06 Oct Elegimos a estos hermanos nuestros
Ordenaciones diaconales en la Catedral de Plasencia
Aún no eran las cinco de la tarde del 3 de octubre cuando a las puertas de la Catedral de Plasencia el conjunto coral que dirige Daniel Izquierdo aguardaba para entrar y preparar los cantos de la celebración. Junto a ellos, fieles venidos de distintos lugares de nuestra Diócesis y otros que quisieron acompañar a Miguel Ángel y Francisco José.
En la Catedral se percibía la emoción, esa tensión gozosa que precede a los grandes acontecimientos y que lo envuelve todo. Los sacristanes terminando de ubicar los carteles, los cantores calentando la voz, los sacerdotes revistiéndose, los fieles buscando sus sitios. Ardían ya las ascuas del incienso y esperaban pacientes las dalmáticas sobre las credencias. Todo a punto.
Llegado a la Catedral en compañía del Deán, don Jacinto Núñez, y el Vicedeán, don Juan Manuel Ramos, el Obispo don José Luis se dirigió con los dos candidatos a la Capilla del Santísimo. En un entrañable instante de recogimiento, el Obispo llevó a los dos hasta el Sagrario, donde oró con ellos y por ellos como un padre ruega por sus hijos antes de enviarlos a una tarea que transformará sus vidas para siempre.
La procesión arrancó en el claustro de la Catedral mientras se entonaba el canto de entrada. Acólitos, diáconos permanentes de nuestra Iglesia Local junto a los diáconos con los que han convivido en el Teologado de Ávila en Salamanca, un nutrido grupo de sacerdotes y, finalmente, el Pastor de nuestra diócesis, don José Luis. Todos los sentidos encendidos para acoger la gracia de Dios que estaba a punto de derramarse: luz y color para ver, aromas a incienso para oler, música para escuchar, abrazos para mostrar un afecto sincero y el pan que es alimento de vida para gustar.
En su homilía, don José Luis agradeció a Miguel Ángel y Francisco José su disponibilidad a la hora de trasladarse a Salamanca, cuando el seminario pasó al Teologado de Ávila. Allí se han formado los últimos años y se han preparado para lo que ahora se les pide: “vuestros labios nos deben decir lo que debe gritar vuestra misma vida, porque la vida no debe contradecir lo que vuestros labios nos cuentan”, los animó el Obispo, que seguidamente les recordó que “el diácono también tiene una vinculación especial con la caridad como entrega a los demás, particularmente a los pobres de cualquier tipo de pobreza”.
Sin dejar de prestar atención a don José Luis, Miguel Ángel y Francisco José, junto con cada uno de los que allí nos encontrábamos, escucharon un hermoso llamamiento de nuestro Pastor a vivir con autenticidad el amor: “en un mundo tan confuso en sus relaciones de amor, tan ambiguo en lo que significa la fidelidad, es hermoso decir sí y para siempre a una entre del corazón. Sólo en la medida que le pertenezcáis por completo al Señor, vuestros labios nos contarán su Palabra sin rutina y sin traición. Sed del Señor del todo para que vuestra entrega de servicio, de diaconía, sea fecunda y feliz. Y que toda vuestra vida, por dentro y por fuera sea un testimonio claro y creíble de vuestra pertenencia a Jesucristo como diáconos de la Iglesia que peregrina en Plasencia”.
Acabada la homilía con la bendición del Obispo, que los encomendó a la Virgen Madre, se siguieron los gestos, las oraciones, los silencios y finalmente la imposición de manos por la que los dos candidatos fueron constituidos en ministros de Cristo, Diáconos de la Iglesia. Especialmente emocionante el momento de la postración y el canto de las letanías, donde toda la Iglesia, la de ahora y la de todos los siglos, se une en comunión de oración por ellos. Entregados los signos del servicio diaconal, Miguel Ángel y Francisco José fueron revestidos con estola cruzada y dalmática, para pasar seguidamente al servicio del altar.
El canto, la plegaria, el ambiente festivo y gozoso, se prolongó durante todo el acto que concluyó con una hermosa oración que, en nombre de los dos, elevó al Padre Eterno Francisco José en presencia de todos los asistentes.
La Iglesia de Plasencia está de enhorabuena y continúa orando por las vocaciones sacerdotales: “No dejemos de rezar por las vocaciones al sacerdocio -exhortaba el Obispo en su homilía-. Encomendemos la sencilla y hermosa realidad de nuestro Seminario en Familia. Y pidamos por la santidad de los sacerdotes. Como María, creamos que lo imposible para nosotros, es posible para dios que es el que llama”.