03 Feb José San José Prisco: «Todos, agentes activos de la Misión»
A continuación reproducimos íntegramente la entrevista que don José San José Prisco concedía a Iglesia en Plasencia con motivo de su participación en la Formación Permanente del Clero con la charla bajo el título Estructuras parroquiales al servicio de la comunidad ha impartido en Trujillo y Plasencia.
Nacido en Valladolid (España) en 1966, es sacerdote de esa diócesis desde 1992 y pertenece a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos. Actualmente es Catedrático de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca y Decano de la Facultad.
Realizó los Estudios Eclesiásticos en la Universidad Pontifica de Salamanca, se licenció en Derecho Canónico por la Universidad Gregoriana de Roma en 1992 y obtuvo el Doctorado en Derecho canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca en el año 2001.
Es especialista en Derecho del Pueblo de Dios y en Derecho de la función de santificar de la Iglesia.
Para los que no han podido asistir a sus charlas, ¿cuál ha sido el ‘leitmotiv’?
La idea fundamental sobre la que han girado las reflexiones durante las dos sesiones de la mañana ha sido la de redescubrir la parroquia como estructura de comunión y desde aquí la figura del párroco como primer promotor de la comunión parroquial, el reconocimiento de la diversidad y la necesaria complementariedad de los demás agentes y la revisión de las estructuras que intervienen en la vida pastoral de la parroquia.
En la actualidad, ¿están las estructuras parroquiales verdaderamente al servicio de la comunidad?
Hemos crecido en conciencia de la necesidad de ponernos todos en camino, en la única misión compartida, desde la eclesiología del Pueblo de Dios y de la comunión subrayadas por el Concilio Vaticano II que contemporáneamente ha sido completada con la reflexión sobre la Iglesia toda ella sinodal. Existen ya estructuras bien delineadas en la vida de las parroquias desde el punto de vista de la legislación canónica (como los consejos pastorales y de asuntos económicos o las asambleas parroquiales), pero hay que insistir en su adecuada implementación y desarrollo, también estando abiertos a nuevas iniciativas que promuevan la corresponsabilidad y la comunión, más allá de lo establecido por la legislación.
¿Es necesario que en las parroquias se lleve a cabo el trabajo conjunto? ¿Quién y cómo debe ejercitar está tarea?
Ya he señalado que el párroco es el primer responsable de la comunión parroquial reconociendo la diversidad de vocaciones, estados de vida, edades, condiciones culturales y económicas… de los fieles que componen la comunidad y promoviendo la integración de todos como agentes activos de la misión pastoral y no como meros sujetos pasivos, implicando a todos en la marcha de la parroquia, contando con sus opiniones para discernir los temas que afectan a todos; promoviendo una pastoral en salida que no se conforme con conservar lo que tiene sino que esté también preocupada por los que no están, por los que no practican siendo bautizados, o por los que ni siquiera conocen a Dios. El párroco es el primer responsable, pero no el único. Los demás miembros de la comunidad lo son también, pero se sentirán más o menos corresponsables si el párroco ejerce bien la función que le es propia, yendo por delante del rebaño para señalar el camino; estando en medio, compartiendo la vida de la gente; y acompañando desde atrás a los rezagados, como le gusta señalar al Papa Francisco.
¿El proceso sinodal abierto puede ayudar a este impulso necesario?
Como he dicho antes, el camino sinodal emprendido bajo la guía del Papa Francisco no es sino la consecuencia última y práctica de la eclesiología conciliar, con lo que ciertamente está siendo muy positivo, especialmente en la toma de conciencia de ese modo de vivir y actuar como Iglesia que significa la sinodalidad, en la que todos cuentan, donde la aportación de cada uno es importante y necesaria, donde es más importante el modo en el que se toman las decisiones que las decisiones mismas. No se puede ya entender la autoridad de los pastores como mero ejercicio del poder, sino como verdadero servicio a la comunión. Su misión principal es hacer que cada uno de los fieles crezca en fidelidad al evangelio y que todos juntos lo hagamos como comunidad.
¿Qué indicaciones daría a los párrocos para el trabajo en común a nivel diocesano, viviendo la sinodalidad?
La sinodalidad dentro de la parroquia debe proyectarse también hacia fuera, a nivel de unidades pastorales y arciprestazgos, promoviendo, en primer lugar, el trabajo en común de los sacerdotes de la zona, pero también contando con los demás agentes pastorales, creando estructuras comunes de discernimiento y acción pastoral (como los consejos pastorales arciprestales), promoviendo encuentros de formación, de oración común, tomando iniciativas conjuntas, aprovechando los recursos que puede aportar cada uno para que beneficien a todos, especialmente a los que tienen menos recursos humanos o materiales. La parroquia no puede ser una isla, está junto a otras, en una red de relaciones que son las que verifican la calidad de la comunión. Y ciertamente en relación con la diócesis a través de los diferentes organismos de la curia diocesana, secundando los planes pastorales dados por el obispo para toda la diócesis.