«Hay un problema de adultos, tenemos dificultad para todo lo que requiera compromiso»

«Hay un problema de adultos, tenemos dificultad para todo lo que requiera compromiso»

DIARIO HOY 26-12-2021

Plasencia fue sido su primer destino como obispo y, tal vez por eso, a José Luis Retana le sigue doliendo su marcha. «Porque Plasencia ha sido el amor primero y porque me he encontrado en casa y en familia desde el primer momento que llegué». Pero en solo unos días tomará posesión como nuevo obispo de Salamanca y Ciudad Rodrigo.

«Me espera una ardua tarea, porque es la primera vez que una única persona asume las dos diócesis, por lo que me puedo encontrar a gente que no ha acogido bien esta decisión, y porque esto me va a exigir un reparto de mi tiempo y mis energías mucho mayor», reconoce. Pero aun así, y también a pesar de que la propuesta le ha desbaratado los planes otra vez y de que podría haber dicho que no, ha aceptado.

«Cuando a los 60 años comencé de párroco, pensé que me jubilaría como tal, porque lo normal es estar 12 años y, por lo tanto, más allá de los 70, ¿dónde iba a ir?», explica. Pero fue solo cura cuatro años y medio porque en junio de 2017 fue nombrado obispo de Plasencia. Pudo pensar entonces que se jubilaría como responsable de esta diócesis, pero también cuatro años y medio después ha aceptado un nuevo nombramiento y ahora se hará cargo de Salamanca y Ciudad Rodrigo.

«Nunca he dicho no a la Iglesia; creo que lo más objetivo de lo que Dios quiere para ti, cura, es lo que te pide el obispo»

«Nuca he dicho que no a la Iglesia», afirma José Luis Retana. «Yo vivo con la convicción de que lo más objetivo de lo que Dios quiere para ti, cura, es obedecer a lo que te pide tu obispo». Por eso, aunque cree que a veces hay motivos objetivos para decir que no a una propuesta, a una petición, considera una excusa «lo de ‘he rezado mucho con el rosario y el Señor no ve esto para mí’». Es el motivo, añade, «que se da cuando se opta por una posición más cómoda, porque los cargos son cargas».

Pero el nuevo obispo de Salamanca y Ciudad Rodrigo siempre las ha asumido. También cuando la responsabilidad que le pedían le hacía sentir que no le llegaba la camisa al cuello. Le ocurrió cuando le plantearon que fuera el rector del seminario diocesano de Ávila en Salamanca. «Me pareció algo desproporcionado, una tremenda responsabilidad porque tienes que cuidar, educar y formar a las personas de quienes dependerá el futuro de la diócesis».

Pero entonces también aceptó el compromiso, ese que marca una opción de vida que en su caso se fue forjando desde la niñez. «Mi padre era de una calidad humana y espiritual fuera de lo normal». Y José Luis Retana creció en una familia católica y practicante ligada a la parroquia de la localidad abulense de Pedro Bernardo, donde nació el 12 de marzo de 1953.

El papel de los laicos

Aunque desde que era muy pequeño, ante la pregunta de qué iba a ser de mayor, el decía «obispo lo menos», lo cierto es que en su caso la decisión de dedicar su vida a Dios fue un proceso largo. El hilo vocacional incipiente fue consolidándose a medida que avanzaba en sus estudios en el seminario menor de Arenas de San Pedro, hasta convertirse en firme cuando tomó la decisión de estudiar Teología. «Aunque claro que hay personas que se te meten en el corazón y te duele dejarlas».

«Tenemos una sociedad que busca el poder, el placer, el tener y, además, con muchas dosis de relativismo»

Pero José Luis Retana nunca se ha arrepentido de la decisión que tomó. «Lo cierto es que nunca he tenido una crisis de fe, porque tu dejas un afecto por otro que es más grande, porque lo que quieres es querer a todos», y porque con la decisión tomada «he sido y soy feliz como cura y como obispo».

De sus cuatro años y medio al frente de la diócesis de Plasencia, «aunque aún queda mucho por hacer», asegura que se siente satisfecho por el trabajo realizado o iniciado. Por la llegada de las Edades del Hombre a la ciudad la próxima primavera, pero también «porque hemos puesto en marcha proyectos importantes como el seminario en familia, el diaconado permanente, el centro de orientación familiar, la escuela bíblica, la formación de laicos para asumir tareas en ausencia de sacerdotes…».

Iniciativas que han roto «con la mentalidad clerical que había en base a otra más abierta para situar a los laicos en el lugar que les corresponde en la Iglesia, porque hay puestos para los que no se necesita ser sacerdote, sino contar con la preparación precisa; y porque cuando a un laico se de la una responsabilidad, cumple con ella a la perfección».

También, reconoce monseñor, porque es necesario suplir la ausencia de sacerdotes, la falta de vocaciones que hay en la Iglesia y que el todavía obispo de Plasencia considera que está de forma directa relacionada con la falta de compromiso que hay en la sociedad en general.

«Puede llegar un momento en el que las comunidades serán más pequeñas, pero también más verdaderas»

«La gente no quiere hacer nada que la compromete; creo que hay un problema de adultos, tenemos una dificultad para todo lo que sea costoso, para todo lo que requiera un compromiso», señala. «Si a mi hijo le doy todo hecho y en ningún momento tiene dificultad, si no se le exige disciplina, esfuerzo… Hemos eliminado estos valores de la sociedad, quizás por un amor mal entendido, pero tenemos un problema y nos estamos jugando la sociedad del futuro».

Un asunto de amor

Desde su punto de vista, «hoy tenemos una sociedad que busca el poder, el placer, el tener, y con muchas dosis de relativismo, en la que todo vale y todo lo mismo, y no es así». Y cree Retana que «este estilo de vida cómodo se nos va metiendo a todos en el cuerpo por ósmosis». También a los sacerdotes. «Hay quienes se han dejado los ojos en la pandemia para estar con la gente y otros que seguían la misa por televisión. Y evitar esta realidad, esta tendencia, es tarea de todos».

Una comodidad basada en la falta de compromiso que justifica también en parte, más allá de los errores pasados y presentes de la Iglesia, la desafección de buena parte de la sociedad con la institución y la religión.

«Es que es un asunto de amor», dice José Luis Retana. «Si yo estoy enamorado de una chica no me cuesta ir con ella de paseo o al cine. Pero sí me cuesta con una persona a la que no conozco ni quiero», explica.

Ir contracorriente

Para José Luis Retana el punto de partida de la desconexión con la Iglesia «no es la moralidad que se exige, sino la falta de relación con Cristo; cuando no tiene nada que ver con tu vida, lo más fácil es abandonar la fe». Por eso mantiene que el origen de una realidad que ha ido avanzando en las últimas décadas «es una falta de experiencia religiosa. Y el ambiente social que tenemos no favorece esa experiencia. Porque la religión no es algo social, la experiencia religiosa tiene que ser personal».

Sin embargo, esta situación, para quien apuesta siempre por convertir las dificultades en una oportunidad, «puede hacer que llegue un momento en el que las comunidades sean más pequeñas, pero más verdaderas». Retana argumenta que «quien hoy tiene una experiencia religiosa y quiere vivir su fe tiene una vivencia más potente y real, porque va contracorriente».

Tampoco cree el todavía obispo de Plasencia que la pederastia y los muchos casos que se han dado en la Iglesia justifiquen la desconexión con la institución. «Con que solo se hubiera dado un caso sería suficiente para que fuera un pecado gravísimo», deja claro. «Pero ha habido un boom por el enorme ejercicio de transparencia que ha hecho la Iglesia, remontándose muchos años atrás; un ejercicio que no se ha hecho en otras instituciones y colectivos», señala. Y destaca la creación de oficinas abiertas en todas las diócesis para detectar y actuar ante cualquier caso de abuso que aparezca.

Una herramienta necesaria para avanzar en la Iglesia que él defiende. Abierta, cercana y sencilla y motivo por el que hay quien cree que ello le coloca en la corriente progresista del papa Francisco y que justifica su nuevo nombramiento. «Los obispos somos todos un poquito conservadores y creo que la elección puede entenderse como lógica si se tiene en cuenta que he vivido 20 años en Salamanca y he formado allí a muchos seminaristas de Ciudad Rodrigo».