16 Jul Ernesto Jesús Brotóns, nuevo obispo de Plasencia
EL PERIÓDICO EXTREMADURA 17-06-2022
El Papa Francisco ha nombrado Obispo de la Diócesis de Plasencia al sacerdote zaragozano Ernesto Jesús Brotóns Tena, de 53 años. En la actualidad es director del Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón (CRETA), aunque ha desarrollado numerosos cargos en la Archidiócesis de Zaragoza. El nombramiento se ha hecho público hoy, sábado 16 de julio, a las doce del mediodía, y así lo ha comunicado la Nunciatura Apostólica en España a la Conferencia Episcopal Española.
Brotóns Tena se convierte de esta forma en el prelado número 83 de la diócesis de Plasencia. Desde el pasado mes de enero, Ciriaco Benavente Mateos ha ocupado el cargo de Obispo Administrador Apostólico de la diócesis placentina, en sede vacante.
Después de cursar la EGB con los marianistas, Brotóns ingresó en el Seminario Menor con 14 años. Formado en el Seminario Mayor de Zaragoza, realizó los estudios eclesiásticos en el Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón (CRETA), de 1986 a 1992. Tras la etapa pastoral en La Almunia de Doña Godina (Zaragoza), fue ordenado sacerdote el 2 de octubre de 1993.
Su primer destino pastoral fue en el mundo rural, en la comarca del Campo Romanos (Zaragoza), como administrador parroquial (1993) y párroco (1994) de Cerveruela, Torralbilla, Langa del Castillo, Mainar, Villarreal de Huerva, Romanos, Lechón, Anento y Fombuena.
En 1997 es enviado a estudiar Teología dogmática a la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, donde obtiene la Licenciatura (1999) y el Doctorado en Teología (2002), con una tesis titulada Felicidad y Trinidad a la luz del De Trinitate de san Agustín. Durante su etapa en Salamanca colaboró pastoralmente como capellán de la Residencia universitaria regida por las Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús.
Saludo de D. Ernesto Brotóns Tena, obispo electo, a la Iglesia de Plasencia. Zaragoza, 16 de julio de 2022 Virgen del Carmen
Queridos hermanos y hermanas de esta Iglesia de Plasencia:
Lo primero un afectuoso saludo a todos y a cada uno de vosotros, a todas vuestras comunidades parroquiales, a las comunidades religiosas, tanto de vida activa como contemplativa, Seminario, Cáritas, movimientos, cofradías, asociaciones, centros educativos… Un abrazo grande para todos.
El pasado 28 de junio, el Sr. Nuncio me comunicó la decisión del Santo Padre de confiarme el pastoreo de esta diócesis. Le agradezco de corazón al papa Francisco su inmerecida confianza y asumo confiado y en comunión con él y con toda la Iglesia la responsabilidad que ello supone.
He orado mi respuesta a orillas del Ebro, junto al Pilar de la Virgen, a la que con vosotros me dirijo ya como Ntra. Sra. del Puerto, del Castañar, de la Victoria, de las Cruces, de Guadalupe, y me encantará hacerlo, pronto, con tantas advocaciones entrañables de vuestros pueblos que espero que me enseñéis. Acepto con cierto temor y temblor, muy consciente y sabedor de mi historia, de mis luces y de mis sombras, pero también con ilusión y una inmensa confianza en Dios y en vosotros. Gracias, de verdad, por vuestra segura acogida y confianza.
No nos conocemos, pero he empezado a quereros y a querer a esta Iglesia y a esta tierra extremeña y salmantina, de las que ya me siento parte y espero conocer bien y servir lo mejor que sepa y pueda. Desde el primer momento, he rezado y rezo por vosotros. Espero que nos encontremos pronto y podamos ya ponernos rostro y compartir fe y vida. Mi oración, mi afecto y mi mano tendida, especialmente, para todos a quienes el dolor, de una forma u otra, en estos tiempos recios, golpee sus vidas y hogares.
Permitidme que exprese mi preocupación y solidaridad por los afectados en los incendios de Extremadura, tanto en las Hurdes como en el parque nacional de Monfragüe.
Tenemos una misión hermosa entre manos, en la que lleváis más de ocho siglos inmersos, y a la que me uno con vosotros, seglares, religiosos, diáconos y sacerdotes, niños, jóvenes, mayores y ancianos, como condiscípulo y pastor. Sabemos bien que la Iglesia no existe para sí misma.
De la mano del Espíritu, nuestro ser y nuestra existencia son para Dios y para los demás, en esta doble fidelidad, en sencillez, diaconía y entrega, como Jesús y con Él. El momento actual que vive la Iglesia de conversión pastoral y misionera nos lo recuerda una y otra vez. Pertenecemos, genialmente, sin merecerlo, al modo en el que Dios uno y trino ama este mundo del que formamos parte, como hermanos y servidores de los más pequeños, siendo signos e instrumentos de comunión y de fraternidad, al servicio del Reino de Dios y del anuncio de Jesús y su Evangelio.
En este cambio de época que vivimos, con demasiados sueños rotos, pero también con muchas luces y kilos de amor derrochado, tenemos una palabra significativa y «pro-vocativa» que decir, una experiencia que ofrecer, fuente de sentido, gozo y esperanza. “Para que todos tengan vida y vida en abundancia” (cf. Jn 10,10), decía Jesús. Sabemos que no es fácil, pero contamos con su Espíritu. La oración, el trabajo y la ilusión de estos últimos meses de camino sinodal, y las directrices ya del sínodo diocesano de 2005 y del reciente Plan Pastoral de nuestra Diócesis, nos orientan en esta dirección.
La realidad de Extremadura y de Castilla-León tiene rasgos en común con mi Aragón natal. Aunque es cierto que luego el Señor me ha conducido por otros lares, comencé mi ministerio sacerdotal en el mundo rural, en la comarca del Campo Romanos, pueblos ya entonces muy pequeños, algunos prácticamente vacíos, pero no por ello menores ni en dignidad ni en derechos, y mucho menos en grandeza humana y evangélica. Nazaret, recordaban hace poco los obispos de Aragón, era un pueblo pequeño. Fueron años muy felices que espero que me ayuden a sintonizar con los gozos, esperanzas y fatigas de la gente y los pueblos de esta tierra que me adopta.
A este respecto, saludo con respeto a las distintas autoridades y entidades civiles de todos y cada uno de los pueblos, provincias y comunidades autónomas que abraza la Diócesis, y les presento mi disposición a arrimar el hombro con todas las personas de buena voluntad, independientemente de su credo o ideología, en todo lo que sirva al bien común, defienda la dignidad de la persona y construya una sociedad más justa, humana y fraterna, atenta, especialmente, a los más pobres y necesitados.
Queridos hermanos. Acudo a vosotros, como me decía un joven al inicio de mi sacerdocio, con la «L», nuevo en esta tierra y en el ministerio episcopal, un ministerio que asumo como una verdadera diaconía. Sé que es mucho lo que debo aprender. Le pido al Señor entrañas de pastor, sabiduría y humildad, capacidad de discernimiento y coraje para, con su fuerza, poder confirmaros en la fe, la misión y la comunión. Cuento con vuestra oración, también con vuestra paciencia, comprensión y vuestra ayuda. Sé de vuestra acogida y de la fecundidad y buen ser y hacer de esta Iglesia y eso conforta.
Permitidme que dirija unas palabras de agradecimiento, en primer lugar, a la Iglesia de Zaragoza en la que he crecido y he vivido mi fe y mi vocación, y, en especial, a mis amigos y a mi familia. Siempre se hace duro amar «en la distancia» y sé que, para mi familia más cercana, mis padres, mis hermanos, mi sobrino, no es un sacrificio baladí. Gracias, de corazón. Mi reconocimiento y mi gratitud, por último, a mi antecesor, D. José Luis, y al actual Administrador Apostólico, D. Ciriaco, pastores buenos y solícitos que han caminado y velado con y por vosotros. Gracias, D. Ciriaco, por su entrañable acogida y cercanía. Tomo su testigo en comunión con D. Celso y D. Jesús, obispos de esta provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz a los que saludo con afecto.
Desde ahora mismo pongo mi ministerio pastoral bajo la protección de nuestra Madre, en este día de la Virgen del Carmen, y de los santos hermanos Fulgencio y Florentina. Rezad, por favor, para que el Señor haga fecundo este ministerio, como sucesor de los apóstoles, que acojo humildemente como un don y tarea, y pueda ser, con y para vosotros, un pastor bueno según el corazón de Dios.
¿Y qué decir de Zaragoza y a esta Iglesia de Zaragoza?
Sencillamente gracias… De ella me llevo rostros, amigos, compañeros, grandes testimonios de fe y entrega, muchas veces callada, experiencias hermosas, alguna que otra fatiga y mucho gozo, esfuerzo y trabajo, mucho trabajo, también mucha ilusión, confianza y responsabilidad… y un gran regalo, el más grande, Jesucristo, la fe, vivida, compartida y celebrada en comunidad, el regalo de nuestra Madre y su Pilar. Todo ello forma parte de mi historia y de mi persona.
En el seno de mi familia más cercana, aquí presente, y en la comunidad parroquial de San Lorenzo, en el barrio Colón, de la mano de Pepe y Alfredo, sus curas, y, para mí siempre referentes, segundos padres, creció mi fe, mi vocación y crecí como persona. No me olvido del casal, de los marianistas, del Seminario Menor y de Teresianas, del Seminario Mayor y del CRETA, como tampoco puedo olvidar y agradecer tanto vivido en todas las comunidades a las que he servido lo mejor que he sabido y podido. Sé que en este camino ha habido muchos errores y pecados (perdonad una vez más), aunque espero que, de la mano del Señor, haya podido dejar un poquito de vida en La Almunia, los nueve pueblos del Campo Romanos, Pastoral Juvenil, el Buen Pastor, el CRETA y el ISCR ‘Ntra. Sra. del Pilar’, el Seminario Menor y el diaconado permanente, la Presentación y la Inmaculada… Gracias, Señor, por todos y cada uno de los rostros que hay detrás de estas realidades, por los compañeros, por la gente de los pueblos, de los barrios, de tantas plataformas y asociaciones…. Gracias a nuestros arzobispos, D. Elías, quien me impuso las manos, D. Manuel, D. Vicente y, en este periodo, D. Carlos, por su confianza, cercanía y apoyo.
Doy gracias a Dios todos los días por la amistad, por mis compañeros de curso, por mis hermanos sacerdotes de este presbiterio, por tantos amigos que dejo aquí (toca quereros en la distancia), o en Salamanca (adonde fui enviado a estudiar a la tan querida Facultad de Teología y he vuelto una y otra vez a causa del CRETA -ahora os tengo más cerquita-) o en Cocentaina, la tierra de mi padre, de la que tampoco me quiero olvidar.
Por último, gracias a mi familia, papá, mamá, Mari Carmen, Rafa, Emi… Lo decía antes. Gracias por vuestro amor, comprensión y cariño constante y por vuestro apoyo en este momento. Hacen que las distancias no sean tanto.
Rezad, por favor, por esta Iglesia de Plasencia que me acoge y con la que desposo y por mí, como yo seguiré rezando por mi Iglesia Madre de Zaragoza. Gracias a todos y a los medios por vuestra presencia aquí. Un abrazo grande para todos.
En el ámbito propiamente académico, ha sido desde 2002 profesor de Filosofía de la Religión y de diversas materias de Teología sistemática en el CRETA (2002-2022) y en el ISCR ‘Nuestra Señora del Pilar’ (2016-2022). Ha sido subdirector (2009-2011) y director del CRETA (2011-2022), dirigiendo, a su vez, el citado Instituto desde 2017. Convencido de la significatividad pastoral de la teología, dicha preocupación pastoral está siempre presente en su reflexión teológica. Así se refleja en sus artículos o, además de la publicación de su tesis, en trabajos como Dios y la felicidad. Historia y teología de una relación (Salamanca, 2013).
El Obispo Ciriaco Benavente Mateos, y la Secretaria General Canciller, María Teresa Marcos Martín, han sido los encargados de transmitir la noticia en la Sala de Prensa Papa Francisco ante los miembros del Colegio de Consultores, periodistas y otros miembros del Obispado y la Diócesis.