02 Feb Jornada de la Vida Consagrada en nuestra diócesis y a través del testimonio de Sor Leonor
La Iglesia celebra este viernes la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, coincidiendo con la Presentación del Señor. Con ese motivo, en la revista diocesana Iglesia en Plasencia hemos tocado el tema en profundidad y hemos trasladado el testimonio de Sor Leonor, una de los más de 200 religiosos que entregan su vida siguiendo «la voluntad de Dios». A continuación se lo ofrecemos.
*Este viernes, a las 19 horas, la SI Catedral acoge una misa para religiosos y religiosas de nuestra Diócesis con motivo de la Jornada Mundial por la Vida Consagrada.
Vida consagrada a la Diócesis
Con el lema «Aquí estoy, Señor, hágase tu voluntad» se celebra la XXVIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que coincide cada año con la fiesta de la Presentación del Señor, el 2 de febrero. Un total de 212 religiosas y religiosos hay en la Diócesis según los últimos datos publicados en la revista Nuestra Iglesia con motivo de la celebración del Día de la Iglesia Diocesana.
De Vida Activa son 38 las congregaciones que están repartidas por diferentes localidades diocesanas y de Vida Contemplativa, 9. Serán protagonistas de las misas que se celebren el viernes 2 de febrero en las parroquias diocesanas destacando su entrega a Dios y a los demás. Esta Jornada recuerda el don para la Iglesia y para el mundo de las personas consagradas «en su riqueza de modos y carismas, inspirados por el Espíritu Santo a través de la escucha y el discernimiento comunitario», como señalan los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada en su mensaje para este día. Los obispos subrayan que la persona consagrada puede decir con plena conciencia y libertad: «¡Aquí
estoy!». El «¡Aquí estoy!», con toda su fuerza, se convierte en «¡Aquí estamos!». “No solo porque donde un cristiano dice «yo» está diciendo «nosotros», sino porque el nosotros eclesial y de Vida Consagrada del momento que vivimos invita a ofrecernos y disponernos a buscar, procurar y hacer la voluntad divina como comunidad, dentro del pueblo de Dios en camino”, afirman. En este sentido, indican que la segunda parte de la oración, el «¡Hágase tu voluntad!», encierra un compromiso profético para «Una Iglesia sinodal en misión». Porque cada persona consagrada “recibe el amor y la llamada del Señor y su respuesta de amor y disponibilidad es, a la vez, individual y comunitaria”.Testimonio: Sor Leonor nos cuenta su experiencia en el Hogar Residencia de Ancianos Santa Isabel de Trujillo: «Mi misión es hacerlos felices y que sientan que Dios los ama mucho»
Cinco hermanitas de los Ancianos Desamparados de Trujillo entregan su vida con fe y alegría a los mayores residentes en el Hogar Residencia de Ancianos Santa Isabel. Sor Leonor tiene 40 años de edad es natural de Vigo (Galicia) y cuenta su experiencia de vida consagrada en esta residencia, como muestra de todas las que hay en la Diócesis.
“Mi día a día es sencillo de gran entrega y servicio. Me levanto por la mañana, después de visitar al Señor en el Sagrario, doy mi primera vuelta a los ancianos que tengo a mi cuidado, para ver cómo se encuentran. Después rezamos Laudes en Comunidad y una hora de oración personal antes de empezar las tareas del día. De allí recibo las fuerzas para desplegar toda la energía y alegría que Dios me da. Al terminar la oración voy a preparar los desayunos de mis ancianos, los que tengo asignados, cuidando cada detalle para que no les falte de nada. Visito a los más enfermos y programo con la enfermera los mejores cuidados y las visitas de los médicos.
Al terminar sobre las nueve, asisto a la Eucaristía donde recibo toda la fuerza necesaria para seguir entregándome como Él lo hizo. Luego desayuno y me dedico a asistir y cuidar a los ancianos con diferentes tareas y actividades. Mi misión es hacerlos felices y que sus últimos días sientan que Dios los ama mucho y que son muy importantes, que se sientan queridos y acompañados tanto por sus familiares como por las hermanas y el personal que tenemos aquí trabajando. Luego llega la comida con lectura y recreo para compartir nuestro día. Tras un descanso, a las cuatro y cuarto, rezamos el Santo Rosario y las Vísperas. Asisten al Rosario los ancianos y ancianas que pueden y los demás lo escuchan por megafonía. Después las tareas de la tarde hasta la cena. Al terminar la jornada tenemos la cena las hermanas, recreo y rezamos juntas Completas, la liturgia de las horas la vivimos en comunidad. Luego doy la última vuelta a mis ancianos y me retiro a descansar. Compartiendo mi vida con ellos y cuidándoles recibo alegría y mucho amor. Gracias a todo el personal que tenemos en la casa podemos llegar a todos.
Necesitamos muchas manos buenas que nos ayuden en nuestra misión. Animo a los jóvenes a que se entreguen a los ancianos ya que es una labor impresionante y apasionante. Desgastar la vida en bien de los demás. En estos años que llevo de religiosa me siento bendecida por
Dios primero por la familia que me dio, mis padres y hermano ya que siempre están a mi lado y luego bendecida porque Dios me eligió para seguirle en una congregación a la que amo con todas mis fuerzas y le debo todo cuanto soy. Destacaría también la alegría con la que Dios me llena cada día para derrocharla a raudales y conocer a tantas hermanas que son piezas fundamentales en el desarrollo de mi vocación. El lema de este año de la Jornada resume mi vida. Llevo dos años en esta diócesis entre la gente de Extremadura y desde el primer día me siento como en casa, integrada plenamente en la diócesis y en Trujillo donde Dios quiso enviarme. Es necesario que se celebre la Jornada para que el
mundo vea que hay personas tanto en la vida contemplativa como activa que viven para Dios entregando lo mejor que tienen a la Iglesia.