02 Feb Jornada de la Vida Consagrada «Él definitivamente nos sorprende»
La Iglesia celebra hoy 2 de febrero la Jornada de la Vida Consagrada, bajo el lema «Caminando Juntos» por este motivo Sor Rosa, religiosa peruana Dominica en el monasterio de San Miguel en Trujillo, nos ofrece su testimonio.
Es hermoso ver cómo la historia de amor de cada uno con Jesucristo es única e irrepetible. Todos sin excepción tenemos una vocación, es decir, una razón de ser, de existir, un llamado de Dios. Os comparto cómo descubrí este sueño de Dios en mi vida.
El nombre que mis padres me dieron es Alicia (hoy como religiosa, sor Rosa). Nací en Perú el 5 de octubre de 1988, soy la cuarta de cinco hermanos, vengo de una familia católica pero no practicante.
Mi infancia la pasé como cualquier niña de aquellos años, solamente oíamos hablar de Dios en la escuela en el curso de Religión pero todo se quedaba allí, no trascendía a más…porque no teníamos ninguna base. A medida que iba haciéndome mayor, soñaba como cualquier joven sueña a esa edad (ir a la Universidad, tener una profesión, casarme, tener hijos, vivir bien y ser la dueña de mi vida…)
A los 16 años tuve la primera inquietud de saber acerca de Jesús. Recuerdo muy bien como pasó todo. Mi profesora de Religión nos hizo una invitación a un retiro en la parroquia de la ciudad donde vivía. Hasta entonces no había sentido ninguna atracción por la vida religiosa, conocí a las hermanas Dominicas de Sta. Rosa de Lima en aquel retiro (estaban por primera vez en esta ciudad buscando vocaciones) nunca imaginé que conocerlas cambiaría mi vida totalmente; cuando las vi por primera vez me quede tan asombrada (unas mujeres vestidas de blanco, con una sonrisa impresionante y una mirada tan llenas de amor que nos hablaban del inmenso amor de Jesús por cada uno de nosotros, de que por mí había muerto en la cruz y también que nunca había estado sola, que había alguien que siempre estaba a mi lado, eso para mí era realmente maravilloso hasta hacerme interrogar cómo es posible….¿Quién era ese Jesús a quien yo le importaba tanto? ¿Quiénes eran esas mujeres que desbordaban tanta paz? Sentía una curiosidad tan grande de saber por qué eran tan felices.
Desde aquel encuentro empezaron muchos interrogantes en mi vida, a preguntarme sobre mi futuro, todo lo que me ilusionaba antes ya no era ilusión, llegué a preguntarme dónde estaba la felicidad. No puedo decir que desde aquel momento pensé en consagrarme al Señor, pero lo que sí puedo decir, es que en aquel momento nació en mí el deseo de conocer verdaderamente a Dios. Antes no me había hecho esas preguntas, ni había sentido ese deseo, ahora puedo decir que el Señor conoce el momento justo para llamar a cada uno a vivir una vida más íntima con Él.
Tengo la bendición de tener una familia que siempre me ha apoyado en mis decisiones, aunque en aquella ocasión no estaban de acuerdo porque no comprendían por completo mi decisión de hacer una experiencia de vida religiosa, aún así tuve el permiso de viajar a Lima, la capital, en busca de la felicidad. Esos años fueron maravillosos, llegue a la casa de las hermanas.
Terminada la experiencia empecé a trabajar en el Santuario de Santa Rosa de Lima para los frailes Dominicos (recomendada por las hermanas) mientras hacia un discernimiento; vivía con las hermanas y estudiaba en la Universidad. Parecía que todo estaba encajado, mi meta era terminar la Universidad e ingresar en aquella comunidad pues las había cogido un cariño grande porque esta comunidad es la cuna de mi vocación, ellas me ayudaron mucho en mi discernimiento vocacional y allí donde me hice hija de la Iglesia a través del Bautismo, Comunión y Confirmación.
Como os mencione trabajé para los frailes Dominicos en la casa de Espiritualidad, me siento muy feliz de haber compartido un pedacito de mi vida con ellos y fue a través de ellos por lo que conocí esta comunidad de Hermanas Dominicas de San Miguel de Trujillo en España. Esto fue a través de un vídeo que ellas habían grabado celebrando los “800 años de la fundación de Prulla, primer Monasterio dominicano en el sur de Francia por Santo Domingo. La primera vez que las vi, una felicidad muy grande invadió mi corazón, que me hizo decir espontáneamente: “allí yo pertenezco”…… Dios nos ayuda de mil maneras, una de ellas es por los consejos que recibimos. Dios es tan sencillo que nos asombra cuando menos lo esperamos, sólo nos falta ver en las cosas, los acontecimientos, en la vida misma, esa mano amorosa de Dios.
Cuando sientes interiormente una atracción tan grande de pensar que la felicidad que tanto buscas está allí no es difícil aunque tengas que atravesar el océano atlántico, como fue mi caso. Se siente una felicidad que te invade pero a la vez sientes miedo, te llenas de dudas, es difícil entender. Muchas veces me decía a mi misma que Dios se había equivocado de persona pues no hacía mucho que había conocido a Jesús y sentir esa atracción tan fuerte hacia la vida monástica era como extraño porque mi pensamiento acerca de una monja era muy estereotipada, de lo cual yo no reunía estos requisitos, mi vida era muy diferente… me estaba formando con hermanas de vida activa que es muy diferente a ser contemplativa.
Podría decir que mi vocación fue como la del profeta Jeremías; cuando sentí la llamada de Dios, a la vida contemplativa le dije que no era capaz, no resistiría a esa vida, pero el Señor me dijo:”no tengas miedo que yo estoy contigo”. El amor y la confianza de Dios fueron más fuertes que mis miedos y dudas. Cuando decidí que este era mi sitio dejé de ver todo lo que dejaba, para ver todo lo que iba a recibir, que es mucho más de lo que he dejado.
El 29 de enero del 2012 ingresaba por las puertas de este monasterio a la clausura e iniciaba mi postulantado. El 8 de septiembre del 2012 tomaba el habito me sentí la persona más feliz del mundo, era una alegría que invadía mi alma, era un día muy especial, el nacimiento de la Virgen, un hermoso día para nacer para Dios siendo Dominica.
Luego de dos años como novicia, 14 de septiembre del 2014, día de la Exaltación de la Santa Cruz, hice mis primeros votos, el 20 de junio 2021 tuve la gracia del Señor de hacer mis votos solemnes donde delante de Dios, de la comunidad y de seres queridos profesé libremente mi deseo de vivir en obediencia, castidad y pobreza. Confiando en la bondad de Dios que me concederá su gracia y la perseverancia en este camino. Aquel día, di una respuesta radical a Dios “SEÑOR PONGO MI VIDA EN TUS MANOS”.y me siento muy feliz al vivir este sueño en una comunidad con otras personas que Dios me las ha regalado como hermanas.
Sólo puedo decir que sin la gracia de Dios, no es posible que una persona sea capaz de pronunciar un “Sí”, pues necesita verdaderamente la gracia de Dios para dejar todo y embarcarse en este gran viaje. Tenemos que tener presente lo que Jesús dice: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero”. Así como Dios nos pensó y nos amó desde la eternidad, así también desde la eternidad ya había pensado cuál sería nuestra vocación, cuál sería la misión para cada uno de nosotros, y la dejó escrita allí en lo profundo de nuestro corazón, donde nadie puede entrar sino Él, nuestra misión es descubrir que es lo que Él nos quiere regalar.
Llevo en la comunidad 11 años y sólo puedo dar gracias a Dios por la obra de misericordia que ha hecho en mí, porque no sólo me concedió el don de la fe sino que me ha llamado a seguirle más de cerca en la vida contemplativa.
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