
01 May Iglesia en Plasencia: Firme apuesta de nuestro Obispo por las Vocaciones
A continuación les ofrecemos el artículo publicado en Iglesia en Plasencia en el que nuestro Obispo, Monseñor don Ernesto Brotóns, a través de una carta, hace una apuesta firme por un proyecto diocesano vocacional y por una cultura de las vocaciones, coincidiendo con la gran Vigilia del próximo sábado 10, previa a la Jornada Mundial por las Vocaciones.
‘Para el Señor en los hermanos’: Firme Apuesta de nuestro Obispo por las Vocaciones
En esta carta, nuestro Obispo, Monseñor don Ernesto Brotóns, nos traslada una firme y decidida apuesta por las vocaciones. Nos invita a unirnos en oración por ellas, terminando con la Vigilia diocesana que se celebrará el sábado, 10 de mayo, víspera de la Jornada Mundial de oración por las Vocaciones, en la SI Catedral de Plasencia.
Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Pascua de Resurrección!
¡El Señor vive! Esta es la gran noticia que recorre el mundo entero haciendo posible la esperanza. Donde todo parece cerrarse, Dios ha abierto definitivamente un camino, una salida. El amor, su amor, es más fuerte que la muerte.
En el encuentro con Jesús Resucitado encuentra la Iglesia, encontramos, nuestra razón de ser. Somos porque Él nos ha amado, elegido, llamado: “¿Me amas?”. “Sígueme”. Es un misterio que nos desborda infinitamente y un don inmerecido. El Señor vive y nos quiere vivos. Nos llama a la amistad con Él, a seguirle con todo el corazón, a no conformarnos con poco, a entregar la vida con generosidad. Nos llama y envía.
Con la mirada puesta en la próxima Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Vocaciones Nativas del 11 de mayo, y recogiendo el eco ilusionante del pasado Congreso de las Vocaciones, en el que participó nuestra diócesis, me detengo en el gran «reto» de comprender la vida entera como vocación.
Y hablo de «reto» porque supone un cambio, una verdadera conversión. Sitúa toda nuestra vida de cara al Dios que nos ama. Lo importante no es ya lo que yo quiero, siento o espero de la vida, sino lo que Dios, a través de la realidad, reclama e inquiere de mí. Paradójicamente, para «centrarnos» de verdad, nos «des-centra»; nos saca de nosotros mismos, sin que, por ello, dejemos de ser sujetos y protagonistas de nuestra historia. Al contrario; cuanto más me abro a la voluntad de Dios más libre soy, más soy «yo mismo». Muchas veces en la vida nos hemos preguntado «¿quién soy?» o «quién quiero ser?». Quizás la respuesta solo la hallemos cuando nos atrevamos a preguntar «¿quién soy yo para ti, Señor?», «qué quieres de mí»? Quizás la pregunta oportuna no sea, realmente, «¿quién soy?», sino «¿para quién soy».
Este descubrimiento nos saca del aislamiento de un yo autorreferencial para descubrirnos como seres en relación. No somos islas. La vida es crear lazos. Existimos y vivimos abiertos al mundo y a la gente que nos rodea, abiertos a Dios. ¿Para quién soy? ¿Para quién eres, Iglesia de Plasencia? La respuesta que brota del Evangelio es muy sencilla: somos para Dios y somos para los hermanos. En nuestra fragilidad, y con todo ese conjunto de dones, carismas y cualidades que Dios nos ha dado, somos, como reza el lema de la Jornada de la Oración por las Vocaciones de este año, “para el Señor en los hermanos”.
Comprender la vida como vocación es acogerla como don, un don gratuito, que ni hemos comprado ni hemos merecido, y descubrirla y reconocerla asimismo como don para los demás. Es aceptar que nuestra vida no es un accidente, fruto del azar, sino que responde a un proyecto de amor, que, por otra parte, no afrontamos solos, por libre, sino en comunidad, Iglesia, pues no somos francotiradores, sino compañeros de camino. Juntos pertenecemos al modo en el que Dios ama el mundo. Dios quiere amar el mundo en y a través nuestro.
Solo desde aquí podemos detenernos en la vocación entendida como una llamada precisa al servicio misionero de los demás. El Señor tiene una misión para todos y cada uno de nosotros, no una tarea externa que se nos encomienda, sino una misión, como forma de vida que nos configura, ya sea desde el laicado, el ministerio sacerdotal o la vida consagrada. Descubrir la propia vocación, ya en este sentido concreto, se produce en un camino de discernimiento, un proceso que no es inmediato, requiere tiempo, detenerse, escuchar dentro de uno, orar… (algo un poco difícil en medio de un mundo que continuamente nos obliga a decisiones apresuradas), y que nunca es solitario, sino que se desarrolla en el seno de la comunidad cristiana y junto a ella. Requiere acompañamiento.
Todo esto nos interpela como Iglesia de Plasencia, llamada a fomentar una cultura vocacional que promueva una comprensión de la vida como vocación; para, desde ahí, desde un trabajo real pastoral con jóvenes, acompañar, inquietar, provocar, ayudar a discernir… La pastoral vocacional no puede ser un apéndice de nuestra diaria labor. Toda la pastoral, formación, espiritualidad, es, debe ser, vocacional.
Nuestra Iglesia necesita, como bien sabemos, de todas las vocaciones: al sacerdocio, por supuesto (ya vamos sufriendo lo que significa la escasez de sacerdotes), y también al diaconado, a la vida religiosa o misionera, al matrimonio o al laicado comprometido. Trabajemos y oremos por ello. La plegaria confiada al Dueño de la Mies nos recuerda, de manera inequívoca, que no somos nosotros, sino el Señor, la fuente de las vocaciones. Por eso, en estas semanas previas a la Jornada invito a toda la diócesis a promover un movimiento continuo y tenaz de oración por las vocaciones que nos implique a todos: seglares, religiosos, sacerdotes, parroquias, comunidades contemplativas… y que culminará en la Vigilia de Oración que se celebrará en la Catedral el sábado 10 de mayo. Desde la Delegación se os enviará el material que el Equipo de Pastoral Vocacional de nuestra diócesis, consolidado a raíz del Congreso de las Vocaciones, y el de la propia Conferencia Episcopal, han preparado: un modelo de vigilia para que podáis adaptarlo en vuestras comunidades, estampas con una oración para que puedan ser oradas por los grupos de catequesis o en las distintas reuniones que tengáis, etc.
Os invito a que este año la oración por las vocaciones sea un auténtico clamor conjunto que llegue al cielo y que alcance nuestros corazones.
Con mi afecto y bendición