Sánchez de Toca: «No hay ninguna expresión ni ningún estilo que no pueda ser reflejo de la belleza de Dios»

El pasado 29 de abril arrancaba el programa Por lo visible a lo Invisible, con la conferencia La paleta de Dios. La Biblia y la fe en el origen del arte y la cultura en Europa, a cargo de don Melchor Sánchez de Toca que concedía una entrevista a Iglesia en Plasencia que reproducimos a continuación.

A sus 55 años, Monseñor Melchor Sánchez de Toca Alameda (Jaca, 15 de septiembre de 1966) casi veinte de ellos los lleva disfrutando como Subsecretario del Consejo Pontificio de la Cultura en Roma. Nos atiende en mitad de su jornada matutina en el Vaticano y nos traslada mucho más de lo que esperábamos de él. Si pensábamos que era un referente en la materia, como ya nos descubrió en la conferencia inaugural del programa Por lo visible al Invisible, nos damos cuenta que nos quedábamos cortos.

–¿Cuál ha sido el contenido de su charla: La Paleta de Dios…

–El contenido fundamental era mostrar cómo la Palabra de Dios, concretada en la Biblia, en la tradición viva de la Iglesia, ha sido fuente de inspiración artística a través de la historia. El título de la conferencia se refiere a una imagen del pintor Marc Chagall, que dice que la Biblia es la paleta en la que los pintores de Occidente han mojado sus pinceles para crear sus cuadros.

–Su experiencia en Plasencia, ¿cómo se sintió? ¿qué percibió tanto de la propia charla como de lo que ha podido conocer de la exposición y del ciclo de conferencias ‘Por lo visible al Invisible?

–El sentido era introducir o presentar la exposición que se inauguró el miércoles 11, y todo lo que gira en torno a ella en la localidad de Plasencia. Me sorprendió un auditorio lleno en una ciudad relativamente pequeña, sabiendo que, a la misma hora, se inauguraba una exposición pictórica a 150 metros de donde estábamos y se presentaba un libro en el Alcázar.
Eso dice mucho de la sensibilidad de los placentinos hacia los grandes temas de la cultura.

–¿Cuál es su trabajo en el dicasterio de Roma?

–Lo que pretendemos es mantener un diálogo con el mundo de la cultura, crear en la Santa Sede un lugar donde la cultura y sus manifestaciones puedan sentirse acogidas También tratamos de mantener el legado del pasado, conservar el Patrimonio de la Iglesia, atender al patrimonio intangible de los pueblos y ahondar en distintos fenómenos como la música o el deporte. En mi caso, estoy encargado también de este último ámbito.

–Cuando Juan Pablo II invitó a Europa a volver a su origen, ¿le invitó a reavivar su raíz cristiana?

–Por supuesto. Lo dijo en 1982 en Santiago con motivo de su visita pastoral a España. “Europa sé tú misma. Aviva Tus Raíces”. Hizo un llamamiento europeísta que luego ha quedado, por desgracia, en saco roto pues las decisiones de la Unión Europea no fueron capaces de reflejarlas.

–¿Por lo visible al Invisible es sugerente para descubrir la Exposición de Las Edades del Hombre como una oportunidad para encontrarse con el Dios de la Revelación?

–Una exposición no puede ser solo juntar imágenes y objetos. Lo fundamental es el hilo que les une. Saint-Exupéry decía que lo esencial es invisible a los ojos. En su Evangelio san Juan dice que “a Dios nadie lo ha visto jamás. El unigénito nos lo ha mostrado”, pero nadie ha visto a Dios. El objetivo último de todo lo que hacemos es llegar a Dios, darle gloria y transmitir la fe. El arte sirve para hacer visible lo invisible. Por eso adornamos las Iglesias. Es tan esencial que la belleza es el punto de partida. Ya lo dice von Balthasar al señalar que en el principio estaba la “imagen encarnada”. El comienzo de todo debería ser mostrar la belleza de Dios y de su resplandor. Como dice la estro fa del Cantar de los Cantares: por eso te aman las doncellas, llévame en pos de ti, corramos.

–¿En el arte actual también está inspirado por la Biblia y la cultura cristiana?

–Hay que decir que la fecundidad de la fe se ha manifestado en distintos estilos y formas dependiendo de la época y el contexto. La Iglesia no está ligada a un estilo artístico determinado sino que la Palabra de Dios ha sido fuente inspiradora de estilos y manifestaciones distintas. Pasa que muchas
corrientes contemporáneas son menos intuitivas, más difíciles de
entender. Por ejemplo, la música dodecafónica. En este sentido, el arte abstracto es más difícil de entender, pero, al mismo tiempo, permite expresar otro tipo de realidades difíciles de expresar como la angustia existencial, el miedo, y otro tipo de emociones o sentimientos. No hay ninguna expresión ni ningún estilo que no pueda, de alguna manera, ser reflejo de la belleza de Dios.

Don Jacinto Núñez Regodón presenta la conferencia junto a Don Melchor Sánchez de Toca.

–¿La belleza a través del arte es el camino más rápido hacia la espiritualidad/evangelización?

–No hay atajos para llegar a Dios. Pero es cierto que para muchas personas de nuestro tiempo que no creen en la Verdad y no confían en el Bien universal, la belleza puede ser un camino para llegar a Dios. Dicho esto, la belleza artística no es la única manifestación de lo bello. En un documen-
to que hicimos hace unos años recordábamos tres grandes manifestaciones de la belleza: el arte, a través de la naturaleza y la vida de algunas personas. Se ha dicho que los dos grandes argumentos de la existencia del cristianismo –y en ello insistió Benedicto XVI– son la belleza de la vida de los Santos y la belleza del arte. Santos como dice el papa Francisco, de la vida cotidiana a través de cuyas virtudes uno quiere ser como ellos. Por otra parte, la belleza del arte no se presenta así como así. sino que hace falta una cierta educación. Por ejemplo, con la Ópera: a una persona joven generalmente no le gusta, no la entiende, pero eso no quiere decir que no sea bella. En algunos casos es cierto que hay obras que se imponen por sí mismas, pero aun así, hay gente incapaz de ver la belleza que contienen. No es lo mismo ver la belleza en un marco que en otro. No es lo mismo ver una obra sacra en una iglesia que en un museo. Hay una cierta similitud con la resurrección, cuando los discípulos no eran capaces de reconocer a Jesús, aunque estaba allí. El defecto está en los ojos del que miran, no en la realidad contemplada.

–¿Es posible un diálogo con la cultura actual para ofrecerle el sentido trascendental que brota de la revelación cristiana?

–No hay ninguna cultura con la que la fe no pueda entrar en contacto. Todo se puede poner al servicio de la fe.

–¿Es necesario en la época actual adaptar la Evangelización al arte?

–El arte siempre ha sido un instrumento de Evangelización. Siempre lo ha sido. Los primeros cristianos pintaban las catacumbas y, tras el Descubrimiento de América, los misioneros usaban imágenes para la catequesis y la evangelización, como el catecismo pictográfico de Pedro de Gante. Las Iglesias de la Edad Media eran auténticos libros para que la
gente, que no sabía leer, pudiera llegar a la fe. Hoy en día hay que adaptar las imágenes a la sensibilidad de nuestros contemporáneos. Es cierto que podemos observar una regresión, una simplificación, con la nueva icono-
grafía que se utiliza a través de dispositivos electrónicos. Se utilizan emoticonos, que, en realidad, empobrecen la expresión artística, pero tenemos que adaptarnos a la nueva realidad