21 Nov Editorial de Iglesia en Plasencia: Barro
Barro es una mezcla semilíquida de agua y arena compuesta por sedimentos, partículas de polvo y arcilla. Su imagen se ha hecho reiterativa por la tragedia ocurrida en el Levante español. El barro lo ha manchado todo y se ha convertido en sinónimo de destrucción y muerte. Retirar el barro se ha convertido en una prioridad para dar cauce a cierta normalidad.
Ante la destrucción que ha supuesto la riada, el corazón desea latir con mayor intensidad para ser cauce de solución y enmendar tanto dolor. Son muchos los signos de cercanía. Son innumerables las manos que se han unido para construir una gran red de solidaridad. Incluso en la distancia, son muchos los que han deseado mover las escobas para barrer cada lugar manchado por el torrente desbordado.
Ricos y pobres, sanos y enfermos, hombres y mujeres que, ante una naturaleza desbocada, quieren ser signo de una humanidad que sabe colaborar para construir el bien y luchar para que la vida
prevalezca sobre la muerte. Iniciativas que intentan ofrecer lo que otros han perdido, oración qué quiere ser consuelo del dolor por los familiares y amigos que han fallecido, consuelo y cercanía de los que se sienten ahora abrumados por el agua mal encauzada.
Recobrar lo que el río se ha llevado no va a ser posible. Pero se puede renacer del barro. Las semillas de la generosidad han de brotar y llegar a conseguir el florecimiento de una realidad que
se asemeje a la que había antes, pero que contenga un poco más de amor y bondad. El Creador, en lo que era caos y barro, puso orden y vida. Los creados a su imagen y semejanza han de ser instrumentos que ordenen y revitalicen las consecuencias de la riada.
Olor a tierra mojada que no puede ser sólo signo de muerte, sino que ha de ser cauce de vida nueva. El caos debe dar paso a una nueva realidad donde brillen los valores más humanos que han
remediado la catástrofe. La presencia silenciosa de un Dios que comparte las angustias y desvelos debe ser el principal motor de caridad y el mayor signo de esperanza que nos indica que la vida y
la prosperidad deben brotar de lo que era destrucción y barro.