DIOCESIS DE PLASENCIA | Los ritos de ordenación episcopal (II) -tercera parte-

11 Oct Los ritos de ordenación episcopal (II) -tercera parte-

Posted at 11:00h in Noticias by Roberto Fernández

Tercero y último de los artículos publicados en Iglesia en Plasencia en los que Francisco Torres, profesor de Liturgia, explica el rito de ordenación episcopal con motivo de la llegada a Plasencia el sábado de don Ernesto Brotóns como nuevo Obispo de la Diócesis.

Los ritos de ordenación episcopal (II)

Sigue la Ordenación episcopal con la entrega del anillo, presente en el s. IV. El primer testimonio de un rito litúrgico de entrega de un anillo episcopal en la ordenación lo encontramos en el s. VII y proviene de España, en concreto en el concilio IV de Toledo (633). En la actual fórmula litúrgica de la entrega e imposición del anillo se ha conservado el simbolismo nupcial: el obispo se desposa con la Iglesia.

Tras el anillo, se le entrega la mitra. El origen de este ornamento pontificio esta en una prenda usada en la vida ordinaria por parte del emperador o de los funcionarios de la corte. En los primeros siglos del cristianismo ni obispos ni presbíteros cristianos usaron prenda alguna en la cabeza durante el servicio litúrgico, por lo que podemos suponer que al convertirse el cristianismo en religión oficial del imperio, al obtener, los obispos, la equiparación como funcionarios del estado y por tanto sus prerrogativas; también asumieran las vestiduras y ornamentos que el cargo aparejaba, y de ahí, también, la mitra. Hoy se impone la mitra con una fórmula litúrgica que la describe como símbolo de autoridad, de potestad de gobierno. Sin embargo, la autoridad del obispo brilla por la santidad de vida y del modo con que la ejerza. La mitra es una corona terrenal y simbólica, por eso la verdadera corona que hay que perseguir es la inmarcesible que dará Jesucristo el último día.

Le sigue la entrega del báculo como signo de autoridad que proviene de Dios (cf. Ex 4, 17.20) y de caudillaje del pueblo (cf. Sal 23,4). El primer testimonio de un rito litúrgico de entrega del mismo lo hallamos en el s. VII en España en la consagración de un abad. Será en el IV Concilio de Toledo y san Isidoro de Sevilla quienes lo refieran como símbolo de la autoridad episcopal. Esta insignia pontificia nunca ha sido despojado de su significado: autoridad, gobierno y guía.

Actualmente, la fórmula, tomada de Hch 20,28, manifiesta que el obispo es pastor de la Iglesia, alguien a quien Jesucristo ha puesto al frente de su pueblo. Un hombre ungido y designado por el Espíritu Santo para cuidar con amor de cada uno de los miembros de este rebaño. El báculo ha de ser usado con severidad, justicia y dulzura. Con el báculo se debe enderezar el camino de las ovejas descarriadas y golpear con fuerza y decisión a los lobos que vendrán para desestabilizar y matar al rebaño. El obispo custodiará la integridad del rebaño alimentándolo con el pasto de la doctrina y de la Eucaristía; combatirá a los enemigos que siembran la confusión y el caos entre sus filas.

Por último, la Ordenación se cierra con la toma de posesión de la cátedra. El consagrante principal invita al nuevo obispo a instalarse en la catedra, el lugar desde donde presidirá, hablará e instruirá al pueblo de Dios que le ha sido encomendado. Seguidamente pasan todos los obispos asistentes y le dan el abrazo o beso de paz que tiene el sentido de agregación a un colegio o cuerpo.

Poco más hay que añadir a estas líneas sobre el obispo y la ordenación episcopal. Solamente queda que el próximo 15 de octubre acudamos todos los que podamos a recibir a nuestro nuevo obispo, a don Ernesto Jesús Brotons Tena. Oremos por él y con él. Disfrutemos de todos estos ritos y fórmulas litúrgicas. Bienvenido, pues, don Ernesto a nuestra, y desde el día 15 de octubre suya, Iglesia de Plasencia. Bienvenido a un pueblo con historia y con mucho amor a Dios y a su Madre santísima. Que ella, la Virgen de Guadalupe, le proteja y le ampare en su pontificado. Dios le Bendiga.