16 Dic Luis Manuel Romero: “Los laicos deben ser la voz de la Iglesia en la sociedad”
A continuación reproducimos la entrevista concedida por don Luis Manuel Romero Sánchez, Director de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida en la CEE, a Iglesia en Plasencia y publicada el pasado domingo.
Nacido en Almendral (Badajoz), el 08-10-1974 y sacerdote de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, Luis Manuel Romero Sánchez es, actualmente, Director de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida en la Conferencia Episcopal Española, consiliario del Foro de Laicos de España, secretario del Equipo Sinodal de la CEE y del Servicio de Pastoral Vocacional. En Roma se licenció en Sagradas Escrituras por el Pontificio Instituto Bíblico y también es licenciado en Teología Dogmática y Doctor en Teología Bíblica por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, además de Graduado en Humanidades por la Universidad Pontificia de Salamanca. Cursa el Grado de Derecho Civil en la Universidad Isabel I de Burgos y ha sido protagonista en la Formación Permanente del Clero con su conferencia en Trujillo Desafíos teológicos pastorales para este cambio de época, que repetirá en febrero en Plasencia.
-Para los que no pudieron asistir a su primera charla en Trujillo, ¿cuál es el ‘leitmotiv’?
-Aunque hay diversos desafíos pastorales que nos preocupan como Iglesia que peregrina en España, no podemos olvidar que el gran desafío o reto no es otro sino responder a la pregunta: ¿cómo evangelizar en la sociedad actual? En nuestra tarea pastoral, pienso que no nos debe inquietar si somos pocos, sino por qué no somos capaces de contagiar a tantas personas en búsqueda a través del anuncio del mensaje de Jesucristo. Creo que una clave fundamental en estos momentos, calificados de secularización y pluralismo, se halla en el redescubrimiento de la importancia del Primer Anuncio, que no consiste tanto en transmitir un contenido, sino una experiencia de vida para que las personas se encuentren con Jesucristo, que nos ama, ha entregado su vida por nosotros y está vivo.
-Según las aportaciones de los grupos sinodales, ¿cuáles serían los principales desafíos a los que nos enfrentamos en la actualidad?
-En el proceso sinodal en España, lo más importante no han sido los temas sobre los que se ha dialogado, sino la experiencia de comunión, de escucha abierta, entre todos los que formamos parte de la Iglesia (laicos, vida religiosa y pastores). A nivel interno de la Iglesia se ha subrayado la importancia de la conversión pastoral, a través de la oración y los sacramentos (Eucaristía), como punto de partida para una conversión pastoral y estructural. Se ha destacado que la liturgia debe ser más participativa y tener una mayor relación con la vida. Se ha insistido en que hay que fortalecer el tejido de nuestras parroquias, el sentido de pertenencia comunitario. Se reclama una formación permanente, integral y para la misión, y por eso se pide mayor formación en Doctrina Social de la Iglesia. Y se ha subrayado que tenemos que superar el clericalismo, que se hace realidad especialmente en los sacerdotes, pero también en algunos laicos.
A nivel externo, la Iglesia tiene un gran déficit de presencia en la vida pública, en el diálogo con el mundo, con los alejados y no sabe comunicar. Se necesita una Iglesia que sea madre, que escuche, que acompañe y que acoja a cada persona en su situación concreta. En el proceso sinodal se ha podido vislumbrar que no sabemos cómo llegar a los jóvenes, a los alejados y a miembros de otras confesiones o religiones. Entre las conclusiones, han resonado también con fuerza los temas de la pastoral familiar, los ministerios laicales y la falta de transparencia en la Iglesia.
-¿Cuál sería la iniciativa para solucionar los desafíos actuales? ¿El Sínodo ofrece respuestas? ¿Cuáles son?
-Las líneas de fuerza que aparecen en el Sínodo son, sin lugar a dudas, crecer en la experiencia de sinodalidad, de comunión, tomando conciencia de nuestro ser bautizados, nuestra corresponsabilidad eclesial y, desde ahí, sentirnos llamados a ser una Iglesia en salida. Para esto, es muy importante que se produzca en nosotros una auténtica conversión personal, que descubramos la importancia de la formación, que seamos una Iglesia que escucha y acompaña, superando el clericalismo.
-Como Director de la Comisión Episcopal para Laicos, Familia y Vida, ¿a qué desafíos se enfrenta la familia y cómo debe asumirlos o afrontarlos?
-La familia es, sin lugar a dudas, un ámbito prioritario de evangelización. Pero tenemos la dificultad de que la familia, tal como la entendemos desde la fe cristiana está sufriendo una profunda transformación, hasta el punto de que se está produciendo un debilitamiento del vínculo familiar, situando como prioridad el individualismo. No podemos obviar que estamos ante nueva comprensión de la persona y de la familia. Hay “nuevas formas de familias” que nos interrogan como Iglesia, en nuestro modo de evangelizar y tenemos que saber dar una respuesta, siendo conscientes que nuestra apuesta es seguir presentando la belleza de la familia y el matrimonio cristiano.
-¿Cuál es la realidad de la defensa de la vida?
-Como creyentes y como Iglesia tenemos muy claro que defendemos la vida desde sus inicios hasta el final, porque todos los seres humanos tienen una dignidad que es un don de Dios. Para nosotros, cualquier persona es un hijo de Dios, cualquier vida es sagrada y no podemos permitir que se atente contra un hermano, menos aún si es una criatura desvalida. La apuesta, por tanto, sin fisuras, de los creyentes siempre será por la vida desde el principio hasta el final y nuestra aportación desde el Evangelio es buscar los medios para favorecer la vida digna, sin sufrimiento.
-¿Cómo afrontar esta realidad desde el punto de vista de los laicos?
-A la luz del Congreso de Laicos y del proceso sinodal, está surgiendo una nueva primavera del laicado en España. En esta Iglesia en salida, los laicos, que están más en contacto con el mundo, deben estar en salida, siendo la voz de la Iglesia en la sociedad. En la síntesis nacional del Sínodo se apuntaba esta necesidad de laicos que sean líderes cristianos en la vida pública, que estén formados para vivir la caridad política, para dar testimonio en el corazón del mundo, en los diversos ambientes (la defensa de la vida, la política, la economía, los medios de comunicación, la universidad…).
-Precisamente, ¿qué papel pueden jugar los laicos en su cada vez más creciente responsabilidad tal y como se refleja en Praedicate evangelium?
-La constitución apostólica Praedicate evangelium subraya el protagonismo de los laicos, también a nivel de las diversas estructuras de la Iglesia, afirmando que, incluso algunos Dicasterios, en el futuro, podrían ser asumidos por laicos y no obligatoriamente por los pastores. De algún modo, lo que el papa Francisco intenta es que tomemos conciencia que el papel de los laicos no es el de meros colaboradores de los sacerdotes u obispos, como si fueran actores secundarios, sino que también los laicos deben sentirse protagonistas en el rumbo que la Iglesia va tomando, guiada por el Espíritu Santo.