‘Palmera’ y diocesana en lucha contra el incendio que asola su isla

‘Palmera’ y diocesana en lucha contra el incendio que asola su isla

Plasencia es, desde hace varios años, su estación. Religiosa de las Hijas de María Madre de la Iglesia, desarrolla su labor en el colegio Madre Matilde de Plasencia. Sin embargo, en su corazón late el sonido de las Islas Canarias. Nacida en La Palma, asiste desde la distancia al trágico incendio que asola la isla, apenas dos años después del estallido del volcán del que los palmeros apenas se han recuperado.

No puede llevar la manguera ni estar en primera línea de acción, pero desde el primer momento se movilizó con todo lo que puede y tiene. Principalmente la palabra. A través de su blog ha escrito una poesía dedicada a su isla y está solicitando colaboraciones voluntarias puerta a puerta. Porque toda ayuda es bienvenida. Comenta que al hablar con una de sus hermanas cómo había personas mayores que le solicitaban ayuda para comprar entre otras cosas pañales. «Porque habían tenido que desalojar una residencia de ancianos y realojarlos y todo en lo que podamos ayudar es bienvenido. Precisamente, el fuego pasó por delante de la casa de ella, aunque al final no le afectó, pero sí a un vecino, que vio como su finca y su pajero ardían en llamas».

Sin embargo, Sor Elena Hernández quiere mantener esa actitud valiente y positiva ante la vida. «Prefiero afrontarlo como un reto para demostrar la valía que tenemos, la capacidad de resiliencia y de salir adelante. Son acontecimientos que surgen y ante los que tenemos que hacer frente».

Y sabe que su lucha, su «granito de arena» es dar la fortaleza que necesitan, apoyar, ayudar. También reflexiona sobre lo sucedido. «No sé si a veces, en vez de seguir esperando a que se cumplan tantos protocolos, y que las catástrofes se agudicen no sería mejor prestar desde el principio todas las ayudas y medios necesario”. Sin desvalorizar la ayuda de todos los bomberos, de la UME y protección civil…

Por las palabras de Sor Elena puedo atisbar como su familia tiene esas mismas raíces de colaboración y de generosidad. «Claro. Ellos están allí pendientes todos unos de otros, de ayudar al vecino, de dar lo que tienen».

Mientras tanto, Sor Elena hace sus marcapáginas ‘customizados’, su poesía y su tiempo en busca de ayuda y colaboraciones. Distribuye su poesía, su audio. Es su forma de plantar cara a lo que no quiere llamar desgracia, sino otro avatar que hay que sortear.

Sonríe cuando le llamamos ‘bombera del alma en la distancia’, pero es lo que a uno le llega después de escuchar la poesía que ha escrito y que a continuación reproducimos. A buen seguro que, de una forma u otra, ayudará para apagar alguna pequeña llama para que el incendio termine y La Palma pueda ir poco a poco recuperando su alegría y su fisonomía después de todo lo sucedido. Desde la distancia, esta palmera quiere hacerle llegar esta lluvia de letras.

Palmeros, nuevamente nos toca levantarnos
(pinche aquí para escuchar el audio)

Palmeros, hoy se nos presenta un nuevo reto,

Y, como siempre, miramos hacia la solidaridad y, también cómo no, hacia el cielo.

Nuevamente luchamos contra el poderoso fuego

y, una vez más, los lugares donde se vivieron los primeros encuentros de la niñez, de la juventud, donde comenzaron los primeros trabajos y donde surgieron los primeros te quieros, quedan ya en la mente como recuerdos.

Pero, queridos Palmeros, no es hora de lamentarnos de tantas hectáreas quemadas por el fuego, aunque el dolor nos siga quemando por dentro.

Es la hora de ver otra vez las manos extendidas de los que tenemos cerca y también de todos aquellos que están más lejos.

Es el tiempo de levantarnos, aunque lo veamos todo negro,

es hora de seguir confiando en la generosidad, a pesar que algunos damnificados del volcán aún siguen buscando su hogar, y esperando tener en nuestra Isla su hueco.

Es el tiempo de mirar hacia delante y de soñar nuevos sueños.

Porque siempre nuestros pinos nos lo dicen: Estoy quemado por fuera, pero la vida, la savia la llevo muy adentro.

Debemos de seguir luchando, aunque seamos pequeños,

o parezcamos débiles, humildes, e incluso en ocasiones indefensos.

Tenemos que seguir creyendo,

porque un palmero no se rinde ante la adversidad, ya que, para todos ellos, para ti y para mí, los acontecimientos siempre se convierten en un desafío, en una meta, es decir, en un gran reto.

Ánimo y adelante porque somos un gran pueblo.

Levantemos la mirada, y también los corazones, pero sobre todo nuestros más profundos y ambiciosos pensamientos.

Porque no estamos solos en estos momentos, como tampoco lo estuvimos en el pasado ni lo estaremos en un futuro venidero.

Creo en el Dios de la Vida, en el Dios que creyó en mí y en ti desde nuestro más tiernos comienzos.

Creo en que tenemos la misión de hacer un mundo mejor con aquellos que conocemos y con los que ni siquiera aún están en nuestros corazones y proyectos.

Creo también en la protección de nuestra Madre la Virgen, esa, la mujer y madre que de la mano nos coge para construir un nuevo camino y un nuevo sendero.

Creo en ti, mi amigo y amiga, mi hermano y hermana, vecino y vecina, peregrinos en La Palma, o residentes canarios y en los que habéis tenido que servir y trabajar más lejos.

Levantémonos, pues, nuevamente palmeros y palmeras y construyamos juntos nuevos sueños, metas, jardines, escuelas, viajes y proyectos.

Gracias a todos los que nos estáis ayudando y ayudaréis a levantarnos de nuevo, con la mirada en la tierra a la vez que en nuestro cielo.

Sor María Elena Hernández González (HMMI)
Plasencia 16-7-23
(Día de la Virgen del Carmen)