«La paz sea con vosotros», primeras palabras de León XIV desde el balcón vaticano

«La paz sea con vosotros», primeras palabras de León XIV desde el balcón vaticano

Una hora después de que fuera anunciado como nuevo Papa de la Iglesia Católica, León XIV salía al balón para dirigir sus primera palabras a las decenas de mieles que se agolpaban en la plaza de San Pedro y a los cientos de millones que seguían el acto por la televisión o dispositivos móviles. A continuación reproducimos su discurso:

¡La paz sea con todos vosotros!
Queridísimos hermanos y hermanas: Este es el primer saludo de Cristo Resucitado, el buen pastor que dio la vida por el rebaño de Dios. También yo quisiera que este saludo de paz entre en vuestro corazón, alcance a vuestras familias, a todas las personas, allí donde estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz sea con vosotros!

Esta es la paz de Cristo Resucitado, una paz desarmada y una paz desarmante, humilde y perseverante, que proviene de Dios, de Dios que nos ama a todos incondicionalmente. ¡Todavía conservamos en nuestros oídos aquella voz débil pero siempre valiente del Papa Francisco que bendecía a Roma!

El Papa que bendecía a Roma daba su bendición al mundo, al mundo entero, aquella mañana del día de Pascua. Permitidme que dé continuidad a aquella misma bendición: ¡Dios nos quiere bien, Dios os ama a todos, y el mal no prevalecerá! Estamos todos en las manos de Dios.

Por lo tanto, sin miedo, unidos de la mano con Dios y entre nosotros, vayamos adelante: somos discípulos de Cristo, Cristo nos precede. El mundo tiene necesidad de su luz. La humanidad necesita de Él como puente para ser alcanzada por Dios y por su amor.

Ayudaos también vosotros, los unos a los otros, a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo siempre en paz.

¡Gracias al Papa Francisco! Quiero agradecer también a todos los hermanos cardenales que me han elegido para ser Sucesor de Pedro y caminar junto a vosotros como Iglesia unidad buscando siempre la paz y la justicia, tratando siempre de trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el Evangelio, para ser misioneros.

Soy un hijo de San Agustín, agustino, quien ha dicho: «Con vosotros soy cristiano y para vosotros obispo». En ese sentido podemos caminar todos juntos hacia la patria que Dios nos ha preparado.
¡A la Iglesia de Roma, un saludo especial! Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes de diálogo, siempre abierta a recibir, como esta plaza, con los brazos abiertos a todos, a todos aquellos que tienen necesidad de nuestra caridad, de nuestra presencia, del dialogo y del amor.

(En original, en español) Y si me permiten también, una palabra, un saludo a todos aquellos…, y en modo particular a mi querida diócesis de Chiclayo, en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto, tanto, para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo.

A todos vosotros, hermanos y hermanas de Roma, de Italia, de todo el mundo: queremos ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que busca siempre ser cercano, especialmente, a aquellos que sufren.
Hoy es el día de la Súplica a Nuestra Señora de Pompeya. Nuestra Madre María siempre quiere caminar con nosotros, estar cerca, ayudarnos con su intercesión y con su amor.

De este modo, querría rezar junto a vosotros. Recemos juntos por esta nueva misión, por toda la Iglesia, por la paz en el mundo y pidamos esta gracia especial a María, nuestra Madre.

Dios te salve, María.