24 Nov Francisco E. Barrado, Vicario General: «La Guerra de Gaza mezcla cultura, territorio y religión”
Les trasladamos la entrevista publicada en el número 594 de la revista diocesana Iglesia en Plasencia. En ella, entrevistamos a nuestro Vicario General, Francisco E. Barrado Broncano, que, tras haber vivido un lustro en Tierra Santa, nos adentra en la realidad del conflicto palestino-israelí.
“La Guerra de Gaza mezcla cultura, territorio y religión”
Desde septiembre, don Francisco Eustaquio Barrado Broncano, sacerdote diocesano natural de Conquista de la Sierra (16 de junio de 1975) es el Vicario General de la Diócesis placentina tras haber ocupado la Vicaría de Pastoral. Además, es el presidente del Consejo Editorial de esta revista y párroco de Navaconcejo y Cabezuela del Valle, además de haber desarrollado numerosos cargos pastorales desde que se ordenara en 2001. Licenciado en Teología, lo que no todos conocen es que fue Director del Instituto Español Bíblico y Arqueológico (IEBA)-Casa de Santiago de Jerusalén de 2014 a 2020. Allí conoció y vivió la realidad del conflicto entre palestinos e israelíes que ahora pasa por uno de sus peores momentos. En esta entrevista nos da testimonio de lo vivido.
– Durante su estancia en Tierra Santa, ¿cómo era el día a día de su labor en la Casa de Santiago?
-La actividad era muy diversa. Desde momentos dedicados a la gestión administrativa de la casa, ya que se reformó a fondo el edificio, hasta momentos de representación institucional a nivel civil y a nivel eclesial con el Patriarcado, la Nunciatura o la Custodia Franciscana, pasando por momentos de celebrar la fe y de labor pastoral ayudando a los cristianos de lengua castellana con visita a prisiones. También era capellán de comunidades religiosas, celebraba la Eucaristía en Jaffo y mantenía encuentros con peregrinos españoles. Fue un tiempo para el estudio, de colaborar con las instituciones académicas y de promoción de la arqueología española en Tierra Santa, con proyectos nuevos y visitas a los lugares arqueológicos. Y luego vivir, rezar y disfrutar de la tierra donde Jesús vivió y donde se escribió la Biblia.
-¿Se notaba la tensión a diario?
-La mayoría del tiempo fue una vida normal sabiendo que eras un extranjero en un barrio musulmán dentro del Jerusalén Este. Te podías mover por todo el Estado, pero es cierto que, en situaciones concretas, en momentos delicados sí que se notaba tensión. Había épocas de conflicto en los que había que tener cuidado por dónde se conducía y evitando lugares que podían suponer peligro.
-¿Le tocó vivir situaciones parecidas a la actual?
-También se dieron situaciones de conflicto. Quizás no tan graves como la actual, pero hubo épocas de guerra en Gaza en la que se escuchaban las sirenas de bombardeo en Jerusalén y se cerró el aeropuerto y lo que se llamó la intifada de los cuchillos. En el barrio donde está situada la Casa de Santiago no eran extraños enfrentamientos con el ejército israelí por parte de la población musulmana motivados por el muro de separación con la zona palestina.
-Israel es considerado el país del pueblo judío, pero el 20 por ciento de la población es musulmana. ¿Es esto lo que origina el conflicto?
-Es un conflicto histórico muy complejo en el que se mezcla cultura, territorio y religión y que ha ido creciendo con el paso del tiempo y los enfrentamientos. Brota desde el nacimiento de Estado Israel en un territorio de tradición árabe. La cultura árabe tradicional con gran presencia musulmana, aunque también cristiana, entró en conflicto con la nueva cultura judía y con una tradición occidental. A ello se añade una disputa por el territorio a ocupar y por la influencia política en la creación de un estado propio.
– ¿El estallido de la guerra le pilló por sorpresa?
-Sí ha sido sorpresivo, aunque días antes empecé a preocuparme por el incremento de enfrentamientos entre palestinos y el ejército israelí. Tenía programada una peregrinación para mediados de noviembre y me empecé a inquietar por la situación que nos íbamos a encontrar.
– ¿Qué sentimientos reproduce esta escalada de violencia?
-Lo primero, un recuerdo por la gente cercana que está allí y luego, una reflexión sobre lo que el conflicto supone. Toda guerra es un fracaso de la humanidad. La muerte de inocentes produce un gran dolor, un reconocer que el valor de la vida no es respetado. El padecimiento de inocentes supone un nuevo interrogarse por el poder del mal. Y más cuando la motivación de la violencia es religiosa. Que la religión esté en la base de una guerra me entristece y me acentúa la necesidad de dar a conocer el verdadero rostro de Dios. A ello se une el recuerdo compasivo por tantas personas como sufren, especialmente los cristianos. Aunque es un conflicto de raíz religiosa entre musulmanes y judíos me acuerdo de los cristianos en Tierra Santa. Cada vez son menos en porcentaje y cada vez sufren más las consecuencias de lo que ellos no sólo no buscan sino que tratan de remediar.
– ¿La Iglesia Católica está presente en Tierra Santa? ¿Cuál debe ser su postura?
-La presencia cristiana en Tierra Santa también es compleja. Los católicos tenemos una doble presencia; una más local de cultura árabe con el Patriarcado Latino y otra más occidental con comunidades religiosas y especialmente la Custodia de los Franciscanos. Su labor es de mediación y también de denuncia valiente de que la guerra y la violencia no consigue más que aumentar la destrucción y la prolongación y radicalización del conflicto. El nuevo cardenal, el patriarca de Jerusalén, se ha ofrecido para mediar en el rescate de los niños que son rehenes y ha denunciado claramente cómo la violencia no es la solución de un conflicto tan complejo. Algo que refuerza más la necesidad de una presencia cristiana en Tierra Santa que ayude a sembrar la paz.