
10 Oct Iglesia en Plasencia: ‘Adorar’ (sección Editorial del último número de la revista diocesana)
A continuación les ofrecemos el artículo correspondiente a la sección Editorial del último número de la revista diocesana Iglesia en Plasencia.
Adorar
Adorar es rendir culto a alguien o algo que se considera de naturaleza divina. Es sinónimo de orar, de relacionarse con Dios reconociendo su grandeza. Este acto de fe implica la afirmación de una presencia con quién se siente una cercanía y a la vez un reconocimiento de un distanciamiento, lo que separa la santidad que procede de Dios y la realidad humana imperfecta.
Desde la realidad humana se siente la cercanía de la divinidad que potencia el deseo de hacer presente el mensaje divino. La fe cristiana tiene como momento especial de adoración el reconocimiento de la presencia real de Jesucristo en el sacramento de la Eucaristía. Momento especial de fe, de encuentro y de llamada a evangelizar.
Orar ante la Eucaristía, adorar el Santísimo Sacramento es un momento central en la tarea evangelizadora. Toda actividad pastoral parte del deseo y la necesidad de acercarnos a Jesús, reconociéndolo como el centro de nuestra misión y la fuente de todo sentido espiritual. Algo que se visibiliza de forma especial en ese encuentro personal con Cristo en la adoración eucarística.
Reconocer a Jesús en la Eucaristía conlleva una renuncia a los propios criterios es el camino de conversión necesario para toda evangelización. Porque es fundamental abrir el corazón y la mente para que Dios actúe en nosotros y a través de nosotros, dejando de lado nuestras propias seguridades para confiar en su voluntad. El encuentro con Cristo siempre lleva a buscarle más intensamente.
Acoger la presencia de Jesucristo es dejarse hablar al corazón. Implica una actitud de escucha a la Palabra que prepara para recibir el fruto abundante que Dios quiere comunicar. En primer lugar, se ha de permitir que esta enseñanza transforme la propia vida y ser cauce para orientar la vida de quienes comparten el caminar de la vida.
Responder con generosidad, posibilita prolongar en la vida el intenso momento de oración. Que invita a fundamentar la actividad pastoral en el encuentro personal y comunitario con Jesucristo, en una actitud de espera confiada, apertura y disponibilidad para que la acción de Dios dé frutos abundantes. Así, la actividad pastoral deja de ser solo una tarea y se convierte en experiencia transformadora, guiada por la fe y la esperanza en la promesa divina, como fruto de la adoración.