25 Oct Iglesia en Plasencia: ‘Incertidumbre esperanzada’ (sección Diálogos de la revista diocesana)
A continuación les ofrecemos el artículo que, bajo el título ‘Incertidumbre esperanzada’ sale publicado en la sección Diálogos del último número, el 634, de la revista diocesana Iglesia en Plasencia.
Incertidumbre esperanzada
Todos sabemos lo que es vivir con incertidumbre. La vida se mueve rápido y, a veces, parece que caminamos sobre un suelo que tiembla: cambios inesperados, enfermedades, noticias que nos dejan sin aliento. Esa sensación de no tener nada bajo control es común a todos, seamos creyentes o no. Todos sabemos que la inseguridad nos descoloca.
En esos momentos, necesitamos una certeza que nos sostenga, algo que no se evapore al primer golpe de viento. Y en medio de ese terreno inestable, hay personas que se convierten en señal de esperanza.
La esperanza nace en lo profundo del corazón cuando alguien se atreve a mirar más allá de la oscuridad. Y eso hacen los misioneros: llegar con una mirada capaz de descubrir luz incluso en medio del caos. La esperanza que transmiten los misioneros es la certeza de que Dios sigue escribiendo la historia en cada pueblo, en cada rostro, en cada vida.
Frente a la incertidumbre del mundo, ellos encarnan la certeza de que Dios no abandona a nadie, que la historia sigue teniendo sentido porque está en sus manos.
Un misionero es alguien que se deja habitar por la certeza de Cristo. Su fuerza brota de la oración silenciosa, de esas horas de madrugada en las que se ponen en sintonía con el Dios que nunca falla. Allí, en ese diálogo sencillo, nace la esperanza que luego llevan en sus sonrisas, en sus abrazos, en su entrega.
La misión es un hilo invisible que nos une a todos. Cada vez que llevas una palabra que levanta en vez de hundir, cada vez que ofreces tu tiempo a alguien que lo necesita, cada vez que dices “aquí estoy” cuando lo cómodo sería un “allá tú”, estás siendo un misionero de esperanza.
En una sociedad con tanta incertidumbre, los misioneros —los de lejos y los de cerca— nos recuerdan que la esperanza es real, que puede sostener vidas. Y la gran noticia es que todos somos llamados a ser parte de esa cadena de esperanza que cruza pueblos, ciudades y diócesis enteras.