventanas Franco
Delegado de Liturgia y Animación a la oración