17 Jul La residencia placentina que esquivó el coronavirus se emociona
No será fácil que Amparo Maestro («94 años y medio», detalla ella misma) olvide el día de este jueves. Ella fue la residente del Hogar de Nazaret encargada de portar el ramo de flores que simbolizaba el recuerdo a las víctimas de la covid-19, la enfermedad que castiga al mundo en general y a las residencias de ancianos en particular. No, sin embargo, a este centro de mayores placentino que desde el inicio de la pandemia no ha tenido ni un solo contagio por el coronavirus.
«Aquí, durante el confinamiento no hemos perdido a nadie ni siquiera por causas naturales», cuenta Puerto González, la gerente del Hogar, donde ayer todos salieron a la calle. Plantilla, residentes e invitados (autoridades políticas y eclesiásticas, fundamentalmente) se reunieron junto a la puerta principal de la residencia, que depende de Cáritas Interparroquial de Plasencia. El objetivo era celebrar un acto que sirvió para honrar a las víctimas y también para recordar los días más duros de la crisis sanitaria que parece haber concedido una tregua pero no haber dicho su última palabra.
«Que aquí no hayamos tenido ni un solo contagio se explica por dos motivos principales», introduce Pablo Vicente, director del centro. «El primero –desgrana– es que Dios nos ha echado una mano, y el segundo es la excelente organización y el enorme trabajo de toda la plantilla». Añade también una tercera razón: «Las medidas de seguridad –afirma– se han cumplido a rajatabla».
Mientras el drama marcaba el día a día en otras residencias de mayores de Extremadura y de España entera, en el Hogar de Nazaret de Plasencia no contaban ningún enfermo, lo que no quita para que todos los que a diario pasan sus días en el centro no vivieran momentos difíciles, de incertidumbre y temor. «Han sido días duros, a veces se han hecho largos y angustiosos», leyó la gerente durante su intervención, micrófono en mano.
Un largo aplauso
«Está hecho con menos recursos, pero este acto no es menos bonito que el que hemos podido ver en televisión hace un momento», comparó el Obispo de la Diócesis refiriéndose a la ceremonia civil de homenaje a las víctimas celebrada ayer en Madrid bajo la presidencia de los Reyes.
Un aplauso de medio minuto, y una oración precedieron a la plantación de un árbol en los jardines del Hogar, a dos pasos de la fuente que hay frente a la entrada. Un simbólico ejemplar de liquidámbar «en honor a los momentos de sufrimiento, miedo y carencias vividos; a los lazos creados en este tiempo; y a los fallecidos», leyó un trabajador de la residencia, que tiene a 50 personas en plantilla y en la que viven 80 residentes, muchos de ellos personas con unos ingresos económicos bajos que tienen plaza gracias a las ayudas institucionales y de Cáritas.
En el centro trabajan 50 personas y viven 80 ancianos, la mayoría de ellos por encima de los 85 años
El obispo José Luis Retana, la concejala Maite Díaz y el director del Hogar –también participó en el acto Ángel Custodio, responsable de Cáritas Interparroquial de Plasencia– ayudaron a plantar el árbol sobre el que Amparo Maestro depositó el ramo de flores, ante la mirada de trabajadores y residentes. Todos ellos han vivido los últimos meses con la inquietud de ver que la enfermedad más letal en décadas ponía a las residencias como la suya en el centro de las preocupaciones.
«Nosotros cerramos tres días antes de que se diera la orden para todos, y creo que eso ayudó a que no hayamos tenido ningún contagio», analiza la gerente. «Además –continúa Puerto González–, creo que ha influido la suerte y la gran responsabilidad que han demostrado los trabajadores». Ellos fueron parte activa del acto celebrado ayer, que duró unos treinta minutos y fue sencillo y emotivo, especialmente para quienes viven o trabajan en este hogar que ha logrado esquivar al coronavirus.