Los ritos de ordenación episcopal (I) (segunda parte)

Los ritos de ordenación episcopal (I) (segunda parte)

A continuación reproducimos el segundo de los artículos de Francisco Torres (Profesor de Liturgia) que, durante los tres números anteriores a la ordenación de don Ernesto Brotóns como Obispo de Plasencia, explican en Iglesia en Plasencia el rito por el cual se rige la ceremonia. El próximo martes, 11 de octubre, la tercera.

Los ritos de ordenación episcopal (I)

Los ritos de ordenación comienzan con el canto del himno “Veni Creator”, introducido en la liturgia romana en el siglo XIII, sirve de prólogo a toda la ordenación. Se hace justamente después de haberse leído el Evangelio de tal modo que la Palabra de Cristo que ha resonado en el templo sigue presente por la acción del Espíritu tanto en los oídos de los fieles como del candidato..

A continuación, tras la homilía, tiene lugar la presentación del candidato. Desde el s. VIII sabemos que comenzó a pedirse la opinión del pueblo para la elección de un obispo. Al margen del modo de elección, lo que siempre es necesario es que el candidato sea ratificado por el Papa, emitiendo éste una carta o bula de nombramiento o elección que debe leerse públicamente antes de proceder a la ordenación.

Le sigue el escrutinio: la antigua regla de los santos Padres establece que quien ha sido elegido para el Orden episcopal sea, ante el pueblo, previamente examinado sobre su fe y sobre su futuro ministerio. Con toda probabilidad la antigua regla se remonta a las llamadas Normas de la Iglesia antigua, un documento del s. V.  

A continuación, la Súplica litánica pondrá a toda la asamblea a orar a los santos del cielo por el candidato a Obispo. La monición a las letanías señala claramente que el don que Dios otorga al candidato no es para provecho propio sino para la edificación de la Iglesia, en este caso de la Iglesia que peregrina en Plasencia. Las letanías son un antiguo elemento romano que respondería a la oración que hace la comunidad en la ordenación de Bernabé y Saulo (cf. Hch 13, 1-3).

Tras las letanías, comienza, propiamente, el rito esencial de la Ordenación episcopal constituido por la Imposición de manos y plegaria de ordenación. La Imposición de manos la efectúa solo el consagrante principal y los obispos que asisten a la ordenación. Es un gesto de gran tradición bíblica. De entre el rico significado que tiene, destaca el de la transmisión de un oficio y comunicación del espíritu. En tiempos de Jesús el mundo judío usaba de este gesto para instalar a los dirigentes de una comunidad en sus cargos. El hecho de que el resto de obispos intervengan en este rito supone un gesto de comunión a causa del espíritu y semejanza del cargo. Por último, hemos de destacar que la imposición de manos lleva también parejo el significado de sucesión, esto es, la garantía de la sucesión apostólica del ministerio.

La recitación de la plegaria de ordenación e imposición de manos está acompañada de la Imposición del evangeliario. El consagrante principal pone sobre la cabeza del candidato el libro de los evangelios, abierto y sostenido por dos diáconos hasta el final de la oración consecratoria. Esta ceremonia ya se hacía en Roma en el s. V. Como legislador de su grey, el obispo ejerce su ministerio regido por la Palabra de Dios. En el libro de los evangelios puesto sobre la cabeza del candidato observamos la autoridad superior a la que está sometido como obispo: el mismo Jesucristo.

Tras la imposición de manos con el evangeliario y la recitación de la Plegaria de Ordenación, comienzan los ritos explicativos de la Ordenación. El primero es la Unción en la cabeza. Este rito está presente desde el s. IX.  El rito hunde sus raíces en el mundo bíblico para conferir unos poderes y una consagración especial a un sujeto al que se pone al frente del pueblo.

El siguiente rito es la entrega del libro de los Evangelios: introducido en el s. XII, indica que el obispo ha sido constituido como primer heraldo del Evangelio en su diócesis, pues por la proclamación de éste será como congregue a todos los hombres y mujeres en torno a Jesucristo.

 

Francisco Torres Ruiz

Profesor de liturgia