22 Dic Don Ernesto Brotóns insta a ser portadores de la Buena Nueva del nacimiento de Jesús
El Salón Noble del Obispado acogía esta mañana la tradicional felicitación navideña de la Diócesis al señor Obispo, Monseñor Ernesto Brotóns, tras su ordenación el pasado mes de octubre. Con la presencia de la curia, miembros del cabildo, sacerdotes y representantes de órdenes religiosas, delegaciones y secretariados diocesanos, el acto, dirigido por la Secretaria Canciller, doña María Teresa Marcos, y comenzó con el Rezo del Ángelus presidido por el prelado, estuvo amenizado por los villancicos del coro de niños del Colegio Madre Matilde. Entre los asistentes se encontraba Monseñor don Ciriaco Benavente, Obispo AA hasta la llegada de don Ernesto.
Don Jacinto Núñez, Vicario General de la Diócesis, fue el encargado de felicitar con su discurso a don Ernesto. En su alocución, y tras hacer un repaso del origen de la tradición de felicitar al Obispo, que comenzó siendo propiamente capitular con los canónigos y que «luego se trasladó a la curia y luego a otros colectivos hasta el punto de que hemos convertido este acto en la forma oficial de felicitación de toda la diócesis a su obispo, en este caso nuestro nuevo obispo», compartió «humildemente» tres pensamientos. El primero trasladando que «el misterio de la Navidad es siempre fascinante y determina la comprensión del Dios Cristiano y de la Vida Cristiana, lo más grande en lo más pequeño». El segundo, haciendo partícipes de la felicitación a la familia de don Ernesto Brotóns, a los que les deseó una «gozosa» Navidad. Por último, señalando que, aunque el acto comenzó siendo un «repaso de los hitos del obispo en el último año», de momento no iba a ser así y menos en este caso, pues don Ernesto apenas lleva dos meses en su nuevo ministerio. «Ya llegará la hora de las alabanzas y de los inciensos y, si fuera necesaria, de la crítica como forma de fiel colaboración aunque, al final, esos juicios humanos valen poca cosa», señaló.
Por su parte, Monseñor Ernesto Brotóns hizo un repaso del misterio de la Navidad haciendo hincapié en el pasaje en el que la Virgen María, se encuentra con viejo pastor que tras reconocer que ella llevaba un regalo en su vientre, le confesaba que él nunca había recibido ningún regalo. En la adoración, tras nacer el Niño Dios, María lo reconoció y le entregó a su hijo diciéndole que «este regalo es para todos. Todos recibimos hoy este presente». «Y ese es el gran misterio de amor que celebramos estos días. El misterio de Dios que no regala cosas sino se regala a sí mismo. Nos enriquece con su pobreza. Nos ha hecho a todos sus hijos amados y hermanos unos de otros. Pido al Señor para que podamos experimentar en esta Navidad y en este año que comienza la alegría de sabernos amados por Dios y de amar. La alegría de amarnos unos a otros como él nos ha amado. No en vano, Navidad, en cierta manera, es la raíz y la fuente de esa fraternidad que tanto anhelamos».
También se hizo eco de la obra de San Agustín que tan bien conoce y quiso trasladar a los presentes que «Cristo ya no es la patria a la que caminamos, sino que, al hacerse nuestro hermano, se ha hecho también senda, vía, camino por el cual podemos andar siguiendo sus pasos. Yendo por él, decía San Agustín, no nos perderemos jamás», señalaba.
«Al compartir nuestra vida nada hay que temer pues no hay rincón al que Cristo no haya descendido y haya vencido. Hecho carne lo reconoceremos en todo hombre y mujer, en especial en los dolientes», añadía, a la vez que invitaba a todos a «ser heraldos de la buena noticia de que «en medio de la oscuridad brilla una luz porque un Niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, Dios con nosotros. Con él nace y renace la alegría».
Al término del acto, todos compartieron un dulce navideño.
A continuación les dejamos unas imágenes del acto. Pueden ampliarlas pinchando en ellas.