“Costa de Marfil es un país abierto y acogedor al Evangelio”

“Costa de Marfil es un país abierto y acogedor al Evangelio”

La Iglesia celebra hoy 21 de abril, domingo del Buen Pastor y cuarto de Pascua, la Jornada Mundial de oración por las vocaciones y la Jornada de vocaciones nativas con el lema, «Hágase tu voluntad. Todos discípulos, todos misioneros». Aunque se celebran el mismo día, cada jornada mantiene sus objetivos La Jornada de oración por las vocaciones invita a los jóvenes a interrogarse sobre su vocación y a la comunidad cristiana, a acompañar y rezar por ellas. La Jornada de vocaciones nativas busca sostener las vocaciones de especial consagración que surgen en los territorios de Misión, para que ninguna de ellas se quede frustrada por falta de recursos. Para ello, además de la oración, promueve la colaboración económica.

El padre Antonio ofrece su testimonio de vocación sacerdotal en Costa de Marfil, territorio de misión.

Soy el Padre Kodjo Antoine Andy de la diócesis de Grand-Bassam (Costa de Marfil). Fui ordenado sacerdote el 4 de febrero de 2012 en Moossou (Grand-Bassam). Desde 2023, estoy en la diócesis de Plasencia que me ha acogido con los brazos abiertos para vivir una nueva experiencia pastoral y para continuar mis estudios en la Universidad Pontificia de Salamanca. He colaborado con el sacerdote Antonio Luis en las parroquias de San Miguel, Nuestra Señora de Guadalupe, San Gil y San Lázaro de Plasencia. Hoy estoy a disposición de la diócesis para el trabajo pastoral y participar activamente en el anuncio del mensaje evangélico. Agradezco a nuestro Obispo su solicitud paternal y la ayuda que presta al clero marfileño para continuar la labor iniciada por los primeros misioneros en Costa de Marfil.

-¿Cómo surgió su vocación?
-Mis padres nos dieron a mis hermanos y a mí una educación católica clásica: íbamos a misa regularmente. Cuando era muy joven, me di cuenta de que había mucha injusticia y de que muchos cristianos no vivían realmente como hermanos, como dice el Evangelio. Soñaba con ser un líder para arreglar las cosas. Además, como no había suficientes sacerdotes, nuestras celebraciones las presidía un catequista que no siempre estaba disponible. En 1989, asistí por primera vez a una ordenación sacerdotal: la del Padre ATTA Lucien. Impresionado por la belleza de la ceremonia, le dije a mi madre que quería ser sacerdote. Al principio mis padres dijeron que no pero luego obtuve su bendición. Tras un año de espiritualidad en el seminario propedéutico de Issia, dos años de filosofía en el seminario mayor Saint Paul de Abadjin-Kouté, que culminaron con la admisión y la toma de la sotana, continué mi formación teológica durante cuatro años en el seminario mayor Sagrado Corazón de María de Anyama. En la parroquia de Santa María de Tiapoum hice mis prácticas pastorales. Fui ordenado diácono de la Santa Iglesia católica el 31 de julio de 2011 y seis meses más tarde, sacerdote.

-¿Qué significa para usted el sacerdocio?
-El sacerdocio es algo grande. Para mí, el sacerdocio es un camino con Dios y con los hombres en nombre de Dios. Un camino de sepultura en Dios y de humildad en el servicio. Un misterio de grandeza y un misterio de dolor que siembran y anuncian la aurora de Dios y la gloria de los hombres y del mundo venidero.

-¿Cómo llegó el Evangelio a Costa de Marfil?
-Hubo varios intentos de llevar el Evangelio a Costa de Marfil, pero el más fructífero fue el de los padres de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA) en 1895. Esta evangelización comenzó en Grand-Bassam, en la costa. Poco a poco, el Evangelio penetró en el interior del país, pasando primero por Bingerville y luego por Dabou, dos ciudades del sur, hasta llegar al norte del país. Esa entrada del Evangelio, en 1895, ha dotado hoy al país de un clero local y ha hecho de Costa de Marfil un país abierto y acogedor al Evangelio. Continuar la obra de evangelización emprendida por los misioneros, nuestros padres en la fe, es hoy nuestro mayor bien.

-¿Cómo animaría a otros a seguir sus pasos?
-Hago un llamamiento a los jóvenes para que se pongan a disposición del Señor. Hay alegría en servir al Señor, a la humanidad. Seamos testigos de Jesús, el Resucitado de la mañana de Pascua, en este mundo que tan desesperadamente necesita el mensaje de este Dios que tanto lo ama.
Aprovecho para dar las gracias a Dios; a nuestros obispos don Raymond Ahoua, obispo de la diócesis de Grand-Bassam y don Ernesto Jesús, obispo de la diócesis de Plasencia, por su apoyo. Un agradecimiento especial a los residentes de la Casa Sacerdotal. No olvido a mis predecesores, los sacerdotes africanos de esta diócesis. Muchas gracias por el trabajo realizado en esta parte del pueblo de Dios. Que la paz de Cristo reine en nuestros corazones.

 

Testimonio publicado en la revista diocesana Iglesia en Plasencia, número 605, 21 de abril.