03 Ene “Los salmos, poesías orantes”
Hermana Carolina Blázquez Casado,
Religiosa Agustina, Adjunta a Cátedra Universidad San Dámaso
Natural de Talavera de la Reina, es la Priora del Monasterio de la Conversión en Sotillo de la Adrada. Es doctora en Teología Dogmática por la Universidad Pontificia de Salamanca con una tesis de temática creacional con el siguiente título: “La Gloria de Dios en la entraña del mundo. Olivier Clément y Louis Bouyer. Un estudio en perspectiva ecuménica de dos cosmovisiones cristianas”. Como docente ha ejercido en la UPSA y en la Universidad Católica de Lima y, en la actualidad, es profesora adjunta a Cátedra en la Universidad San Dámaso de Madrid (UESD). Imparte diversas clases sobre temática litúrgica, ecuménica y vida consagrada. Es también Directora de la Cátedra de Vida Consagrada de dicha universidad. Además, ha publicado diversos artículos sobre antropología teológica, ecumenismo, teología de la vida religiosa y liturgia y también ha traducido al castellano distintos volúmenes. Hace unos días participaba en la Cátedra San Juan Pablo II y en la Formación Permanente del Clero.
-¿Qué papel específico juegan los Salmos en el conjunto de la Sagrada Escritura?
-Los Salmos es el libro de las oraciones del pueblo de Israel. Estas oraciones están escritas con estilo poético. En ellas, el israelita creyente se dirige a Dios en todos los momentos de su vida: en la dicha, la aflicción, el sufrimiento, el amor, la búsqueda de sentido, el misterio de la muerte… Recorren toda la historia del pueblo de Israel porque el libro se fue escribiendo a lo largo de más de mil años de historia y, por eso, aunque su origen tradicionalmente se remonta al rey David, nos conecta con la historia de la salvación y en ellos podemos detectar la espera del Mesías, el anhelo de salvación, el deseo de Cristo, de aquí que la Iglesia los ha leído siempre en perspectiva cristológica. Primero, porque Cristo también ha orado con ellos y porque el grito y búsqueda de los salmos se cumple en Cristo.
-¿Qué representa el rezo de los Salmos en el desarrollo de la vida monacal?
-La vida monástica está enraizada en la escucha, lectura e interiorización de la Palabra de Dios y, especialmente, dentro de Ella, de los salmos. Porque el monje quiere vivir en oración continua, encuentra en los salmos la posibilidad de realizar su vocación. A través de los salmos no sólo expresa sus propios sentimientos o emociones a Dios sino que se hace voz de cada hombre y mujer y elevando y poniendo ante Dios cada situación, cada sufrimiento, cada interrogante humano.
– Ustedes rezan los Salmos cantándolos. ¿Qué aporta el canto a la oración sálmica?
-Los salmos fueron escritos para ser cantados. De hecho, en algunas biblias, en los márgenes de los salmos, encontramos aún algunas anotaciones originales que indican estas interpretaciones como, por ejemplo, “para flauta” o también “según la melodía de Gat” o “según la melodía de los Lirios”. Es decir, lo normal era cantarlos. Dice san Agustín que cuando el corazón está henchido no le basta la palabra ni hablar sino que necesita cantar: “Cantar es propio de los que aman” (Sermón 336). El orante encuentra en el canto una forma más intensa de expresar los sentimientos de su alma a Dios.
– ¿Qué instrumentos usan en su monasterio para acompañar el rezo de los Salmos?
En mi monasterio, Monasterio de la Conversión de la Orden de san Agustín, tocamos la cítara. Es un instrumento que nos conecta con el mundo antiguo, con el propio rey David que interpretaba cantos con la cítara (1 Sam 16,14-23) Ahora bien, nuestra cítara es un modelo europeo, moderno, del siglo XIX más o menos, construida de forma artesanal, bien en Francia, en el Monasterio cisterciense d´En Calcat o en Italia en el taller del Luthier Luca Panetti. Este modelo se llama cítara de mesa y está compuesta por una parte cromática y otra melódica, con más de 150 cuerdas.
-¿Qué consejo daría a una persona que reza los salmos individualmente y no en comunidad… Es decir, qué criterios básicos para hacerlo con aprovechamiento espiritual…?
-Es importante prepararse antes de cualquier oración para poder estar sereno, centrado y delante de Dios. Después, ser dóciles al Espíritu, y cuando alguna palabra o frase o metáfora nos toque el corazón detenernos y darles espacio interior. Guardar esa palabra, repetirla, rumiarla para que nos alimente interiormente. Esa palabra puede ayudarnos a mantener la presencia de Dios durante el día. Además, es bueno ayudarse de comentarios a los salmos, algún libro de oraciones sálmicas así como, en la liturgia de las Horas, leer con atención los títulos que se ofrecen sobre cada salmo porque ayuda a profundizar en su sentido y la interpretación cristológica o patrística que generalmente acompaña cada salmo al inicio.
– Los comentarios a los Salmos de «su Padre» San Agustín (Enarrationes in Psalmos) siguen siendo insustituibles. Pero, ¿qué obras actuales podría recomendarnos?
-Hay un autor español referencial: Ángel Aparicio, profesor de Escritura cuya especialidad son los salmos. Todo lo que hay publicado de él es estupendo. Además, se han publicado hace poco los comentarios a los salmos de Benedicto XVI para acompañar el rezo de laudes y vísperas. Con estas referencias estoy segura que podemos ahondar en la riqueza de los salmos y adentrarnos más y más en la experiencia de oración.