17 Nov “Se necesita un cambio en la mentalidad de los sacerdotes para que la parroquia cambie”
Nacido en Mirandilla, el 2 de mayo de 1968 y sacerdote de la archidiócesis de Mérida-Badajoz, Francisco José Andrades Ledo es en la actualidad Profesor en la Facultad de Teología de la UPSA y Profesor en el Máster de Doctrina Social de la Iglesia de la Fundación Pablo VI y la UPSA. Además, detenta distintos cargos en su archidiócesis, tanto a nivel pastoral como teológico. Ha sido el encargado de abrir el nuevo curso en la Formación Permanente del Clero con la conferencia La parroquia necesaria, pero llamada a su renovación. A continuación les ofrecemos la entrevista que concedió a Iglesia en Plasencia.
-Para los que no han podido asistir, ¿en qué han consistido sus dos conferencias?
-En presentar la parroquia como “comunidad de comunidades” y a su vez como una institución pastoral necesaria en la Iglesia, aunque para ser fiel a la misión encomendada necesitada de renovación, tanto en sus estructuras pastorales como en las actitudes evangelizadoras a desarrollar por todos sus miembros.
-Dice el propio título que la parroquia es necesaria, pero está llamada a su renovación. ¿En qué debe cambiar?
-En primer lugar, apostando por una actitud claramente evangelizadora. Se hace necesario en estos momentos una pastoral misionera, donde adquiera una importancia central la transmisión del evangelio de Jesucristo con carácter kerigmático, teniendo en cuenta que los destinatarios son tanto los creyentes que participan habitualmente de la actividad pastoral de la parroquia como quienes se sienten alejados de ella.
Es casi obligatorio apostar por una pastoral de primer anuncio, con una catequesis más kerigmática y mistagógica que doctrinal, con un deseo de acercamiento del mensaje liberador de Jesucristo al hombre contemporáneo, y muy presente en la vida del pueblo, inserta en medio de la sociedad, con una atención particular a los más débiles y necesitados de ella.
Otro elemento imprescindible hoy es la necesidad de la implicación de todos en la acción evangelizadora, de una forma corresponsable y con una apuesta más decidida por la implicación del laico en la parroquia.
Por otra parte, está la llamada a la conversión pastoral de las estructuras para que puedan tener una correcta atención pastoral.
-¿Qué características debe tener una parroquia para los nuevos tiempos y en qué puede ayudar en la sociedad actual?
-A mi modo de entender dos dimensiones: comunitaria y misionera. Comunitaria tanto en su interior como con otras parroquias del entorno, con la diócesis, con la Iglesia Universal, con el mundo, a quien acompaña en nombre de Jesucristo y con quien comparte gozos y esperanzas, tristezas y angustias (cf. GS 1).
De aquí dimana la segunda característica: misionera. La parroquia debe apostar por la cercanía y la acogida, por el anuncio amable y salvador del evangelio de Jesucristo, por la celebración gozosa de su muerte y resurrección y por la atención de los más vulnerables de la sociedad. La fraternidad y la misericordia son herramientas de transformación de la sociedad contemporánea y la parroquia puede aportarlas.
-¿Cómo se ayuda desde la parroquia a la Evangelización?
-Estableciendo la misma evangelización como lo esencial, pero más allá de lo meramente sacramental o catequético. Considero necesaria una opción decidida por una acción pastoral más diversificada, donde tiene cabida tanto el primer anuncio como el servicio a los más vulnerables, pasando por la implicación en la vida del pueblo, el acompañamiento de las personas, la creación de espacios para el encuentro y la vida compartida, el fomento de la formación y la oración. Para ello se hace obligatoria la organización y planificación pastoral, buscando la implicación de todos en la vida de la parroquia.
-¿Cuáles son los instrumentos para la comunión y participación de los fieles en la vida parroquial? ¿Cómo se puede potenciar?
-A nivel formal existen los consejos de pastoral y el de asuntos económicos. Pero no se puede quedar solo en ellos, sino que tienen que fomentarse todos aquellos espacios donde cualquier miembro pueda asumir una responsabilidad, desde la coordinación de las tareas catequéticas a la atención del despacho parroquial, la implicación en la atención socio-caritativa y la participación en la vida litúrgica (preparación de las celebraciones, compartir reflexión y oración sobre los textos bíblicos eucarísticos, canciones, ministros extraordinarios, lectores y acólitos, etc.). Para eso no puede faltar la formación necesaria.
-¿Cómo conseguir que los jóvenes en particular y la gente en general acuda a la parroquia?
-Esa es hoy la pregunta del millón, nada fácil de responder en pocas palabras. Requeriría un análisis detallado de las circunstancias actuales. Los hay, pero faltan medidas que respondan explícitamente a los datos que esos análisis nos aportan. Seguimos manteniendo en muchas ocasiones una pastoral que responde a una época ya superada, la de cristiandad, basada básicamente en el ofrecimiento de servicios religiosos, sacramentales en su mayoría, para un número de fieles cada vez más minoritario, dejando de atender a la demanda que procede de otros destinatarios necesitados del mensaje salvador de Cristo, pero que no participan habitualmente de la vida de la Iglesia. Por eso me permito apuntar que es fundamental hoy apostar por el primer anuncio y por la presencia sencilla y cercana de la parroquia en los espacios habituales de sus fieles.
-¿Qué cambios se necesitan cara al futuro? El papel del párroco
-He hablado estos días precisamente de la necesidad del cambio de mentalidad de los sacerdotes para que la parroquia pueda cambiar. De ellos depende en gran medida poder realizar la conversión pastoral y misionera que se requiere y a ellos compete iluminar y animar al resto de los fieles para participar en otra dinámica más evangelizadora.