15 Nov «La Iglesia puede contribuir facilitando espacios para el diálogo y el encuentro»
Nicolás Paz Alcalde, acudió a las Semanas Sociales celebradas en Valladolid los días 8 y 9 de noviembre, en representación del grupo de trabajo de la Diócesis, “fue un honor llevar el trabajo hecho por todo el grupo y poder compartirlo en Valladolid con otras diócesis. Era la primera vez que participaba y ha sido una gran experiencia”.
Nicolás durante su participación en Valladolid.
En primer lugar, ¿cómo definirías las Semanas Sociales en general y qué significan para ti como participante?
Las Semanas Sociales son una institución de la Conferencia Episcopal Española integrada dentro de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Promoción Humana que, en definitiva, pretende fomentar espacios para el diálogo sobre los asuntos más relevantes para la propia sociedad y presentar un camino eclesial sobre dichos asuntos. Como participante en el grupo de trabajo de la Diócesis ha sido una oportunidad de poder contribuir con mi visión como mediador profesional en un tema, el diálogo y el encuentro, que es parte fundamental de mi vida, mi pasión y mi vocación. La polarización y la falta de espacios y tiempos para el encuentro entre personas que piensan y sienten diferente es una preocupación real con enormes consecuencias a nivel político y también social, cultural, económico y familiar. Aprender maneras no violentas de gestionar los conflictos que, por otra parte, son naturales y esperables entre personas diferentes, nos ofrece un modo de caminar juntos en la diferencia, de convivir y, sobre todo, de vivir mejor. El bien común se construye en espacios compartidos, no en las trincheras ideológicas o dogmáticas. Amad a vuestros enemigos está en el corazón del Evangelio. Hoy vuelve a ser imprescindible encarnar este mensaje en el día a día de todos nosotros desde las familias hasta el trabajo, las redes sociales o el espacio público de la política. No es fácil, pero es una manera de estar en el mundo absolutamente necesaria.
Este año, las Semanas Sociales se centraron en el documento El diálogo, camino para la Iglesia. ¿Cómo interpretas este tema y qué importancia tiene el diálogo en el contexto social y eclesial actual?
Vivimos una realidad de polarización y exclusión a todos los niveles. Esto está afectando tanto a nivel de convivencia cotidiana en las familias como a nivel social y político. La guerra en Ucrania, en Gaza o en Sudán es la máxima expresión visible pero también lo experimentamos en países en paz como el nuestro que puede afectar a la propia convivencia democrática o incluso dentro de la propia Iglesia. De hecho, ya lo está haciendo. Los mensajes en las denominadas redes sociales son la muestra y el espacio específico donde esa polarización se está alimentando y expandiendo. A esto hay que unirle una cultura del descarte que deja fuera a los pobres, a los migrantes, a las personas con discapacidad…. Falta corazón, como dice el Papa Francisco. Fomentar, facilitar, construir e, incluso, inventar espacios para el diálogo y el encuentro con corazón y humanidad en el que la diferencia y el conflicto estén presentes de una manera acogedora y no violenta, es fundamental. La Iglesia puede jugar un papel esencial en ello multiplicando las experiencias y los testimonios de encuentro. Así interpreto esta llamada al diálogo.
¿Cuáles han sido los principales temas de discusión y reflexión durante las sesiones de trabajo y las conferencias? ¿Qué te ha impactado más?
Lo primero que me sorprendió fue que el análisis de la realidad era muy coincidente entre las diferentes diócesis a pesar de la diversidad geográfica y demográfica de cada una de ellas con diócesis plenamente urbanas y densamente pobladas a otras como la nuestra. Fue muy interesante constatar cómo las desigualdades económicas y sociales, la precariedad en el ámbito laboral, la polarización política, cultural e incluso eclesial forma parte de la realidad percibida en todas las diócesis. Hubo una reflexión muy compartida sobre la necesidad de una mayor formación en la Doctrina Social de la Iglesia a todos los niveles, la necesidad de poner en el centro a los pobres, a los excluidos, a los migrantes. La voluntad de construir espacios no violentos para el encuentro entre diferentes fue también una constante. El papel fundamental que como Iglesia podemos jugar en la transformación de una realidad polarizada y excluyente fue una llamada conjunta a seguir trabajando por el diálogo, el encuentro y la acogida en todos los ámbitos, especialmente en aquellos en que la vulnerabilidad y la exclusión son más acuciantes.
Como participante, ¿cuál es tu principal expectativa o deseo tras este encuentro?
Espero que el espíritu de las jornadas se encarne ahora en una continuidad, en un dar pasos pequeños y concretos que continúen construyendo esa cultura del encuentro a la que hace mención el Papa Francisco. Creo que la formación en facilitación de encuentros, diálogo, mediación y, en general herramientas no violentas para transformar conflictos sería clave y de gran ayuda en esta labor. Creo que la Iglesia puede contribuir enormemente facilitando precisamente esos espacios para el diálogo entre diferentes y animando a todo el Pueblo de Dios a esa misma cultura del encuentro. Espero y deseo que el mensaje del encuentro, el diálogo y la acogida se haga contagioso. Esa es mi principal expectativa o deseo. La Iglesia como institución tiene una gran responsabilidad, pero todos estamos llamados a contribuir a la tarea. La llamada es compartida.
Muchas gracias por compartir tus reflexiones con nosotros. ¡Que todo lo aprendido en estas Semana Sociales se siga multiplicando y transformando realidades!
Gracias a ti. Estoy seguro de que, con el compromiso de todos, lo conseguiremos.