Mirando a los ojos al virus

Mirando a los ojos al virus

EL PERIÓDICO EXTREMADURA 21-03-2021

Llegó al hospital Virgen del Puerto tres meses antes del confinamiento. Recuerda que, con el virus, las puertas abiertas se cerraron y de ofrecer su consuelo libremente pasó a hacerlo solo cuando le reclamaban.

David Calderón Carmona es uno de los cuatro capellanes del hospital placentino. Ejerce también como párroco en la parroquia de El Pilar, es canónigo de la catedral y delegado episcopal de Cáritas, pero en el hospital ha sido donde ha vivido más de cerca la pandemia y sus peores consecuencias.

Subraya que el coronavirus ha marcado una gran diferencia, no solo en el número de muertes, sino «en el modo de despedida, en el duelo» y confiesa: «Lo he llevado con mucha tristeza». Porque ha visto cómo «la gente moría sola, sin el familiar cerca, solo con el sacerdote y el médico o el enfermero».

También ha oficiado enterramientos donde el difunto «se enterraba prácticamente solo. Por ejemplo, morían un padre de cinco hijos y tenían que elegir a dos para acompañarle, se te caía el alma al suelo».

Por eso, no duda de que «ha sido una situación tremenda» y lo que más han sentido los familiares ha sido precisamente «no poder despedirse, porque eso forma parte de la dignidad del hombre. Cuando a alguien, en ese momento, le privas de eso, debe de ser complicado, muy duro».

A pesar de que el virus le ha obligado a vivir este tipo de situaciones muy a menudo, «no te acostumbras, pero ni siquiera cuando la situación ha sido más normal. Ves a los familiares llorando, rotos, aunque las lágrimas también son proporcionales al cariño que le tenían».

En su caso, su consuelo han sido «mis momentos de oración, Dios te sostiene», pero también sus compañeros y «la gente del hospital, que ha sido un ejemplo de entrega, generosidad y renuncia», subraya.

En estas circunstancias, ¿se puede transmitir esperanza? «No podemos mentir, el sacerdote lo que hace es transmitir al enfermo que no está solo, que sabe que alguien por encima de él lo está sosteniendo y eso les reconforta, hay personas que se emocionan cuando rezamos con ellos».

Negacionistas

Después de lo que ha visto, tiene claro lo que haría con los que niegan la existencia del virus: «Los traería 24 horas al hospital en plena ola, solo eso, porque cuando uno ve no hay posibilidad de que lo refute nadie y a uno le cambia».

En su opinión, «debe de faltar mucha cordura en esas cabezas. Uno ve muertes, dolor, sufrimiento y no sabes de dónde viene ni dónde va y parece que no tiene fin».

En cuanto a las personas que incumplen las normas covid, considera que son «unos inconscientes y unos irresponsables y además, tienen poco sentido de la fraternidad y el bien común. Ha habido jóvenes que han contagiado a sus abuelos y estos han muerto y ellos han seguido haciendo botellones. Esto es fruto de la sociedad en la que vivimos, algo estamos haciendo mal cuando no somos capaces de unirnos en algo tan grave».

El futuro lo ve «con mucha incertidumbre. Quiero verlo con esperanza porque se están dando pasos y la vacuna es un alivio, pero jamás pensé que, un año después, íbamos a estar así. Falta el tiempo suficiente para seguir avanzando y acabar con esto de una vez».