13 Abr Don Ciriaco Benavente en la Misa Crismal: “Recuperemos la confianza y la decisión de ser Iglesia”
Muy alejada ya de las celebraciones de los últimos tiempos y con la novedad de San Nicolás como escenario al estar cerrada la SI Catedral por Las Edades del Hombre, don Ciriaco Benavente, Obispo AA, presidía la Misa Crismal recuperando la ‘normalidad’. Al igual que las celebraciones procesionales, las litúrgicas también vuelven a la forma de años anteriores. Así, la Eucaristía ha contado con la presencia de un alto número de sacerdotes de la Diócesis, pues con motivo de la consagración del Santo Crisma y de los Santos Óleos, se ha procedido, como es costumbre, a la renovación de las promesas sacerdotales. Precisamente, en ello ha insistido el señor Obispo en su homilía, en la que no ha faltado su recuerdo para los más necesitados. En ella, don Ciriaco ha apelado a la faceta humana de Jesús, cuya pasión, muerte y resurrección celebramos en esta Semana Santa. Una faceta, que ellos, como enviados de Cristo, deben tener presente en su sacerdocio.
“Ser Iglesia en el corazón del mundo, en medio de las esperanzas y de los dolores de los hombres, Iglesia que sólo será fecunda si, desde el don de Dios, que es su entraña, es capaz de ofrecérselo a los hombres limpia y libre, aunque sea desvalida y pobre (cf. Ib.)”, ha citado don Ciriaco, para dejar claro la importancia del Don del sacerdocio pese a las dificultades:
“A veces, a base de repetir lo del desencanto acabamos contagiados y contagiando. Pero no es tiempo de desaliento, cuando tenemos en nuestras pobres manos tanta gracia y tanta luz. Lo único que nos podría resultar desilusionante es construir nuestro ministerio al margen del Espíritu, que nos unge con óleo de alegría; eso sí sería caer en una soledad mortal y suicida. Y no olvidemos que hay que preparar el relevo, orando y trabajando la pastoral vocacional
Vamos a renovar nuestras promesas de ordenación. “Cuente conmigo; el miércoles voy a renovar el contrato”, me decía con gracia y alegría un presbítero, en otra diócesis. Lo hacemos sin ingenuidad, sabedores de la dureza del camino, con mil tentaciones insinuándosenos al oído, pero con la confianza puesta no en nuestras fuerzas, sino en el Espíritu. Es como si Jesús nos dijera por tres veces. ¿Me quieres? Hoy, ¿me quieres hoy?”
La Santísima Virgen nos susurra al oído este convencimiento: “Hoy vale la pena ser sacerdote. También porque cuesta serlo. Sobre todo, porque Cristo. Mi Hijo, vive y se ha fiado de ti”.
El señor Obispo quiso hacer partícipe a todos aquellos que forman la Diócesis, incluidos aquellos que “ya están en la casa del Padre”. Y quiso hacerlos partícipes también en la expansión del mensaje de Cristo por el hecho de ser Iglesia, por el hecho de estar uncidos por el Espíritu.