
11 Jun Óscar Sanmamé: «La huella de León XIV en Chiclayo es grande» (Iglesia en Plasencia)
A continuación les ofrecemos la entrevista realizada por Cope Plasencia a nuestro delegado de Migraciones y Movilidad Humana, Óscar Sanmamé Huaringa, Peruano de Chiclayo, Sanmamé conoció y coincidió con Papa León XIV, en aquel entonces obispo de la diócesis del país andino, y nos cuenta su experiencia.
«La huella de León XIV en Chiclayo y en Perú ha sido grande»
Destacados: «La llegada de Prevost a Chiclayo y su cercanía cambió el concepto de Obispo que teníamos» «En Perú trabajó muy cerca de los migrantes y creo que será un tema muy importante para él» «Sigue siendo el mismo, lo demuestran gestos y palabras muy peruanos que tiene».
Óscar Sanmamé Huaringa, delegado diocesano de Migraciones y Movilidad Humana Hace ya seis años que llegó a Plasencia desde su Perú natal. Desde entonces, ha desarrollado una importante labor en favor de los migrantes, lo que llevó a nuestro Obispol, Monseñor Brotóns, ha nombrarlo Delegado Episcopal de Migraciones y Movilidad Humana. Lo que no sabía nadie es que antes de su llegada a Plasencia desarrolló también una gran labor en Chiclayo, coincidiendo en varias ocasiones con el entonces Obispo, Robert Francis Prevost, nombrado Papa hace un mes, que pontificará con el nombre de León XIV. Ahora, Sanmamé cuenta en El Espejo, programa diocesano de Cope tanto su experiencia como sus impresiones, entre ellas, que cuando conoció el nombramiento, no pudo evitar derramar alguna lágrima de emoción.
-¿Cómo era el entonces Obispo Prevost en el día a día con la gente en Chiclayo?
-Cuando él empieza su labor, yo ya trabajaba fuera de Chiclayo, pero yo tenía allí mi casa, la casa de mis padres y yo llegaba allí a menudo, al distrito de Victoria, la parroquia de San José Obrero. Hablamos de una parroquia grande, con 100.000 habitantes. Al principio, mi impresión de escuchar de alguien como él fue sorprendente, pues teníamos otro concepto de Obispo al que él representaba. De 35 a 40 años antes tuvimos dos obispos muy intelectuales, muy buenos, pero no tan cercanos como él con la gente de las parroquias. Recordaba que hace unos años cuando estuvimos aquí con Monseñor Retana en la parroquia de El Salvador, le mencionaba la figura que tenemos de la figura de un obispo, no tan cercano a la gente, respaldado allí con guardaespaldas por las condiciones, un poco distante de la gente. Conocer a alguien así a mí hasta me parecía increíble. Cada vez que iba, trataba de ubicarlo y conocerlo y es allí donde lo he conocido en algunas actividades en la parroquia o que organizaban las comunidades.
-Allí, en Perú, es un tema muy importante la migración y León XIV se ha interesado mucho. Es un asunto realmente relevante.
-En toda Sudamérica. El éxodo de más de cinco millones de venezolanos ha hecho que Perú reciba por lo menos un millón en todo el Perú, pero es que, además, Chiclayo es una ciudad al norte, que se convierte por tanto en paso obligatorio de los venezolanos que van a Lima, o a Chile o Argentina y muchos se han acabado afincando allí en Chiclayo. Y él ha trabajado muy cercano a ellos y también a los colombianos.
-¿Has compartido momentos en algún comedor parroquial?
-En la comunidad del Señor de los Milagros en la parroquia he estado en una inauguración de un comedor parroquial. La gente estaba expectante porque llegaba el Obispo y resulta que él ya estaba allí, entre el resto de las personas. Había llegado manejando su coche y estaba ya entre la gente. Todos sabían que en cualquier momento él se presentaba en las parroquias, tenía mucha empatía con la gente. Un monseñor que identificaba rápido la necesidad.
-¿Hablaste con él?
-Conversar con él, saludarle, ver su impresión de la comunidad. Lo mío era más conocerlo y quedarme sorprendido. No tuve la oportunidad de trabajar con él, pero sí saludarlo y conversar con él.
-Su labor en pandemia fue increíble.
-Exacto. Mis amigos, la mayoría son de las comunidades y me contaban sus colectas para comprar cosas necesarias. Quedan muchos detalles. Por ejemplo, en una ocasión hizo una colecta para comprar una máquina de oxígeno y, como recaudó más dinero, compró dos. Lo cierto es que dejó huella.
-Parece que dejó mucha huella.
-Definitivamente. A mí me sorprendió la misa de entronización. Allí, en Chiclayo, eran las 3 de la mañana y la gente estaba concentrada en la catedral, en el centro, bailando, celebrando y escuchando la música. Parecían conciertos musicales. Y eso que allí ya hacía frío. Todo el mundo allí, en Chiclayo, está feliz por su nombramiento. Es curioso que cuando lo nombraron Papa, todo el mundo en sus estados de whats app empezó a poner fotos con Prevost y yo tenía un poco de envidia sana de no tener mi propia foto con él. Lo que está claro es que nadie imagina la alegría que supuso para la gente de allí, pero ellos se lo merecen, porque han trabajado con él y verlo en cada situación que ha pasado allí en la diócesis es realmente emotivo.
-¿Sientes que sigue siendo el mismo?
-Ahora me doy más cuenta de eso, porque tiene algunos gestos que son muy peruanos. Cuando dice “habla”, por ejemplo. Como chiclayano es algo que me enternece que siempre habla de Perú y de Chiclayo.
-¿Cree que seguirá mirando a Perú?
-Por supuesto. Creo que sí. Su secretario es chiclayano. El primer obispo que nombró es donde era administrador apostólico era también de Perú. Yo creo que sí. -Si te reunieras con él ¿qué le dirías? -Lo que me da mucho amor por la Iglesia y por la labor que hace es que conozco la labor que él ha hecho con los migrantes y, obviamente, es algo que me llena mucho porque yo aquí trabajo con ellos. No le diría que apoye más, porque lo hace, pero seguro que sería un tema que trataríamos.
-¿Coincide en que destaca por su humildad?
-Es que él es así. A él en Perú no le importaba la movilidad, dónde ir. Chiclayo tiene una zona rural y en Chiclayo hay muchas lluvias. A él era algo que no le importaba. Se subía a un caballo o mulo y se iba y cruzaba el río. Y si tenía que ponerse zapatos de goma también. Ese es Prevost. Ese es nuestro Papa.
Gema Díaz Rodríguez
Cope Plasencia