16 Dic Don Miguel Ángel Ventanas contagia el espíritu de la Navidad a la Diócesis a través de un Pregón lleno de vida e historia
«Queridos placentinos, ya el frío comienza a dejarse notar, y con él se respira fe, se respira tradición, se respira familia. A nuestras mentes de adultos afloran los recuerdos cálidos de nuestra infancia, pues la Navidad nos lleva siempre a revivir nuestra niñez, a acordarnos de nuestros mayores, a los que están y a los que ya no están con nosotros, pues ellos atesoran las tradiciones del pasado familiar, las emotivas navidades que ellos vivieron y que a la vez les contaron sus propios mayores, conformando así un legado transgeneracional de vivencias propias, que en cada hogar y en cada familia, se viven de un modo único e irrepetible». Son palabras de don Miguel Ángel Ventanas, canónigo de la SI Catedral de Plasencia, Prefecto de Música y de Liturgia y encargado ayer de dar el Pregón de Navidad en la seo placentina, acompañado por el señor Obispo, Monseñor don Ernesto Brotóns Tena, y por el Deán-Presidente de la Catedral, don Jacinto Núñez, y por los miembros del Cabildo, y de la Curia, y por numerosos fieles que se dejaron llevar por la profundidad de sus palabras y, por ese espíritu que él reclamaba.
Y es que estos días nos disponemos a celebrar la Navidad y el nacimiento de Jesús, pero el espíritu debe prevalecer todo el año, año tras año, generación tras generación. Con esas palabras, a lo mejor sin decirlas literalmente, don Miguel Ángel Ventanas transportó también a los presentes al comienzo de la tradición de colocar los Nacimientos o Belenes, instaurada hace justo 800 años por San Francisco de Asís en la localidad italiana de Grezzio. Precisamente, el bello Belén de la Catedral, con la aportación de piezas de don Juan José Gallego Palomero y con su trabajo y el de los trabajadores de la Catedral, lucía mientras el pregonero hacía hincapié en la importancia de las Navidades, de la familia, de la niñez vivida. Precisamente en una ciudad, la capital del Jerte, «más de ocho veces centenaria», matizó
Y la música, la música no podía faltar. No lo hizo en el acompañamiento, donde el Coro Cum Iubilo, dirigido por Daniel Izquierdo, interpretó los villancicos Chiquirriquitín; Noel; Noche de Dios y Joy to The World, y no faltó en las palabras del ilustre pregonero.
«Nos vamos, de este modo, momentáneamente de la ciudad del Jerte para viajar en el tiempo y trasladarnos a la Toscana del siglo XIII, a la pequeña y escarpada ciudad de Greccio, en la provincia de Retti.
Aunque antes, hemos de retrotraernos un poco más en este viaje en el tiempo, a las primeras representaciones del nacimiento de Cristo en el arte paleocristiano de las catacumbas romanas, cuando se pintó al niño Jesús en los brazos de la Virgen María, incluso los Reyes Magos y la estrella de Belén, que predijo en su oráculo el adivino Balaam o a los hermosos mosaicos de las basílicas romanas y de otras basílicas e iglesias.
Más tarde, fue vital el teatro litúrgico medieval, y aunque se desconoce cómo se representaban con exactitud los dramas en las celebraciones, debían parecerse a las imágenes artísticas del ciclo de Navidad que se realizaban en los retablos y en las pinturas del Medievo.
Sí sabemos del Officium Pastorum, inserto en los maitines de Navidad, donde se teatralizaba el descubrimiento que los pastores habían hecho del pesebre con el Niño:¿A quién habéis visto, pastores?
Hablad, contádnoslo,
¿Quién se ha aparecido en la tierra?
Hemos visto al recién Nacido
Y a los coros de Ángeles alabando al Señor. Aleluya.Hoy se conserva en los laudes del día de Navidad como una de sus antífonas. En este oficio se entonaban cánticos que imitaban el rebuzno del burriquito, el mugido del buey o el valar de los corderos, que daban gran realismo al acontecimiento.
O el Ordo Stellae, donde se desarrollaba el pasaje de los Magos de Oriente (El Auto de los Reyes Magos es el más antiguo texto teatral conservado en lengua romance de la península ibérica. Es, además, el único texto dramático conservado en castellano anterior al siglo xv).
Ello permitía visualizar aquello que se recitaba en los textos litúrgicos e imbuirse en el espíritu navideño de entonces.La recreación del humilde pesebre que San Francisco de Asís hizo en Greccio, no deja de presentarse como el eco popular de aquellos dramas litúrgicos. Según las crónicas de Tomás de Celano y San Buenaventura, en la Nochebuena de 1223, el santo de Asís organizó una representación viviente del nacimiento, con un asno y un buey, que arregló el noble Juan de Greccio. Tras la celebración de la misa, éste tuvo una visión del sagrado niño, que cobró vida
entre el heno. Según cuenta Celano en su Vida Primera del santo:
“No carece esta visión de sentido, puesto que el Niño Jesús, sepultado en el olvido en muchos corazones, resucitó por su gracia, por medio de su siervo Francisco, y su imagen quedó grabada en el corazón de los enamorados”.
Este episodio fue representado por Giotto entre 1295 y 1299 en la historia dedicada a San Francisco en sus frescos para la Basílica Mayor de Asís. Allí se encuentra el santo arrodillado, tomando en sus brazos al niño en el pesebre, nimbado como él, rodeado de fieles. Desde entonces la piedad franciscana y por extensión la piedad conventual tendrían en el corazón grabada la imagen del
Niño Jesús, siendo una de las devociones preferidas y, por ende, en donde proliferaron con mayor abundancia sus esculturas».
No olvidó hacer también un recorrido por las tradiciones belenísticas del mundo, recordando la difusión que tuvieron con Franciscanos y Clarisas, entre otras órdenes, tradición que se trasladó a la nobleza y que llegó también a todos los lugares. Roma, Nápoles y… por supuesto España. Y no se olvidó citar «a la asociación Belenista del Niño Jesús Cubanito, aquí en Plasencia y el gran auge del Belén en nuestros días animado por cofradías y parroquias».
«Se aprende desde niños: cuando papá y mamá, junto a los abuelos, transmiten esta alegre tradición, que contiene en sí una rica espiritualidad popular. Espero que esta práctica nunca se debilite; es más, confío en que, allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada», señaló.
El acto arrancó con el saludo de bienvenida de don Jacinto Núñez, mientras Monseñor Brotóns también dirigía unas palabras tras el pregón, justo antes de bendecir el Belén de la Catedral y de que se pusiera el cierre a un acto inolvidable con el canto del villancico Adeste Fideles.
El acto en imágenes