16 May Celebrada la fiesta sacerdotal de San Juan de Ávila
El 11 de mayo, el clero diocesano festejó San Juan de Ávila. Una jornada para celebrar su ministerio y dar gracias al Señor. A las once de la mañana, tuvo lugar una charla, en la Catedral de Santa María, a cargo de don Santiago Guijarro Oporto, catedrático de Nuevo Testamento en la Facultad de teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, sobre el tema «Rasgos fundamentales del ministerio apostólico según el Nuevo Testamento ». Después la Catedral acogió la celebración de la Eucaristía, presidida por Monseñor Brotóns Tena. En la misa se dieron gracias a Dios por el sacerdocio de los que celebran sus bodas sacerdotales de Oro: D. Victoriano A. Ruiz y D. Luciano Alberca y Plata: D. Roberto Casillas Arriaga.
ENTREVISTAS
D. Victoriano Ruiz
–¿Cómo surgió su vocación sacerdotal?
–De manera muy natural y sencilla. Fue una vivencia que se manifestó progresivamente con mi vida cristiana. De mis padres aprendí las oraciones y los primeros pasos de la iniciación en la fe.
Participé en las actividades de la sección infantil de la Adoración Nocturna. Comencé a estudiar en el colegio Claret de Don Benito en donde seguí creciendo en formación cristiana y al terminar
el bachillerato elemental, cuando para continuar estudios había que elegir Ciencias o Letras, decidí lo que ya venía viviendo en mi interior: ser sacerdote diocesano.
–¿Tuvo algún modelo a seguir?
–Más que una referencia individual ha sido siempre un modelo formado por los sacerdotes que el Señor fue enviando a mi vida desde niño. De cada uno recibía una cualidad, una virtud, un rasgo de vida sacerdotal que enriquecía mi llamada vocacional. Algo que, por otra parte, ha sido una constante en mi vida.
–¿Pensó que llegaría a celebrar 50 años de ministerio?
–Con el convencimiento de que el futuro está en manos de Dios sí puedo hablar de ilusión por vivir esta fecha significativa. Visto en un principio como algo lejano en el tiempo y en la propia biografía, la vida se encarga de acercarlo a la biografía y sí, claro que he pensado y deseado este momento.
–¿Cómo va a festejar este aniversario?
–Llevo tiempo viviendo el aniversario. Lo tengo muy presente en la celebración de la Eucaristía y en mi tiempo de oración. Y lo festejaré con el Obispo y el presbiterio diocesano en la fiesta de nuestro Patrono San Juan de Ávila.
–¿Qué balance haría de su labor sacerdotal?
–Lo dejo en manos de Dios. Cuando pienso en los distintos campos de la única labor sacerdotal, en los emprendimientos de propias iniciativas y en el cumplimiento de tareas encomendadas,
recuerdo la advertencia de Jesús y hago mía las palabras de Benedicto XVI cuando recién elegido papa se presentó en su saludo inicial como “humilde trabajador de la viña del Señor”.
–¿Qué destacaría de su sacerdocio?
–La bondad de Dios, su generosa misericordia. Me ha desbordado con los dones de su gracia; me ha acompañado interiormente envolviéndome en su fuerza y su luz; me ha rodeado de tantísimas
personas que me han hecho bien con su presencia y me han ayudado a ser mejor y a vivir mi sacerdocio. La bondad de Dios me ha acompañado y protegido y El sabe muy bien cómo fortalecer, cuidar y levantar. Con su misericordia ha perdonado, sanado y ensanchado los límites humanos.
–Con el paso del tiempo, ¿ha sido el sacerdote que esperaba ser?
–El desempeño de mi vida sacerdotal ha transcurrido por los caminos que el Señor ha señalado y no por donde yo diseñaba. Tuve que aprender, y siempre se está aprendiendo, a unir mi voluntad
a la voluntad de Dios y hacer míos los planes que El tenía para mi. Con este punto de vista he procurado vivir mi sacerdocio, y con las limitaciones propias y las que la realidad te reviste, puedo hablar de satisfacción.
–¿Cómo animaría a los jóvenes a que siguieran a Jesús?
–Podría decirles que se acerquen a los evangelios. Que se fijen en Jesús, el que llama y dice “ven y sígueme”. Que le sigan en la lectura de los evangelios conociendo el ejemplo de su vida, la
riqueza y calidez de sus palabras, la grandeza de bondad en los signos de sus obras. Y que le escuchen a Jesús que primero llama, ven y sígueme, y luego envía: “id y proclamad el evangelio”. Que le
sigan. En El vivirán el camino de la perfecta realización humana.
D. Roberto José Casillas
–¿Cómo surgió su vocación sacerdotal?
-Mi vocación surgió de la Eucaristía. Cuando tenía 16 años, fui a buscar a mis amigos del barrio pero no los encontré y me dijeron que estaban en la Iglesia. Llegué justo en el momento de la comunión. Sentí un deseo de comulgar pero me di cuenta de que yo no había hecho mi primera comunión. Al termino de un año de catequesis para jóvenes al fin pude hacerla. Cuando mi párroco y las religiosas (de la Fraternidad Misionera Serviam) me dijeron que veían en mi el llamado de Dios, yo decía que mi vocación era ser un “misionero seglar comprometido”. Cuando la Madre Julieta María, fundadora de la Fraternidad Misionera Serviam me dijo: “El día que los hombres dejen de decir sí al Señor, ese día se acaba la Eucaristía, se acaba todo”. En ese momento supe que
Dios tenía esos planes para mi.
–¿Tuvo algún modelo a seguir?
–Mi modelo fue marcado por la devoción que mi madre ha tenido a la Sagrada Familia, cuando nos da la bendición nos dice “Jesús, María y José los acompañe… Empecé a inclinarme a San José
y en mis primeros votos adopté el nombre de José, por eso me llamo Roberto José.
–¿Pensó que llegaría a celebrar 25 años de ministerio?
–Este año también cumpliré 35 años de vida consagrada. No pienso “hasta dónde llegaré” más bien en cómo llegar cada día cumpliendo la voluntad de Dios siendo fiel a mi vocación.
–¿Qué balance haría de su labor sacerdotal?
–Pues nunca se puede decir que se esté satisfecho con lo que se ha hecho porque creo que algo más pude haber hecho, pero estoy contento por todo lo que Dios me ha permitido hacer, me siento realizado aunque con las limitaciones de mi miseria humana pero fortalecido con la gracia de Dios.
–¿Qué destacaría de su sacerdocio?
-Todo, porque cada día veo que es Dios quien quiere y hace las cosas, imagina qué bello y qué privilegio hacer posible el milagro de la Eucaristía. Pero también es una gran satisfacción acompañar a la gente en su vida de Fe y que te hagan parte de ello.
–¿Cómo animaría a los jóvenes a seguir a Jesús?
–Lo primero como decía San Juan Pablo II que no tengan miedo, uno piensa muchas veces en no poder o en equivocarse pero ante todo los invito que si sienten el llamado, “la vocación”, que se
dispongan que cuando Dios llama “NO SE EQUIVOCA” no hay mejores planes que los que Dios tiene. Que tengan entre sus grandes aspiraciones la opción de servir a Dios.
Información publicada en la revista diocesana Iglesia en Plasencia, número 586, 14 de mayo de 2023.