Iglesia en Plasencia: Papa Francisco, memoria y gratitud (D. Jacinto Núñez)

Iglesia en Plasencia: Papa Francisco, memoria y gratitud (D. Jacinto Núñez)

A continuación reproducimos el artículo de don Jacinto Núñez Regodón, Deán/Presidente de la SI Catedral, que, con motivo del fallecimiento de Papa Francisco, sale publicado en el último número de Iglesia en Plasencia.

El Papa Francisco, memoria y gratitud

Con estas líneas no pretendo hacer un juicio del pontificado del Papa Francisco. No es el momento ni el lugar para ello, ni yo soy la persona adecuada. Sólo quiero proponer unos cuantos datos que considero importantes para comprender mejor el pontificado que, después de doce años, ha llegado a su fin.

Estamos hablando del primer papa latinoamericano, hijo de inmigrantes argentinos venidos desde Italia. Era un hombre de “lindo entendimiento”, con una rica formación, como no podía ser menos en un jesuita. En contra de lo que pudiera parecer, era formidable su conocimiento de la música clásica. Tenía también una gran sensibilidad por la literatura. No en vano este Papa es aquel jesuita que, con apenas 30 años, invitó al Nobel Jorge Luis Borges para que diera algunas lecciones de formación literaria a sus alumnos del Colegio de la Compañía en Santa Fe, donde el P. Bergoglio era profesor de Literatura. Tuve la suerte de que me ratificara personalmente esta historia en Salamanca María Kodama, viuda de Borges. Recogí esta historia en el Prólogo de la obra Los lenguajes del papa Francisco, del que soy editor. [De la importancia de la literatura, hace sólo unos meses Francisco ha escrito una Carta apostólica sobre la importancia que tiene la lectura de novelas y de poesía en el camino de la maduración personal].

Teológicamente su pensamiento estuvo muy influenciado por el P. J.C. Scannone S.J., representante de la “teología del pueblo”, una corriente, con nombre propio e implantación especialmente argentina, de la teología de la liberación. Y aunque no llegó a terminarla, su tesis doctoral se ocupó de Romano Guardini, uno de los teólogos más grandes del siglo XX.

De su ministerio como obispo de Roma puede dar una primera razón la intervención que el cardenal Bergoglio tuvo en una de las Congregaciones Generales anteriores al cónclave del que saldría elegido papa, y que hemos conocido porque el entonces arzobispo de la Habana, cardenal Jaime Ortega, le pidió que la pusiera por escrito. Aquellas notas manuscritas se convirtieron lógicamente en un tesoro cuando salió elegido. Entre las más importantes señalo las siguientes perspectivas.

En primer lugar, el riesgo de que la iglesia caiga en la “mundanidad espiritual”, expresión que tiene su fondo en cierto pensamiento del gran teólogo francés H. de Lubac S.J., entendida como el engaño de revestir de espiritualidad lo que son ambiciones humanas. En segundo lugar, la necesidad de una iglesia en salida, frente a una iglesia autorreferencial. En tercer lugar, la necesidad de ir a las periferias tanto físicas y geográficas como pastorales y espirituales. En este sentido ha sido un auténtico profeta en la defensa de los pobres y los vulnerables y, así, se ha convertido en el primer referente moral del mundo.

De todo ello pudo dar razón ya en su primera Exhortación apostólica, Evangelii Gaudium, con cuya lectura tuve la impresión de haber encontrado una fuente de agua fresca. Puro evangelio…

Después vinieron otras encíclicas y exhortaciones sobre cuestiones de gran actualidad e interés mundial como la ecología, la amistad social entre los pueblos etc., ofreciendo luz sobre estas cuestiones más allá de los ámbitos meramente eclesiales. Laudato sì y Fratelli Tutti son buenos ejemplos de lo que digo.

No quisiera olvidar algo que puede definir muy bien el auténtico perfil espiritual del pastor que ha regido a la iglesia del Señor en los últimos años. Cuando en 2016 el P. Antonio Spadaro S.J. le hizo una entrevista para 16 revistas jesuíticas, la primera pregunta, a bocajarro, fue: ¿Quién es Jorge Mario Bergoglio? El Papa contestó: “soy un pecador que ha experimentado la misericordia de Dios”. Pecado y misericordia. No en vano en su lema episcopal aparece la idea de misericordia con un texto referido a la vocación de San Mateo: “Misereando atque eligendo” [“Lo miró con misericordia y lo eligió].

Ahora, con Cristo frente a frente en el momento del juicio, él presentará su vida entera, incluidos sus pecados, y experimentará esa misericordia de la que él fue un testigo valiente y audaz en el mundo. A nosotros toca ofrecer la oración por su eterno descanso.

Jacinto Núñez Regodón

Deán/Presidente de la SI Catedral de Plasencia