
11 Oct Iglesia en Plasencia: ‘Y con estos bueyes…’ (sección Diálogos de la revista diocesana)
A continuación les ofrecemos el artículo correspondiente a la sección Diálogos publicado en el último número de la revista diocesana Iglesia en Plasencia.
Y con estos bueyes…
Estas primeras semanas de octubre prácticamente todas nuestras parroquias, nuestras asociaciones y movimientos retoman ya la actividad ordinaria tras el necesario parón del verano que, en algunas de nuestras comunidades, se ve prolongado con las fiestas de los “Cristos”, las “Vírgenes” o los “San Migueles” de algunos pueblos.
Volvemos al cuaderno y al bolígrafo, a sentarnos alrededor de la mesa para coordinar, para organizar, para programar, para agendar, para formarnos. Quien más y quien menos tenemos en agenda ya un par de reuniones semanales de nuestros grupos de referencia a los que ahora volvemos. Vuelve la ilusión de los comienzos: las caras nuevas que se incorporan a los grupos, los nuevos proyectos que tenemos entre manos y las ilusiones recuperadas con el descanso estival.
Pero no todo es tan idílico: también vuelve el cansancio de retomar la sobrecarga que muchos agentes de pastoral tenemos. Puede que la persona que nos acompañaba al grupo semanalmente desde hace años haya abandonado y ahora nos cuesta el doble seguir asistiendo y mantener el compromiso. En otros casos quizá nos ha tocado cambio de cura durante el verano y el nuevo, “sinodalmente” y sin andar con miramientos ni esperar a nada, ha empezado a hacer cambios sin contar con nadie.
Porque esto es el inicio de curso, el reflejo de la misma vida: gozos y también tristezas. Los gozos y las tristezas que genera siempre en nosotros todo cambio.
En estos días de inicio de curso, cuando también se hace presente la acedía y el desánimo, suelo recordar a un curita cojo que, al inicio de curso, siempre concluía en nuestra parroquia con una sentencia para acabar con la apatía: “estos son los bueyes; y con estos bueyes tenemos que arar”.
A pesar de los cambios, de las dificultades, de que no siempre entendamos los caminos y la voluntad de Dios, el Señor nos vuelve a pedir que agarremos fuerte el timón del arado. En la debilidad, en la dificultad y con nuestra realidad concreta. Conscientes de que aramos con lo que tenemos y con la certeza de que Él pone siempre semilla buena. ¡Y con estos bueyes, a arar; que la labor no quiere miseria y hay mucho campo sin labrar!