Entrevista al Padre Miguel Márquez, OCD, un placentino en la Curia de Roma

Entrevista al Padre Miguel Márquez, OCD, un placentino en la Curia de Roma

A principios de verano, el Padre placentino Miguel Márquez Calle, Superior General de los Carmelitas, era nombrado por León XIV como nuevo miembro del Dicasterio de los Institutos de Vida Consagrada. Hace unos días, poco antes de viajar a Roma para participar en un encuentro con el Pontífice, el primero como miembro de la Curia, atendía a Iglesia en Plasencia y nos contaba sus impresiones tanto del nombramiento como aquellos aspectos relativos a la realidad de la Iglesia y también de los religiosos. A continuación, se la ofrecemos completa.

«Para evangelizar hoy hace falta frescura»

Nacido en Plasencia en 1965, y con raíces en Casas del Castañar, este verano era confirmado como miembro del Dicasterio de los Institutos de Vida Consagrada, uno de los primeros nombramientos del Papa León XIV, con el que se reunió el pasado miércoles y volverá a hacerlo en noviembre. Ingresó en la Orden del Carmen Descalzo en 1983 emitiendo su profesión religiosa en 1985. Fue ordenado sacerdote en Medina del Campo en 1990. El P. Miguel Márquez es Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid, con una Tesis de licenciatura sobre “La Imagen de Dios en el Magníficat”. También es Bachiller en teología por la Universidad Pontificia de Salamanca. Ha desempeñado numerosos puestos de responsabilidad y gobierno en la vida de la Provincia de los carmelitas de Castilla hasta ser nombrado Padre General de la Orden Carmelita. Tiene una importante experiencia como docente y como autor de distintas publicaciones de carácter teológico y espiritual, así como numerosos artículos, charlas, retiros, ejercicios y animador en grupos de oración y acompañamiento de muchas personas, entre los que se encuentran sacerdotes, religiosos, monjas y seglares. (*Fuente: Instituto Teológico de Vida Religiosa Escuela Regina Apostolorum)

Hace unas semanas conocíamos el nombramiento del placentino Padre Miguel Márquez Calle, Superior General de la Orden Carmelita desde 2021, como nuevo miembro del Dicasterio para los Institutos de la Vida Consagrada. Ahora atiende a Iglesia en Plasencia para contarnos sus primeras impresiones, poco antes de tener su primer encuentro con el Papa León XIV el pasado lunes. Márquez se muestra orgulloso de sus raíces placentinas y se pone a disposición de la Curia para su nueva tarea. Se muestra partidario de aportar “frescura” a la evangelización y recuperar la “parresía” de los primeros cristianos. Además, lanza un mensaje emocionado a los diocesanos, a los que invita “a vivir con alegría y entusiasmo su vida cristiana”.

 

– ¿Cómo recibió la noticia de su nombramiento? ¿La esperaba? ¿Conocía al Sumo Pontífice? ¿Qué espera de su labor y qué ha supuesto en su vida cotidiana?

– Recibí la noticia, por la mañana temprano, en un curso con Carmelitas Descalzas en el norte de Italia. Me llegó un correo electrónico de una de las secciones del Dicasterio, a través de una secretaria y llegó el documento del nombramiento en latín; no lo entendía bien y pedí la traducción y ya me di cuenta del nombramiento por el Papa León XIV y, formando parte de sus primeros nombramientos ha resonado mucho más. No lo esperaba. Me habían pedido el currículo hacía unos meses y eso siempre hace sospechar que están analizando, estudiando a la persona para ver su itinerario, aunque ya me conocen en el dicasterio porque tenemos buena relación y tenemos que entrevistarnos con la prefecta y otros miembros para muchas cuestiones.

Conocí al Cardenal Prevost en enero pasado que me llamó para hablar sobre algunos aspectos relacionados con su dicasterio, el de los Obispos, y me gustó mucho. Me parece muy sencillo, muy tratable, muy escuchador, hace como muy fácil estar con él. Se siente enseguida que es un misionero y se siente uno muy espontáneo con él. Facilita mucho que habla perfecto español.

De mi labor, la idea es estar al servicio de lo que me puedan pedir. No ha supuesto nada porque se trata de un cargo que es para ocasiones en las que el dicasterio necesite tratar cosas importantes con todos los que forman parte del mismo. Todavía no hemos tenido una reunión.

– ¿Cómo percibe la vida religiosa en general en el mundo y, concretamente, en su orden Carmelita, donde lleva ya unos años como Padre General?

– La vida religiosa yo la percibo siempre en ebullición, como en un permanente estado de transformación. En mi orden estamos en un momento en algunas regiones del mundo en un claro decrecimiento. Las carmelitas descalzas en el mundo son algo menos de 10.000, los carmelitas descalzos algo menos de 4.000 y los laicos consagrados alrededor de 29.000. En Europa hay un decrecimiento grande. En América Latina está levemente decreciendo, pero crece en África, crece en Asia, en India y en otros lugares; pero sobre todo la Orden está en un proceso de transformación y no me refiero en cuanto a número sino en cuanto a encontrar su identidad, su frescura, su novedad en fidelidad al origen, que es Teresa de Jesús. He insistido bastante en que tenemos que volver mucho a la Virgen María para que nos engendre y nos ayude a nacer como su hijo sueña de nosotros. Creo que estamos también en un proceso de revisión de nuestra presencia en el mundo. Hemos aprobado una carta de declaración sobre el carisma, que me parece esencial y con esa carta hemos marcado la identidad del Carmelita Descalzo, así que, en cuanto a la Orden, una Orden Viva y en algunos casos y en alguna manera también la vida religiosa como el Carmelo, también una necesidad de despertar y hacernos más conscientes del mundo. Que nuestra manera de vivir en el mundo sea el de verdaderos hermanos que escuchan a Dios y se hacen eco de Él.

– ¿Qué puede aportar la espiritualidad carmelitana al Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada para el que ha sido elegido?

– La espiritualidad carmelitana referida a los Santos del Carmelo aportan a la vida religiosa y al dicasterio un discernimiento y una lucidez muy importante. No pasan de moda sus escritos. Pero todos ellos tienen una palabra sobre el discernimiento y cómo iluminar los pasos del camino cristiano para cada cristiano y para cada religioso. Hay mucha luz, mucha claridad y mucho discernimiento en sus escritos. Podemos aportar su sabiduría y abrirnos a ella. En el dicasterio queremos aportar eso, la fuerza de un carisma que es carisma de la Iglesia.

– ¿Qué es lo más importante que aporta la vida religiosa a la realidad actual de la Iglesia, y también de la sociedad y el mundo?

– La vida religiosa es siempre como un regalo del Espíritu a la Iglesia y al mundo y a la sociedad. Es muy interesante cómo los grandes fundadores se hacen eco de la voz de Dios en su corazón, cómo se abren con sencillez y escuchan al Espíritu Santo y cómo lo que clama el Espíritu Santo en el corazón de cada uno de ellos con un carisma nuevo es una respuesta para una necesidad de la Iglesia y del mundo y de la sociedad. Si lo estudiamos bien, cada Santo, cada fundador y cada carisma es una preciosa palabra que tiene que ver con algo que es urgente y muy necesario y, después, cada carisma no pasa de moda, sino que queda como una música que se necesita para bailar con sentido en este mundo.

Me encanta cuando hablamos de cualquier gran Santo Fundador. Ha sido una respuesta oportuna en un momento de la historia y una palabra también; una palabra desafiante, profética, que no siempre se ha querido escuchar. Ha habido profetas, fundadores, personajes que viviendo la espiritualidad han sido silenciados, o han sido mártires. No siempre el mundo quiere escuchar una voz de lucidez.

– Personalmente, ¿Qué balance puede hacer de su recorrido como Padre General de los Carmelitas y qué objetivos son los que intenta cuidar durante el ejercicio de su servicio?

– El balance es siempre un balance de agradecimiento, bastante positivo. Me siento muy acompañado. Hay mucha sinodalidad, mucho diálogo entre nosotros. Creo que siempre intento que nuestro camino como Orden y como servicio sea escucharnos mutuamente, acoger la opinión de cada uno, llegar a la luz juntos en cuestiones que no son fáciles y en ese aspecto me siento muy acompañado. Hemos tocado bastantes temas que nos parecían importantes. Hemos hablado de la reestructuración del Carmelo, de cómo reorganizarnos en base a las fuerzas y debilidades. En cuanto a objetivos prioritarios, uno de ellos crear familia, sentido de pertenencia. Otro objetivo era la sinodalidad, otro volver a María, dejarnos engendrar por ella y que nazca el Carmelo que ella sueña, no el que soñamos nosotros y volver también a recuperar la fuerza de la oración, ser maestros de espiritualidad. Estos son algunos de los objetivos marcados y seguimos abiertos a discernir juntos y a reconocer la realidad para poder dar pasos verdaderos escuchando lo que Dios nos pide ahora.

– ¿Qué necesidades contempla desde su cargo para la evangelización en el mundo de hoy y que posibilidades encuentra para ello?

– Creo que se necesita mucho la frescura como esa parresía de los primeros cristianos que sin sentirse absolutamente seguros de sí mismos, era gente que atravesados del Espíritu Santo fueron capaces de decir una palabra que naciera del corazón, una palabra que el Espíritu puso en sus labios y en su corazón para evangelizar. Me parece que la evangelización necesita mucho de personas valientes, sencillas, humildes, capaces de hablar en su propio lenguaje con la libertad de quien no tiene nada que perder, de quien no tiene empresario, de quien no tiene una disciplina de partido, de quien siente por dentro la libertad de poder confrontarse, bendecir y también decir lo que se ve que no va bien. Y también dejarse evangelizar, porque la verdadera evangelización empieza por un grupo, por una comunidad que se deja evangelizar. Entonces me parece que nos hace mucha falta escuchar y sentir cómo el Evangelio es el primer lugar para poder ser nosotros también una voz que sea creíble. Creo que hay muchas posibilidades y las posibilidades no vienen de nuestras estrategias, vienen sobre todo de esa fuerza del Espíritu que se da en la sencillez de los mensajeros y siguen siendo hermosos los pies del mensajero que anuncia la Paz. Yo creo mucho en la fuerza de las personas que, con sencillez y desprendidas de sí mismas son capaces de anunciar una Buena Noticia, el Evangelio.

– Estamos en la era digital. ¿Cómo afrontar la tarea de la evangelización a través del mundo digital y de las redes sociales y qué lugar debe ocupar la Iglesia?

– Me parece clave y fundamental entrar en el mundo digital. De hecho, estamos de lleno metidos en el mundo digital y de las redes sociales. Creo que es clave. Es cierto que la principal conexión, el principal modo de emitir el mensaje tiene que ver con un lenguaje no verbal, con un silencio, con una autenticidad de vida. Hoy en la homilía dije que la palabra más contundente y eficaz de Jesús en la Cruz fue su silencio, fue la que más obró la salvación. Necesitamos ser coherentes y auténticos y creer que se evangeliza, como decía San Francisco, con la presencia, con la verdad de nuestra vida, pero es verdad que el mundo digital y las redes requieren de nosotros el saber manejarlas, entender cómo comunicarnos y hacernos presentes sin miedo, pero también sin dejarnos atrapar por el gusto de la gente, si tenemos más o menos lectores y personas que suman el número de like o que apoyan determinado programa o entrevista. Debemos ser como muy desprendidos del fruto. Lo que más construye la Iglesia es el amor callado. En redes hay que ser como muy verdaderos, muy nobles, no ser francotiradores sino ser personas abiertas a dejarse corregir. No hay crítica sin autocrítica.

– ¿Cómo afrontar el tema de las vocaciones?

– Tiene mucho que ver con la verdad, el contagio y la belleza de nuestra vida, con el entusiasmo que transmitimos, con la felicidad que desprende nuestra familia, nuestro vivir juntos, con la alegría que transmite un sacerdote, un religioso, una religiosa que conmueve. Yo soy Carmelita porque conocía a las Carmelitas de Plasencia y me encantó la belleza y la simplicidad y la alegría de su vida y su conversación y el silencio de la capilla y la Salve de los sábados y su acogida preciosa y también el convento, el Monasterio de Las Batuecas, donde había unos frailes que eran muy mayores y me acogieron con una bondad y una simplicidad que me conmovió, así que lo que me atravesó fue esa simplicidad. En estos días del Jubileo me decía un joven uruguayo que no le había conmovido tanto los monumentos y la grandeza de los lugares sino la sencillez del Papa.

*Por último, el Padre Miguel Márquez, OCD, manda un mensaje a todos los diocesanos de esta Iglesia en Plasencia:

  • Me emociona mucho poder decirles que me siento hijo de Plasencia y que les invito a vivir con alegría, con entusiasmo su vida cristiana. Siempre recuerdo a mi madre que iba a misa por la mañana a la Catedral o a otros templos a rezar y rezaba con sencillez y encendía su velita y rezaba al Nazareno. Les digo a los diocesanos que estén unidos, que este sentimiento de familia, de Comunión de Iglesia nos hace fuertes sin creernos mejores que nadie, pero una Iglesia que acoge, que predica la belleza del Evangelio, que camina unida y que es también cercana a los más pobres, a los que necesitan más el consuelo. Le diría que nos enamoremos de Jesucristo, que es el mejor consejo que puedo decir, y que acudamos a María, a rezarle a María, a la Virgen del Puerto. María siempre es un camino que despierta vida. Y, por supuesto, San José. Yo también soy hijo de Santa Teresa. Así que lo que les digo es que me siento muy orgulloso de ser hijo de esta Iglesia de Plasencia. Empecé como monaguillo en San Nicolás, con don Leocadio, y continué en la Catedral con Santos curas, don Julián, don Pedro Martín Viña, don Leoncio, … Muchos sacerdotes que andaban por allí cuando era pequeño y doy gracias a Dios por todo lo vivido y por la alegría de ser placentino y formar parte de la Iglesia de Plasencia. Un abrazo para todos de corazón y una bendición”.

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