13 Dic Javier Tovar, el placentino que hace historia
Nunca hasta ahora, en sus 831 años de historia, la Diócesis de Plasencia ha contado con seglares que realicen buena parte de las tareas encomendadas a los sacerdotes. Pero esta situación cambiará a partir del 6 de enero, cuando el placentino Francisco Javier Tovar Martín, a sus 56 años, casado y padre de dos hijos, se convierta en diácono permanente.
Lo hará junto con el moralo Óscar Salgado, de 44 años, y casado y padre de dos hijos igualmente, en la Catedral. A partir de ese momento, ambos podrán casar, bautizar, celebrar entierros, misas o presidir procesiones. «Pero no consagrar, ni confesar ni dar la unción a los enfermos», aclara Javier Tovar, que el pasado martes, el día de la Inmaculada, recibió en otra ceremonia en la Catedral los ministerios de lectorado (para leer las escrituras sagradas) y de acolitado (preparar el altar), como paso previo a convertirse en el primer placentino que será diácono permanente en la Diócesis.
«Creo que es la mejor forma en la que puedo ayudar a la Iglesia y a los más necesitados», explica. «Yo he sentido esta llamada y, por eso, he tomado la decisión», aclara. «En la que cuento con el apoyo de mi mujer, de mis hijos, de familiares y amigos». Pero una decisión, también, que posiblemente nunca pensó que llegaría a tomar.
Javier estudió Delineación y a los 21 años comenzó a trabajar en una empresa de forjados como delineante. «No fue hasta los 40 cuando decidí estudiar Ciencias Religiosas; lo hice para saber más de mi religión y encontrar respuestas a las dudas». Pero en ese estudio encontró también sentido a su vida «al profundizar en la fe» y avanzar en su labor de voluntariado. Quizás, por eso, cuando terminó los estudios a los 47 años y le ofrecieron ser profesor de Religión, aceptó.
Hoy lo es en el instituto de Montehermoso «y dar clase a mis 350 alumnos me encanta; lo mío ha sido una vocación tardía, pero disfruto mucho porque educar es acompañar». A partir del 6 de enero Javier acompañará a otras muchas personas al convertirse en diácono permanente, en el primer placentino que, teniendo claro que «mi familia seguirá siendo lo primero», pasará a formar parte del orden sacerdotal.
Un paso firme que da en su camino de servicio a los demás «porque quiero dar a conocer el Evangelio de Cristo y ayudar a la Iglesia en su proclamación y en su labor asistencial». Porque Javier no tiene duda alguna de que «el mundo necesita la mirada misericordiosa de Jesucristo». Y el quiere contribuir a mostrarla desde el servicio no remunerado que supone el diaconado.