
15 May Iglesia en Plasencia: Sacerdotes por amor, Carta Pastoral Monseñor Brotóns (1)
Desde hace unos días, los sacerdotes de nuestra Diócesis tienen a su disposición la Carta Pastoral de nuestro Obispo Monseñor Brotóns, que lleva por título ‘Sacerdotes por Amor’, donde reflexiona sobre le ministerio del sacerdotes y su propia identidad. En el último número de Iglesia en Plasencia (627) , hacemos un primer análisis gracias a la colaboración de don Fernando Díez, párroco de Santa Elena de Plasencia. Se lo ofrecemos a continuación:
Sacerdotes por amor
Hace unos días veía la luz la Carta Pastoral de nuestro Obispo, Monseñor don Ernesto Brotóns que, bajo el título Sacerdotes por Amor “invita” al presbiterio placentino a “reavivar el don recibido” y reflexionar sobre el “ministerio” del sacerdote y su propia identidad. Con la ayuda de don Fernando Díez, párroco de Santa Elena, les ofrecemos a continuación el análisis del texto.
En este Año Jubilar de la esperanza nos ofrece nuestro Obispo, don Ernesto, una carta a los sacerdotes. Ya la portada nos da una pista acerca del pensamiento central de este texto. En la portada aparece Cristo, el Buen Pastor, que confía sus ovejas a Pedro. Tanto el título de la carta como esta imagen inicial nos llevan al núcleo de la vocación sacerdotal: ser pastores del pueblo de Dios confiado a nosotros “por amor”.
En la introducción nos invita don Ernesto a reavivar el recuerdo del “primer amor”, de la llamada. La llamada del Señor es siempre una iniciativa suya que brota de su amor incondicional. Después, pasa en la carta a los núcleos de contenido divididos en tres bloques: sacerdotes en tiempos recios, la alegría de ser sacerdote hoy y la necesidad urgente de reavivar una cultura vocacional.
En el primer bloque y durante toda la carta hace un análisis certero y fundamentado en la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia de lo que significa ser sacerdotes en el siglo XXI, tiempos recios para el anuncio del Evangelio en los que el sacerdote puede experimentar cansancios y desencantos. Hoy nos toca amar en “tiempos revueltos”, en “tiempos recios” que diría Santa Teresa. No obstante, nuestro Obispo nos invita a una mirada esperanzada, evangélica de nuestra realidad actual, centrándose en un posterior análisis en las cuatro dimensiones fundamentales del cuidado del sacerdote hoy: la dimensión humana, la espiritual, la pastoral y la intelectual, concebidas desde un desarrollo armónico de la persona del sacerdote.
En el segundo bloque nos invita a contemplar la alegría de ser sacerdotes hoy, en pleno siglo XXI. Esta alegría se articula en tres momentos: el gozo de ser “desde”, el gozo de ser “para” y el gozo de ser “con”. Somos sacerdotes llamados, enraizados en la historia del amor trinitario de Dios con el mundo. Llamados “desde” una realidad concreta en la que creció y maduró nuestra vocación y radicado nuestro ministerio en el amor trinitario de Dios; nos invita don Ernesto, usando los documentos del Magisterio, a vivir el ministerio sacerdotal como un camino de santidad, un ser llamados “desde” Cristo y para servir al pueblo de Dios. Este gozo de ser sacerdotes hoy implica también un “para” que nos configura y nos define en nuestra vocación sacerdotal como oyentes y servidores de la palabra que anunciamos y servidores de los misterios del Señor. Por último, el gozo de ser sacerdote hoy es también un gozo de ser “con”. Somos llamados a vivir no aislados, sino cuidando las denominadas “vecindades” del sacerdote. A saber: el trato íntimo con Dios, la cercanía con el Obispo y los demás sacerdotes y, por último, la cercanía con el pueblo de Dios, al cual servimos, para ser sacerdotes “con” corazón y según el corazón misericordioso de Dios.
En un tercer bloque nos invita el Obispo a tomar conciencia de la urgencia de caminar hacia una cultura vocacional, enraizada en la oración al “dueño de la mies”.
En la conclusión vuelve sobre la idea de que somos sacerdotes “por amor”, llamados a transparentar el rostro misericordioso de Dios para los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Podemos afirmar que esta carta, escrita desde la reflexión y la oración puede ayudarnos a los sacerdotes a interiorizar el gozo de ser sacerdote hoy para vivir de forma plena nuestro ministerio en esta Iglesia que camina en Plasencia.