20 Dic “Las sectas son expertas en identificar las vulnerabilidades de una persona”
Luis Santamaría del Rio
Investigador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES)
“Las sectas que más éxito tienen no son las que tienen un contenido y apariencia religiosos, sino las que proponen una espiritualidad más difusa, o incluso se presentan en el ámbito de la autoayuda, el coaching y las terapias”
Licenciado en Teología y máster en Ciencias de las Religiones, don Luis Santamaría es, en la actualidad, profesor de Religión en Secundaria y Bachillerato, y docente en el Máster en Análisis de la Conducta Criminal de la Universidad de Salamanca. En 2005 fue uno de los fundadores de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), y dirige su Biblioteca-Centro de Documentación ‘José María Baamonde’. Además, ha escrito varios libros sobre el fenómeno sectario y numerosos artículos de investigación. Su última obra es A las afueras de la cruz. Las sectas de origen cristiano en España (Editorial BAC).
Con motivo de su presencia en la Cátedra San Juan Pablo II y en la Formación Permanente del Clero (todavía queda su exposición el próximo 27 de febrero en el Salón de Bóvedas del Seminario), donde, bajo el tema ‘El desafío de las sectas, hoy’, ha profundizado sobre este tema, traslada esta realidad a nuestra revista diocesana Iglesia en Plasencia a través de esta entrevista.
– ¿Cuál sería su definición de secta?
-Creo que es muy evocadora y aclaradora la definición de Vicente Jara, que dice que una secta es un grupo social depredador que practica el mimetismo y el señuelo. Puede ser un grupo grande o pequeño, religioso o no. Pero lo común a estas realidades tan diversas es el engaño: para atrapar y manipular a las personas, se hacen pasar por asociaciones culturales, instituciones religiosas, grupos de terapia, academias de estudio… (mimetismo) y ofrecen algo atractivo o interesante, un propósito en la vida o la solución a todos los problemas (señuelo).
– ¿Cuántas hay en España, de qué tipo son, cuál es su forma de captación y qué repercusión tienen en la sociedad?
-Calculamos que unos 400.000 españoles pertenecen a una secta. Se trata, por lo tanto, de un fenómeno al que hay que prestar mucha más atención. Pero es prácticamente imposible hacer un recuento de las sectas. Y siempre pongo el ejemplo de mi último libro, en el que analizo 99 grupos de origen cristiano presentes en España. ¡Sólo de origen cristiano! Un año y medio después de su publicación, he encontrado otras 20. Y son las que menos atraen a nuestra sociedad actual, curiosamente. Por eso, a lo mejor me quedo corto si hablo de un millar de sectas en nuestro país. Y, en el fondo, el número da igual. Porque, gracias a Internet, ya no hay fronteras en cuanto a la captación sectaria, que es posible a distancia y a través de un dispositivo móvil. Las sectas son expertas en identificar las vulnerabilidades de una persona para lanzar un anzuelo irresistible, ya sea a través de una actividad presencial o virtual, con carteles en la calle, el boca a boca o –ahora sobre todo– las redes sociales. Hay diversos tipos de sectas, y hoy las que más éxito tienen no son las que tienen un contenido y apariencia religiosos –que siguen existiendo y captando–, sino las que proponen una espiritualidad más difusa, o incluso se presentan en el ámbito de la autoayuda, el coaching y las terapias. Suenan más a psicología y a búsqueda del bienestar. Es lo que llamamos “New Age” (Nueva Era) o “universo holístico”. También están los grupos esotéricos, que plantean la existencia de una sabiduría oculta, sólo disponible para los iniciados, que son los que forman parte de su comunidad.
-¿Cómo afectan a la conducta de las personas y cómo es posible que, en una sociedad tan avanzada, ‘caigamos en sus redes’?
-Lo peor que nos puede pasar es creernos inmunes a las sectas, cada uno de nosotros a nivel individual y como sociedad en su conjunto. El fenómeno sectario no es una trampa para gente ignorante y poco ilustrada, para ingenuos o débiles, como a veces se piensa. Todos somos potencialmente captables por las sectas, porque todos tenemos cualidades y defectos de los que pueden aprovecharse, problemas que vivimos y crisis por las que pasamos. Los psicólogos llevan muchos años estudiándolo bajo las categorías de persuasión coercitiva o abuso psicológico en grupo. ¿Quién no va a sucumbir, en un momento u otro de su vida, a una de estas afirmaciones que utilizan las sectas a la hora de seducirnos? “Ahora estás en casa”. “Te queremos”. “Tú eres alguien especial”. “Contigo haremos un mundo mejor”… Es muy fácil caer en la trampa. Sobre todo, porque las sectas no apuntan a nuestra cabeza, sino a nuestro corazón. Consiguen anclarse en el núcleo más profundo de cada persona: ahí donde están nuestros sentimientos y emociones (necesitamos sentirnos queridos y reconocidos), y donde buscamos la esperanza y el propósito (necesitamos un sentido para la vida).
-¿Cómo repercuten en las familias y cómo le afectan?
-Las familias que viven la captación de uno de sus miembros arrastran un sufrimiento grande y apenas encuentran ayuda. Aunque esa captación haya sido un proceso –dirigido siempre desde la secta, claro–, las personas más cercanas a veces se encuentran de la noche a la mañana con alguien distinto, irreconocible. Las técnicas de manipulación han sido tan sutiles y progresivas que, cuando se dan cuenta, ya es tarde, porque ese familiar ya está “enganchado”. Las sectas son un tipo de adicción. Pero con la diferencia de que las administraciones públicas no tienen la sensibilidad, la formación y los recursos para ayudar a las familias afectadas (ni tampoco a las personas que abandonan las sectas). Por eso, las familias, desesperadas, buscan auxilio en las asociaciones de víctimas y en los pocos psicólogos especializados que hay en el tema. Desde la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) llevamos casi dos décadas ayudando lo que podemos, desde un trabajo desinteresado que no alcanza a cubrir tantas necesidades y casos que nos llegan en un goteo diario.
– Usted es un habitual en los medios de comunicación, pero también colabora con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. ¿Cómo es esa colaboración?
-Las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado se encuentran –como todos– ante un fenómeno muy complejo, ya que su trabajo consiste en investigar y perseguir lo que va contra la ley, y los delitos que se producen en las sectas, muchos y muy diversos, suelen producirse en un ámbito privado, con ausencia de pruebas y, lo que es más importante, “aceptados” (sufridos) por personas que en teoría “están ahí porque quieren”. Si son adultos, es difícil probar que han sido engañados y manipulados, y las sectas son muy hábiles para dar la vuelta a la historia y presentarse como grupos inmaculados y beneméritos que sólo son víctimas de odio y discriminación. Estando las cosas así, mi primera colaboración con los cuerpos policiales es enviarles víctimas para que se pongan a trabajar con ello. Pero también hay una buena relación para facilitarles información, datos, pruebas… y la formación que me requieren en ocasiones para un mejor conocimiento del funcionamiento de las sectas, o de algunos grupos especialmente peligrosos para sus integrantes y para la sociedad.