28 de Agosto. San Agustín, Obispo y Doctor de la Iglesia

28 de Agosto. San Agustín, Obispo y Doctor de la Iglesia

La Iglesia celebra hoy, miércoles 28 de Agosto a San Agustín, Padre de la Iglesia y gran defensor de la fe cristiana. Con la colaboración de Don Miguel Ángel Ventanas, delegado de Liturgia y Animación a la Oración de nuestra diócesis y canónigo de la SI Catedral (prefecto de música) nos acercamos a su figura.

San Agustín nace el 13 de noviembre del 354 en Tagaste (actual Argelia), África. Su madre, Mónica, le introduce en la fe católica, pero en un principio, no sigue su ejemplo, sino que se adentra en el estudio de la retórica, donde demuestra tener unas enormes cualidades que une a su agudeza, viveza y exuberancia. Además, disfruta enormemente los placeres de la vida y no sólo experimenta las pasiones amorosas, sino que cultiva las relaciones sociales. Mientras estudia en Cartago se enamora de una joven (al ser de rango inferior al suyo, sólo puede convertirla en su concubina, y tienen a Adeoato cuando Agustín apenas tiene diecinueve años. Aun así, afronta con madurez sus responsabilidades. La lectura del Hortensio de Cicerón, cambia su enfoque vital. La felicidad, escribe el gran orador, consiste en los bienes que no terminan: la sabiduría, la verdad, la virtud. De esta forma, Agustín decide tornar en su búsqueda.

Búsqueda de respuestas en la Biblia

Comienza con la Biblia, pero, habituado como está, a textos altisonantes, la encuentra ramplona e ilógica. Se interesa entonces por el maniqueísmo. De vuelta a Tagaste abre una escuela de gramática y retórica con la ayuda de un benefactor, pero la vida que lleva no le satisface y vuelve a Cartago, anhelando un futuro mejor. Sin embargo sigue estando insatisfecho. Su sed de Verdad no se apaga con la doctrina maniquea. El joven y prometedor rector busca entonces nuevas lides, y en el 382 se muda a Roma con su compañera y su hijo, a escondidas de la madre. Allí contacta con los maniqueos, que también le ayudan a subsistir. Posteriormente descubrirá que la Providencia actúa incluso en las decisiones equivocadas. Su carrera va a toda vela, en el 384 obtiene la cátedra de Retórica en Milán, pero a pesar de todo, la inquietud interior todavía lo atormenta.

La conversión

Para afinar su «ars oratoria» escucha los sermones del obispo Ambrosio. Quiere observar su capacidad dialéctica y sin embargo las palabras le tocan en lo más profundo. Por eso, mientras está en Milán, su madre Mónica permanece a su lado y en las oraciones y se acerca cada vez más a la Iglesia católica, definiéndose en ese momento como catecúmeno. Se sumerge de forma profunda en la filosofía y en la Sagrada Escritura. Un día de agosto del 386, desorientado y confuso, dejándose ir en un llanto roto y desesperado, siente una voz que dice: «¡Toma y lee!». Lo considera una invitación a volverse hacia las Cartas de San Pablo, que reposan sobre una mesa y abrirlas. «Comportémonos honestamente, como a plena luz del día,: no como si estuviéramos en medio de orgías y borracheras, ni entre lujuria e impureza, ni tampoco en litigios y envidias. Revestíos del Señor Jesucristo y no os dejéis tomar por los deseos de la carne» (Rm 13, 13-14). Esta lectura lo fulgura. Decide cambiar de vida y dedicar todo su ser a Dios. Es bautizado por Ambrosio en la noche entre el 24 y el 25 de abril del 387 y ya deseando volver a África, parte de vuelta a Roma para embarcarse en Ostia. Aquí muere la madre Mónica.

Su ministerio episcopal y la fundación de su primera comunidad

Ya de regreso a Tagasté, funda su primera comunidad. Entre finales del 390 y el inicio del 391 se encuentra casualmente en Hipona, en la basílica dónde el obispo Valerio está hablando a sus fieles de la necesidad de un presbítero para su diócesis. Entre aclamaciones del pueblo, Agustín es presentado delante del prelado y ordenado sacerdote. Convencido de vivir entregado a Dios, estudiando y meditando las Escrituras, comprende que ha sido llamado para otra cosa. Es nombrado Obispo de Hipona, sucediendo a Valerio, y deja numerosos escritos en los que consigue conciliar fe y razón. Entre estos, El libre arbitrio, La Trinidad, La ciudad de Dios. Mención especial merecen Las confesiones, en las que Agustín se cuenta a sí mismo, dejando emerger de forma magistral su interioridad, la historia de su corazón. Gobernó la diócesis de Hipona por 34 años.

Combatió las herejías de su tiempo, debatió contra las corrientes contrarias a la fe, acudió a varios Sínodos de obispos en África y viajó constantemente para predicar el Evangelio. Por su entrega adquirió un gran prestigio incluso fuera de la propia Iglesia, valorando su sabiduría.

En agosto de 430 cayó enfermo y el día 28 fallecía, por lo que en esa fecha se celebra su Festividad. Fue enterrado en Hipona, aunque luego fue trasladado a la ciudad italiana de Pavia.

* En la diócesis se celebra especialmente en Obando de cuya parroquia es titular; en Santa Cruz de la Sierra, en Serradilla en el monasterio de MM. Agustinas Recoletas; en Rosalejo. En Jarandilla la iglesia del antiguo convento de agustinos le tiene por titular.

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