26 Nov Leandra, Manos Unidas: «con lo poco que tienen, viven felices y contentos»
Entrevista a María Leandra Mateos Vicente, voluntaria de Manos Unidas Plasencia.
Leandra vestida con traje típico.
– Leandra, antes que nada, cuéntanos un poco sobre ti y cómo te involucraste con Manos Unidas.
– Soy de Arroyomolinos de la Vera pero vivo en Plasencia desde el año 2000. Ese mismo año comencé a colaborar económicamente con Manos Unidas, con una aportación mensual. Más tarde tras conocer a distintas presidentas, Marina, Margarita, Ángeles, tomé la decisión de ser voluntaria en la delegación de Plasencia. Mi familia también colabora, tanto mi marido como mi cuñada, que también ayuda en la delegación de Salamanca. Manos Unidas hace un trabajo increíble en diferentes partes del mundo, y poder aportar mi granito de arena me satisface. Del 23 de septiembre al 1 de octubre, tuve la oportunidad de viajar a Bolivia para conocer de cerca los proyectos que están llevando a cabo en el país.
– ¿Qué tipo de proyectos lleva a cabo Manos Unidas en Bolivia? ¿Qué pudiste ver durante tu visita?
– Manos Unidas está trabajando en varios proyectos en Bolivia, concretamente en la zona del Chaco están aplicados a las comunidades indígenas guaraníes y quechuas, que fueron las que visitamos. Son proyectos sencillos, pero que allí tienen un gran impacto en la población, que inciden positivamente en ella. Por ejemplo, en Taperillas, Manos Unidas ha hecho unas charcas donde están criando peces que ellos llaman pacus, las carpas de aquí. Así incorporan este alimento a su dieta y además lo comercializan. Otro ejemplo, en la zona del Soto, Manos Unidas ha hecho un cerramiento para el ganado que allí está suelto y te lo encuentras por la carretera, incluso en las nacionales. Ese cerramiento permite tener al ganado en una zona y poder cultivar en el resto del terreno. Otro proyecto es construir cocinas, en la comunidad de Amancada. A partir de los 40 años de edad las mujeres tienen problemas de visión porque tienen que cocinar en el suelo sin ventilación. Con estas pequeñas cocinas, ellas cocinan de pie, gastan menos leña, menos combustible y pueden hacer más fácilmente su comida. También se están haciendo los conocidos allí como macrotúneles, que son pequeños invernaderos. En ellos cultivan verduras de todo tipo para su alimentación y comercio. Eso es muy importante porque ellos tenían solamente la patata como alimento esencial. Entonces, utilizar zanahorias, coliflor, lechuga, cebolla, ajo, les da una gran riqueza en su alimentación, una diversidad que es necesaria.
– ¿Cómo es la situación social y económica en Bolivia? ¿Qué desafíos enfrentan las comunidades en las que trabaja Manos Unidas?
– La situación en Bolivia es compleja, sobre todo en las áreas rurales y en las comunidades indígenas, que son las que más sufren la pobreza y la marginación. Son vulnerables ante el cambio climático. Llevaban tres meses de incendios forestales cuando nosotros hicimos el viaje y cuando salimos seguían los incendios. Además tienen problemas de erosión, es una zona semiárida y tienen grandes problemas porque llueve torrencialmente. La mujer tiene un papel destacado y preponderante porque cuando ella mejora, mejora su familia y mejora toda la comunidad. La mayoría de la gente vive gracias a la agricultura familiar. Bolivia es un estado plurinacional. Tiene 36 etnias que la componen. Cada etnia, algunas de ellas se consideran nación. O sea, es un país que está formado por distintas nacionalidades. No es como nosotros lo entendemos. Es otro concepto de territorio distinto. No es como nosotros tenemos de límite de España, de nación. No es ese concepto. Es otro concepto más amplio. Bolivia es uno de los países más pobres del mundo. Podría decirse que los habitantes son pobres. Tiene un PIB de los más bajos que hay. Y si hacemos una comparativa con los países de alrededor, de Uruguay, Paraguay, Chile y demás, vemos que está por debajo de todos ellos. El índice de desarrollo humano también es de los más bajos que hay en el mundo. Y tiene una gran deuda pública. El Estado no es capaz de afrontar la deuda económica que tiene. Incluso si preguntamos a los propios habitantes de allí, nos dicen que sus políticos son corruptos. Que no saben gestionar no inciden sobre ellos los recursos que tienen.
– En tu visita, ¿qué te impactó más de la situación que viviste sobre el terreno?
– Lo que más me impactó fue ver la resiliencia de la gente. A pesar de las dificultades, las comunidades con las que trabajé tienen una fortaleza impresionante. Tienen una capacidad enorme para adaptarse y para salir adelante, pero también se nota que necesitan apoyo. Cuando llegamos, nos recibieron de una forma excepcional. Porque después de hacer un viaje en coche, una distancia larga, nos recibieron con una comida, con paku asado al horno. Para mí, el mejor pescado que he comido hasta ahora. Además, nos pusieron rápidamente sus trajes típicos, nos invitaron a la comunidad, a hablar y a participar en ella. Estuvimos con ellos bailando y cantando. O sea, nos acogieron muy bien, una acogida estupenda, estábamos muy contentas. Te das cuenta de que comparándolos con nosotros, con lo poco que tienen, viven felices y contentos. Con lo cual, la dignidad de la persona, podemos decir que no está en tener muchas cosas. Podemos vivir con muchas menos cosas. De hecho, ellos son un ejemplo. Creo que es importante que veamos las realidades in situ, en el lugar. Porque podemos verlo en vídeos, pero hasta que no estás con la gente de allí, no te das cuenta de lo que, por ejemplo, Manos Unidas aporta a esas comunidades.
Leandra, la segunda por la izquierda, junto a otras voluntarias desplazadas a Bolivia.
– ¿Qué importancia tiene la labor de Manos Unidas en lugares como Bolivia y cómo contribuye tu trabajo como voluntaria a ese cambio?
– Manos Unidas juega un papel crucial en la creación de proyectos sostenibles que van más allá de la ayuda humanitaria inmediata. La organización no solo da recursos, sino que trabaja con las comunidades para empoderarlas, enseñarles nuevas habilidades y ayudarles a crear un futuro más autónomo. Los proyectos de Manos Unidas están pensados para fortalecer las capacidades locales, de manera que las comunidades puedan gestionar su propio desarrollo a largo plazo. Solicité hacer este viaje, con ayuda de Ángeles, presidenta de la delegación de Plasencia, que me insistió en que lo hiciera. Ha sido un gran regalo, que no voy a olvidar en mi vida, una gran experiencia recomendable para todas las voluntarias de Manos Unidas. El tiempo allí es una cosa diferente, nosotros aquí estamos agobiadas con el tiempo, siempre vamos con prisa. Empezamos de día la asamblea, era de noche y seguíamos. Cada comunidad hace asambleas en las que toman sus decisiones en común. No hay propiedad privada, todo lo comparten. Todo el mundo habla, a todo el mundo se le da participación. Cada una íbamos hablando también de nuestra pequeña aportación, porque yo soy voluntaria, pero me considero que no soy tampoco una persona destacada y lo ofrecía así, diciendo que era de la delegación de Plasencia, de Extremadura. Y luego también quiero hablar sobre los socios locales de Manos Unidas. Son los que ponen en contacto a nuestras delegaciones con la comunidad. Ellos ven las necesidades y Manos Unidas elabora los proyectos para ayudarles.
– Para finalizar, ¿cómo ves el futuro de estos proyectos y qué crees que podemos hacer desde aquí, en la Diócesis, para seguir apoyando la labor de Manos Unidas?
– El futuro de los proyectos es prometedor, pero depende de que sigamos apostando por la solidaridad y el trabajo en equipo. Los proyectos en Bolivia necesitan seguir evolucionando, y es importante que la gente de allí se siga formando y capacitando para poder sostenerlos a largo plazo. Creo que es importante que cada uno nos concienciemos que nos demos cuenta de las realidades de otros sitios. ¿Y cómo podemos colaborar con Manos Unidas? Siendo voluntario o voluntaria, haciendo donaciones o aportaciones económicas. También se puede colaborar comprando en el mercadillo. Cada primer martes del mes hay un mercadillo debajo de los portales de la plaza Mayor de Plasencia. Ahora vamos a hacer un sorteo de una rifa de un lote de productos extremeños. Dedicando tu tiempo como socio o voluntario también es una forma de colaborar. Hay muchas formas, también se llevó a cabo un concierto de flamenco a favor de Manos Unidas y otros muchos proyectos. Hacemos una marcha solidaria con el grupo El Bordón por Valcorchero y tuvo el año pasado mucho éxito. Y luego las herencias que se puedan recibir porque quieran donar a Manos Unidas. Me gustaría destacar que estas comunidades donde yo he estado no son religiosas ni católicas, tienen su propia religión o no tienen ningún tipo de religión. Ellos hablan su idioma, que es Quechua y Guaraní y los socios locales son los que nos traducían lo que ellos iban diciendo. Por ejemplo, en Tentayapi, en una de las comunidades no quieren ni un sacerdote, ni un maestro, ni nada, quieren guardar sus costumbres y no quieren recibir la influencia de otros pueblos ni de otras comunidades.
Leandra, muchas gracias por compartir tu experiencia. Tu testimonio es un ejemplo de la importancia de la cooperación y el trabajo que Manos Unidas lleva a cabo, en su lucha contra el hambre, por todo el mundo.
– ¡Gracias a vosotros! Ha sido un placer compartir mi experiencia, y ojalá podamos seguir haciendo más por todos aquellos que más lo necesitan.