07 Ene La Diócesis de Plasencia ordena a los dos primeros diáconos permanentes en su historia
El 6 de enero de 2021 ya es una fecha histórica para la Diócesis de Plasencia. Porque es el día en que fueron ordenados los dos primeros diáconos permanentes en sus 831 años de historia. Dos seglares que a partir de ahora, tras la ordenación de ayer, podrán realizar buena parte de las tareas encomendadas a los sacerdotes.
Son el placentino Javier Tovar, de 56 años, casado y padre de dos hijos, y el moralo Óscar Salgado, de 42 años, casado y padre de dos mellizas. Ambos son profesores de Religión –el primero en el instituto de Montehermoso y el segundo en el Augustóbriga de Navalmoral de la Mata– y ayer, en una ceremonia que comenzó a las 17 horas en la Catedral de Plasencia y que estuvo presidida por el obispo, José Luis Retana, se convirtieron en diáconos permanentes.
«Estamos muy ilusionados, alegres y agradecidos a Dios por habernos elegido», destacaron ambos antes de iniciar el acto. Y también nerviosos y expectantes por la respuesta de los fieles. Porque a partir de ahora Javier y Óscar, dos seglares, no podrán consagrar ni confesar ni dar la unción de enfermos, pero sí casar, bautizar, celebrar entierros, misas o presidir procesiones. «Y no sabemos si todo el mundo estará de acuerdo en que, por ejemplo, le case alguien que no es sacerdote», señala Óscar.
Javier Tovar Placentino, 56 años«Queremos ayudar a la Iglesia en su proclamación de la palabra de Dios y en su labor asistencial»Óscar Salgado Moralo, 42 años«No suplimos a los sacerdotes, somos una muestra de la apertura de la Iglesia a la sociedad»
De ahí también la inquietud de ambos, pero que se suma, en cualquier caso, a la alegría y la ilusión con las que inician una nueva etapa en sus vidas, «porque no queremos defraudar a quienes han puesto su confianza en nosotros». Encabezados por José Luis Retana, el obispo que ha apostado por enriquecer a la Iglesia placentina con la figura del diácono permanente. «Porque nosotros no suplimos a los sacerdotes», dejan claro Óscar y Javier, ni son por eso una herramienta con la que paliar el déficit de vocaciones en la Iglesia y, con ellas, de párrocos. «Somos un elemento más que está en los orígenes del cristianismo y que, desde nuestro punto de vista, supone la apertura de la Iglesia a la sociedad».
Porque ambos están casados, porque sus familias son y seguirán siendo su máxima prioridad, aunque ambos hayan optado por dar un paso firme en su camino de servicio a los demás, convirtiéndose en diáconos permanentes de la Diócesis de Plasencia. Javier lo hará en su parroquia de San José y Óscar formando parte del equipo sacerdotal que se encarga de las parroquias de Navalmoral y de algunos pueblos de alrededor. Los dos posiblemente comenzarán a realizar este mismo fin de semana muchas de la funciones encomendadas a los sacerdotes tras ser ordenados ayer diáconos con el respaldo de sus familias. Sus hijos leyeron en la ceremonia y se ocuparon de las ofrendas; sus mujeres colaboraron en el rito de ordenación colocándoles las dalmáticas tras las estolas, con las que completaron la túnica blanca que vestían desde el inicio de la celebración. Un acto en el que participaron algunos sacerdotes de la Diócesis y familiares y amigos de los protagonistas, menos de los que podrían haber estado por las restricciones a las que obliga la covid.
Javier y Óscar prometieron respeto y obediencia al obispo y sus sucesores, desempeñar con humildad el ministerio del diaconado, proclamar la palabra de Dios, conservar y acrecentar el espíritu de oración e imitar el ejemplo de Cristo, ese que ambos creen que el mundo necesita y que ellos quieren seguir, en el convencimiento de que deben atender la llamada que han recibido para ayudar a los demás, principal objetivo de su compromiso como diáconos permanentes de la Diócesis de Plasencia, «dando a conocer el Evangelio y colaborando en la labor asistencial de la Iglesia».