28 Oct Jacinto Núñez: «La palabra de Dios ofrece una luz especial para ‘leer’ nuestra realidad’
A continuación les ofrecemos la entrevista publicada en el último número de la Revista Iglesia en Plasencia.
(*Aprovechamos la ocasión para anunciarles que este martes, 29 de octubre y con entrada libre, se celebrará la segunda sesión de las Meditaciones Bíblicas a cargo de Núñez Regodón, enmarcados dentro de las actividades del Jubileo 2025 y que llevará por título ‘De los sueños humanos a la esperanza definitiva’. Será en la Capilla Mayor del Seminario Diocesano a partir de las 20 horas y, en esta ocasión, será ‘La oración de Jesús.)
Nacido en la localidad diocesana de Santa Ana, en 1955, deán de la Catedral de Plasencia y Profesor Emérito de la Universidad Pontificia de Salamanca, donde ha sido Vicerrector, atesora una larga trayectoria tanto en la Universidad como en la Diócesis, donde ha sido Vicario General, rector del Seminario Mayor o director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas Santa María de Guadalupe, de la Provincia Eclesiástica Extremeña. Licenciado en Teología en la Universidad Pontificia Comillas y en Ciencias Bíblicas por el Instituto Bíblico de Roma, Doctorado en Teología Bíblica en la UPSA, donde fue Catedrático de Sagrada Escritura II: Nuevo Testamento, ha sido el encargado de abrir una nueva edición de la Formación Permanente del Clero. Ahora, explica para Iglesia en Plasencia los pormenores de los ‘Fundamentos Bíblicos del Análisis de la Realidad’, tema de su exposición.
– ¿La Biblia sigue siendo capaz de iluminar nuestra realidad?
– Absolutamente. El texto latino de Isaías 40,8 reza así: Verbum Domini manet in aeternum –“La Palabra de Dios permanece para siempre”. Esas palabras son el lema del Pontificio Instituto Bíblico, de Roma, donde tuve el honor de estudiar. Y esa certeza ha acompañado mi dedicación a la Palabra durante toda la vida. Dios nos ha regalado su Palabra, pero no como algo inerte sino como una realidad viva, capaz de desplegar todas las potencialidades de cada momento histórico. Y sí, también para este momento nuestro la Palabra de Dios ofrece rayos de luz capaces de iluminar nuestra realidad. “Es viva y eficaz”, como se leía en el texto de Hebreos proclamado en la segunda lectura del domingo pasado.
Este ejercicio de actualización tiene un momento especial en la homilía. En la exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini el Papa Benedicto XVI dice a este propósito en el núm. 59: “La Asamblea sinodal ha exhortado a que se tengan presentes las siguientes preguntas: « ¿Qué dicen las lecturas proclamadas? ¿Qué me dicen a mí personalmente? ¿Qué debo decir a la comunidad, teniendo en cuenta su situación concreta? El predicador tiene que ser el primero en dejarse interpelar por la Palabra de Dios que anuncia, porque, como dice san Agustín: «Pierde tiempo predicando exteriormente la Palabra de Dios quien no es oyente de ella en su interior”.– ¿Cómo debemos acercarnos a la Biblia para sentirnos interpelados?
-En primer lugar, con humildad. La Biblia no se abre si vamos con la actitud prepotente de quienes creen saberlo ya todo. Dice Jesús: “Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla”. Es imprescindible un corazón capaz de escuchar lo que Dios nos dice, a veces de forma casi callada e imperceptible y, sucesivamente, poco a poco, de forma cada vez más luminosa. Es importante acercarse a los textos con mimo y con ternura, es decir, leyendo y releyendo, prestando atención a los detalles del texto, pues en esos detalles Dios ha encarnado su Palabra. Tanto mejor cuando a todo eso se suman lecturas de autores que han estudiado técnicamente los textos y pueden ofrecernos algunas claves de comprensión.– ¿A qué momento histórico de la historia de la Salvación compararía el momento actual?
– La pregunta es interesante, pero no fácil de contestar. Por una parte, el momento actual es tan plural que es difícil focalizar en solo un aspecto. Por otra, un mismo texto se puede adecuar a momentos históricos diversos.
No obstante, después de muchos años de estudio y enseñanza de las Cartas de San Pablo me atrevo a decir que ellas nos ofrecen el conocimiento de contextos históricos, sociales, eclesiales etc. que se pueden con-frontar (poner frente a frente) con el momento presente y, en consecuencia, pueden ofrecer una luz muy directa a nuestro hoy.
Como principio general, hay que tener en cuenta que cuando nosotros nos acercamos a la Escritura podemos buscar la identificación histórica de un texto y su paralelismo con nuestro contexto actual. Pero aun cuando no sea posible esa identificación histórica siempre tendremos la significación religiosa de los textos. Esto se puede advertir sobre todo en los salmos. No siempre es posible identificar el contexto histórico de un salmo, pero siempre será posible conocer su significación espiritual.– ¿En los grupos de trabajo diocesano cómo se debe tener en cuenta la Sagrada Escritura?
– La palabra de Dios ilumina el corazón de cada creyente y de cada comunidad. Es esa palabra la que nos convoca, nos sostiene, nos conforta, nos hace hermanos y anima nuestra esperanza. Si no hay Palabra, la Iglesia se desvanece. Por otra parte, conviene expresar esta centralidad haciendo lectura, reflexión y oración de la misma en cualquier encuentro pastoral. Igual que en toda celebración litúrgica siempre se proclama la Palabra, en cada encuentro de carácter catequético conviene reservar un momento para la escucha de la Palabra. La eficacia de este ejercicio siempre da fruto. Es muy eficaz que en todos los encuentros eclesiales esté latente el ejemplo de Jesús, sus enseñanzas, su persona. De todo eso nos dan noticia los evangelios y por eso es tan importante que resuene en cualquier ambiente eclesial la presencia de Cristo.– ¿Cuál es el fin de las meditaciones que ofrece el Cabildo como preparación y luego celebración del Jubileo 2025?
– De acuerdo con la Comisión diocesana para el Jubileo del Año 2025 lo hemos llamado meditaciones. No se trata de conferencias sobre un tema, es decir, presentando y sistematizando unos determinados contenidos. Lo que pretendemos es indagar en la Palabra de Dios las grandes cuestiones que jalonan la historia de la salvación y hacer que el saber sobre esas cuestiones se convierta en sabor, que iluminen no sólo el entendimiento sino que destilen los aspectos que pueden alegrar nuestro corazón. En definitiva, se trata de compartir el amor a la Palabra, que es lámpara y luz, penetrar en su sentido más íntimo, dejar que sea ella la que ilumine nuestra vida y anime nuestro camino de esperanza.
En la vida eclesial hay muchos modos y maneras para acercarse a la Palabra de Dios, pero pareció oportuno recurrir a este género de la meditación, en concreto ofreciendo una palabra sobre cuestiones esenciales de la vida de fe: oración, creación, pecado etc. para aterrizar en los misterios de la vida del Señor, que es a lo que nos invita el Jubileo: encarnación, anuncio del Reino, pasión y muerte, resurrección y vida eterna.