
10 Jul Iglesia en Plasencia: ‘Remate’ (sección Editorial del número 631)
A continuación les ofrecemos el último artículo de la sección Editorial de la revista diocesana Iglesia en Plasencia, publicado en el último número, el 631, bajo el título de Remate.
Remate
Remate se denomina en arquitectura al elemento que se coloca sobre la construcción para adornar su parte superior. En los edificios cristianos es una cruz. Signo exterior de la finalidad para la que es empleado y una exteriorización de lo que se vive dentro. Porque la cruz es expresión del triunfo del designio divino sobre el interés humano. Los que se creían vencedores al ver morir en la cruz a Jesús fueron derrotados por su resurrección.
Exteriorizar la cruz expresa la profunda confianza en que el Padre del cielo, que reveló Jesucristo, siempre tiene la última palabra. Que se puede confiar en Él por encima de toda apariencia. Los que se burlaban de Jesús por estar crucificado fueron derrotados por la acción divina que utilizó el escarnio, las burlas e incluso la muerte, para mostrar la superioridad de la misericordia, la fidelidad y la vida plena.
Más allá de las meras planificaciones humanas, siempre vence el designio de Dios; que sabe escribir derecho en medio de los renglones torcidos de los intereses terrenos. A pesar de la aparente victoria de quienes se fían de sus propias estratagemas, la historia recuerda a los triunfadores por fiarse del Evangelio. La historia de la Iglesia está plagada de quienes parecían haber sido derrotados, pero en los que se manifestó cómo Dios elige lo débil del mundo para mostrar su fuerza.
Ante lo inmediato y superfluo siempre se imponen los valores eternos. Lo caduco se olvida y permanece lo que se basa en la palabra de Dios. La confianza en lo eterno invita a recorrer la vida aceptando las derrotas inmediatas. Es preciso distinguir lo que es relevante de verdad y a lo que no es posible renunciar de lo menos sustancial, para saber ser peregrinos de esperanza.
Tras un curso pastoral se puede buscar un remate espectacular o simplemente tomar conciencia de lo vivido en perspectiva del Jubileo que la Iglesia está celebrando. Descubrirse como peregrino de esperanza, como caminante que acepta derrotas para asegurarse la victoria final confiado en quien inicia y pone término a la obra encomendada.
Este curso termina y no son premios ni aplausos sino la fidelidad a la enseñanza que brota de la cruz de Jesucristo, lo que se le pone como remate.