15 Oct Don Ernesto Jesús Brotóns Tena ya es obispo de Plasencia
Don Ernesto Jesús Brotóns Tena se convertía hoy, por medio de su ordenación episcopal en la Plaza de San Nicolás, en el nuevo obispo de Plasencia, poniendo fin a la administración apostólica de don Ciriaco Benavente, que ocupaba el cargo desde principios de año.
El nuevo obispo de la Diócesis de Plasencia, Monseñor Ernesto Jesús Brotóns Tena, recibió la ordenación episcopal a las 11 horas en la Plaza de San Nicolás, dando así comienzo a su ministerio episcopal después de que se hiciese público su nombramiento el 16 de julio.
La celebración estuvo presidida por el Arzobispo de Barcelona y Presidente de la Conferencia Episcopal Española, Cardenal Juan José Omella, que fue el consagrante principal, y con la presencia del Nuncio Apostólico de Su Santidad el Papa Francisco en España, Monseñor Bernardito Cleopas Auza. Y, además, estuvieron presentes el Arzobispo Emérito de Valladolid, Cardenal Ricardo Blázquez; el arzobispo de Mérida-Badajoz y Metropolitano, Mons. Celso Morga; el arzobispo de Toledo y Primado de España, Mons. Francisco Cerro; el Arzobispo de Zaragoza, Mons. Carlos Escribano, y el Arzobispo Emérito de Zaragoza, Mons. Vicente Jiménez. Éste último y don Celso Morga acompañaron al Cardenal Omella en la consagración. Además, asistieron Mons. Ciriaco Benavente, Administrador Apostólico de Plasencia, y los prelados de Jaén, Mons. Amadeo Rodríguez; de Ciudad Rodrigo y Salamanca, Mons. José Luis Retana; de Coria-Cáceres, Mons. Jesús Pulido; de Zamora, Mons. Fernando Valera; de Teruel y Albarracín, Mons. José A. Satué; de Tarazona, Mons. Vicente Rebollo; los Eméritos de Tarazona, Mons. Eusebio Hernández, de Segovia, Mons. Ángel Rubio; de Tarifa (Bolivia), Mons. Javier del Río; y los obispos Auxiliares de Toledo, Mons. Francisco César G. Magán; de Canarias, Mons. Cristóbal Déniz; y de Getafe (electo), Mons. José. M. Avendaño.
Don Ernesto J. Brotóns estuvo acompañado por los fieles venidos de los distintos sitios de la diócesis placentina, miembros laicos de las parroquias, movimientos, cofradías, asociaciones, sacerdotes, religiosos y religiosas de la Diócesis; por sus familiares directos y representantes de la curia de Zaragoza. Además de los 800 invitados con asiento, se instalaron dos pantallas gigantes, una en la divisoria de los dos niveles de la Plaza de San Nicolás y otra en la calle de entrada al Palacio del Marqués de Mirabel, donde podrán seguirla aquellos fieles que lo deseen.
La celebración fue retransmitida en directo por TRECE a partir de las 11 horas y por Radio María.
La Plaza de San Nicolás
Al encontrarse ocupada la Catedral de Plasencia, lugar propio para esta ceremonia, se eligió un marco privilegiado, con capacidad para 800 personas sentadas. El marco recogió en su entorno varios edificios emblemáticos de la ciudad como la propia Iglesia de San Nicolás, el Palacio del Marqués de Mirabel, el templo de Santo Domingo o el convento de San Vicente Ferrer (actual Parador). El ágora presentó una bella transformación para acoger a los asistentes.
El espacio celebrativo estuvo formado por una tarima de más de cien metros cuadrados, cuyo nivel de altura era el de la puerta principal de la Iglesia de San Nicolás. Para la ocasión, se trasladaron la Virgen del Sagrario y el Cristo de los Doctores desde la propia Catedral, donde se exhiben dentro de la exposición Transitus. La plaza en sí se distribuyó en distintos sectores donde se acomodaron sacerdotes, familiares de don Ernesto Brotóns, autoridades y representantes de instituciones y asociaciones, así como de organismos Diocesanos y 400 personas elegidas entre los 13 arciprestazgos de la diócesis placentina. También hubo un amplio dispositivo de voluntarios pertenecientes a las Hermandades y Cofradías, así como otros miembros encargados de la organización, que velarán por el buen orden y los accesos. La música corrió a cargo del coro Cum Iubilo.
Según los últimos datos, don Ernesto Brotóns, nacido en Zaragoza el 20 de febrero de 1968 y doctor en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca, llega a una diócesis con casi 250.000 personas, casi idéntico número de mujeres que de hombres, 201 parroquias y más de 130 sacerdotes diocesanos. San Fulgencio y Santa Florentina son sus patronos.
La celebración
Antes de comenzar la celebración propiamente dicha, el obispo electo, acompañado del Señor Nuncio Apostólico y de otros obispos, así como del Cabildo de la SI Catedral y del Colegio de Consultores, encabezó una comitiva que salió desde el Palacio Episcopal hasta la Iglesia de San Nicolás, con el acompañamiento de tamboriles y personas ataviadas con traje regional para expresar el contento y la acogida al nuevo obispo. En la puerta trasera del templo, Mons. Brotóns era recibido por el Cabildo, cuyo Deán, don Jacinto Núñez, le daba a besar el Lignum Crucis y le ofrecía el agua con el que luego bendijo al pueblo. A las 11 en punto comenzaba la ceremonia con el traslado desde el Palacio de Mirabel hasta el altar situado a la entrada de la Iglesia de San Nicolás, donde se han trasladado desde la exposición Transitus la Virgen del Sagrario y el Cristo de los Doctores, y lo hacía con las cámaras de TRECE también como testigos para deleite de los fieles de todo el mundo.
Con el canto del Veni Creator, tras la lectura del Evangelio, arrancaba la ordenación. La presentación del candidato, la ratificación del Papa a través de la carta o bula de nombramiento, que se leyó públicamente antes de proceder a la ordenación. La homilía, durante la cual hubo un pequeño corte de sonido que el Cardenal Omella solventó con sabiduría y experiencia. Omella hizo un análisis de la Iglesia actual y pidió “que seamos todos testimonio en una sociedad polarizada”, pidiendo a don Ernesto que ser “un modelo para los fieles en la palabra, en la conducta y en todas aquellas otras cualidades propias del cargo”. “Sé constante”. Terminó, en un día tan especial, parafraseando a Santa Teresa de Jesús: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa”. Luego llegaron las promesas del elegido que examinaron su fe y, sobre todo, su ministerio, y el canto de las letanías de los santos, con el candidato postrado en tierra en señal de humildad y súplica. El momento central llegaba con la imposición de manos sobre el candidato y la oración de consagración. La ceremonia siguió con la unción con el santo crisma, la entrega de los evangelios, el anillo, la mitra y el báculo.
El ya obispo fue invitado a sentarse en su cátedra, donde recibió el beso de los demás obispos, como signo de pertenencia al mismo y único colegio episcopal, formado por todos los obispos del mundo en comunión y obediencia al papa (cum Petro et sub Petro). Finalmente, también se acercan a la cátedra algunos miembros del pueblo de Dios y saludan a su nuevo obispo.
En su alocución, ofreció “mi colaboración y la de esta Iglesia nuestra en todo lo que suponga crecer en humanidad y sirva al bien común, así como en la defensa de los derechos, dignidad y vida de toda persona humana (comenzando por los más desfavorecidos), y de nuestros pueblos, sabedor de la hermosura y también dureza del mundo rural. Vivimos tiempos recios, necesitados de esperanza. Todo lo que trabajemos juntos en aras de una sociedad más justa, fraterna y humana es poco. Creo, sinceramente, que el Evangelio no deja de ser una palabra buena, significativa y provocativa para nuestro tiempo. Pido al Señor que nos haga, que me haga, hermano y servidor de los más pequeños”. Además, se comprometió a ser «pastor del pueblo».
Al término de la ceremonia cumplió con la bendición del pueblo, que le recibió con emoción, cariño y esperanza.
¡Bienvenido, don Ernesto!