
18 Mar Celebradas las Jornadas de Pastoral del Trabajo
La Delegación de Pastoral del Trabajo, organizó y llevó a cabo, el sábado día 15 de marzo en el Seminario Diocesano, las XXXI Jornadas Diocesanas. En sintonía con el Año Jubilar giraron en torno al lema: Tiempo para la esperanza en el mundo del Trabajo.
“Con nuestras Jornadas, queremos dar luz al documento, ‘Renacer en la Fe’, apuntar retos y caminos nuevos por los que seguir como Iglesia sinodal, en este Año Jubilar” indican desde la citada Delegación diocesana.
Felipe García, consiliario de la Delegación de Pastoral del Trabajo, hizo un recorrido por los treinta años que cumple la Pastoral Obrera. Posteriormente, Monseñor Brotóns Tena, ofreció una conferencia sobre el tema ‘Desde el renacer en la fe: retos y llamadas en la evangelización del mundo del trabajo’. El prelado destacó que se debe trabajar para potenciar y reforzar la misión evangelizadora de la iglesia; Desarrollar una pastoral misionera al encuentro de las personas; Fortalecer la comunión y la corresponsabilidad y Continuar creciendo en la dimensión caritativa y social de la Iglesia.
“Como Iglesia comprometida en la evangelización del Mundo del Trabajo, testigos de Jesucristo y coherentes con nuestra misión, no podemos permanecer ajenos a la situación por la que están pasando y cómo están viviendo los empobrecidos y excluidos del Mundo del Trabajo en nuestra Diócesis” explican desde la Delegación de Pastoral del Trabajo.
Como conclusión al trabajo realizado en las Jornadas, los participantes propusieron los siguientes retos:
La sinodalidad de nuestro caminar, como nuestra seña de identidad, nos implica a:
– Asegurar en nuestros Proyectos Personales de Vida Militante la actitud de cercanía, atención y estilo de vida de caminar junto a los empobrecidos y marginados.
– Favorecer una Iglesia y una Pastoral de “puertas abiertas”, en actitud de salida, caminando con los pobres, excluidos y marginados, alejados.
– Programar y planificar la acción pastoral teniendo en cuenta a los que están “fuera”.
– Caminar desde el acompañamiento de la vida de las personas y las familias del mundo del trabajo, en clave de misericordia y compasión.
– Educar en la dimensión social y política de la fe para potenciar la presencia, la participación y el compromiso en la vida pública y social.
– Urgir la formación de la Doctrina Social de la Iglesia para sacerdotes, religiosos y religiosas, diáconos permanentes y laicos.
– Implantar el estilo de trabajo sinodal en todos los trabajos pastorales, contando con todos, dando participación y luchando el contra del clericalismo.
La sinergia pastoral -el trabajo conjunto- fortaleciendo la comunión y la corresponsabilidad.
– Conciencia militante de pertenencia a la iglesia.
– Fidelidad a la misión que hemos recibido de la iglesia: la evangelización de Mundo del Trabajo, haciendo presente el mundo obrero en la iglesia y la iglesia en el mundo obrero.
– Favorecer todo lo comunitario.
– Coordinar el trabajo pastoral con las Delegaciones de Cáritas, Apostolado Seglar, Familia y Vida, Migraciones, Pastoral de la Salud…
– Poner en práctica los ministerios laicales, asegurando la participación y responsabilidad de los laicos, especialmente de la mujer.
– Cuidar las celebraciones litúrgicas para que sean sencillas, cercanas, con lenguaje que el otro entienda, participativas, asegurando la unión entre la fe y la vida, celebrando lo que acontece en la vida de las personas y de los pueblos.
– Hacer verdad que la Pastoral de Mundo del Trabajo es de toda la iglesia.
– Apostar por la formación de militantes obreros cristianos y por los movimientos especializados de la Acción Católica.
– Cuidar la relación entre las parroquias y los Movimientos Apostólicos obreros.
El crecimiento en la dimensión caritativo y social de la Iglesia.
-“Todos por los pobres, algunos con los pobres y pocos siendo pobres”.
– Jesús se hizo pobre en su ser y en su obrar (2 Cor 8,9). El pobre, por eso, no es optativo, tampoco es una opción aunque sea preferente, entre otras varias. Somos llamados a ser pobres como nuestro Dios Empobrecido para hacernos compañeros de camino, al mismo nivel de los empobrecidos por otros. El pobre es el verificador de si somos verdaderamente la Iglesia de Jesús.
– Comprometernos a ser iglesia samaritana que no tiene miedo a salir, a encontrarse con la realidad de sufrimiento, de soledad, de marginación y exclusión social.
– Acompañar a grupos, plataformas, asociaciones que se esfuerzan por los derechos de los pobres.
– Colaborar con las Asociaciones e Instituciones públicas que buscan el bien común y se esfuerzan por la dignidad sagrada de la persona.