23 Sep La Capilla Mayor del Seminario, “una casa” para gloria a Dios
Este domingo, a las 18.30 horas tenía lugar en el Seminario Diocesano la bendición de la Capilla Mayor y la dedicación del altar, a cargo de nuestro Obispo, Monseñor don Ernesto Jesús Brotóns Tena. Fue un acto abierto a los diocesanos que sirvió para abrir al culto el espacio tras la restauración lleva a cabo en los últimos años.
El edificio fue inaugurado en 1879, bajo la dirección de don Balbino Marrón y Ranero y la última gran reforma fue iniciada en 2013. Quedaba pendiente de esa reforma integral la capilla, auspiciada hace más de un siglo por el entonces rector y ahora beato (mártir en la Guerra Civil), don Pedro Ruiz de los Paños, del que desde ayer se conserva ya una reliquia en el altar. Fue con la llegada del anterior obispo, Monseñor don José Luis Retana, cuando se tomó la decisión de acometer las obras. El proyecto fue encargado al arquitecto Pablo Guillén Llanos, que en 2018 había ganado el premio internacional The Architecture Masterprize por la obra realizada en la capilla de la Universidad Pontificia de Salamanca con la que guarda mucha similitud.
La ceremonia siguió todos los pasos que manda la liturgia, desde los ritos iniciales y la liturgia de la palabra; la colocación de las reliquias del Beato Ruiz de los Paños; la oración de dedicación y unción del altar; la unción, incensación, revestimiento e iluminación y, por último, la celebración de la Eucaristía. Numerosos fieles participaron en la ceremonia, que estuvo también acompañada por el coro Cum Iubilo y por el órgano de don Eugenio Mateos.
Monseñor Brotóns
Nuestro Obispo, Monseñor don Ernesto Brotóns, que estuvo acompañado en la celebración por el Vicario General, don Francisco E. Barrado Broncano; por el de Asuntos Económicos, don Antonio de Luis, y otros vicarios; el delegado de Liturgia y Animación a la Oración, don Miguel Ángel Ventanas; el diácono Javier Tovar, otros sacerdotes y arciprestes; y los seminaristas, quiso expresar “ante todo un anhelo. Que las personas que entren por esa puerta, que evoca también la palabra de Dios, y cuantos podrán encontrarse aquí, que se sientan como en su casa”, comentó, a la vez que añadía que espera que “que tengan la oportunidad de un feliz encuentro personal con Jesús; que salgan de ella con ganas de amar, de darse, de ser germen e instrumento de fraternidad. Que todos podamos gustar de la fuente de misericordia de vida y ser transparencia de esa misericordia”, exhortó.
Por último, añadió que “felicito al arquitecto, don Pablo, al escultor y a todos los que aquí han trabajado y han hecho posible,esta remodelación. Es la capilla del Seminario, lo que me lleva a orar por las vocaciones sacerdotales que tanto necesita nuestra iglesia y por todos y cada uno de nuestros sacerdotes. Contamos con la intersección del beato Pedro Ruiz de los Paños, sacerdote operario y rector también de este Seminario, mártir de Cristo, cuyas reliquias albergará este altar, y con el amparo de nuestra Virgen del Puerto y también en todas sus advocaciones marianas de nuestra diócesis. Ella es madre de los sacerdotes. Gracias señor por esta capilla, gracias por hacernos templos vivos de tu gloria”, sentenció.
Pablo Guillén Llanos, arquitecto
Por su parte, el arquitecto autor de la reforma, don Pablo Guillén Llanos, tras agradecer la confianza, reconocía que “se podría calificar de pequeña escala arquitectónica, pero de gran importancia simbólica para esta diócesis. Lejos de querer dar desde aquí una explicación excesivamente técnica de la obra y complicada para mí sin el apoyo del lápiz y el papel, intentaré dar una pequeña explicación de lo que me ha motivado durante el desarrollo del proyecto. Antes de nada destacar el trabajo del escultor dombenitense Fernando Cidoncha, creador de estas hermosas esculturas, al ausente arquitecto Miguel Fisac, por el diseño de los bancos y al reconocido arquitecto Heliodoro Dols, por el diseño del Sagrario. Todos ellos han conseguido, sin duda, entender perfectamente el proyecto que se pretendía realizar. Desde los conceptos iniciales, logrando realizar unas obras que encajan entre ellas a la perfección en este espacio, consiguiendo una única obra en todo su conjunto. Por último, y no menos importante, destacar la figura de don Jacinto Núñez, principal promotor de la idea de esta capilla, y la inestimable ayuda de don Antonio Luis Galán”, introdujo, para pasar a realizar una disposición al respecto del sentido, dejando claro que busca “denodadamente la belleza”, y por ello quiso hablar de la relación entre la belleza y la arquitectura, que redunda en la felicidad de los hombres, con citas de Vitruvio (arquitecto de Julio César y gran inspirador de Leonardo da Vinci), y de Sáenz de Oiza, entre otros. Y es que “la obra que hoy se inaugura es el resultado de esta búsqueda respetuosa con el edificio donde se ubica, sin restar protagonismo respecto a lo sagrado. La solución planteada es sencilla: liberar, ocupar y humanizar. Toda la nave se resuelve con una bóveda está centrada salvo en el presbiterio (que se incrusta en la muralla del siglo XIII), el revestimiento es de material rojizo, de aspecto aterciopelado, y el suelo de piedra natural. Todo ello se humaniza con la madera y el acer. El altar, la sede y el ambón se tratan como elementos exentos del suelo con todas sus caras menos la expuesta hacia ustedes”.
“El retablo se configura con forma escenográfica. Una pared de fondo sobre la que se ubican de forma precisa y proporcionada todo el conjunto de la obra artística. No se necesita más. Todo se resuelve con piedra y madera. Mesa, espacio y paredes forman la Iglesia más sencilla”, añadió, señalando que a la belleza en la arquitectura se llega de la mano de la razón, citando palabras de Campo Baeza”, para sentenciar que “este es el espíritu con el que he querido levantar esta obra. Tratando de conquistar la belleza con toda mi alma. Con las armas de la razón y la imaginación. La única voluntad que este espacio santo y sagrado permanezca en la memoria de los hombres que lo disfruten”.