12 Abr Misa Crismal en San Nicolás
Celebración de la Misa Crismal en la catedral (Archivo).
El Miércoles Santo, como es tradición en nuestra diócesis, se celebrará la Misa Crismal en San Nicolás a las doce de la mañana. La ceremonia religiosa, reunirá a los sacerdotes de la Diócesis y será presidida por monseñor Ciriaco Benavente. La Misa Crismal es un acto religioso que celebra el Obispo con todos los sacerdotes y diáconos de su Diócesis. En esta Eucaristía el obispo consagrará el Santo Crisma y bendecirá los óleos de los catecúmenos y de los enfermos. La Misa Crismal es considerada una ocasión para reunir a todo el presbiterio alrededor de su obispo y hacer de la celebración una fiesta del sacerdocio en la que los prelados renuevan sus promesas sacerdotales.
Celebración litúrgica
Don Miguel Ángel Ventanas Franco, secretario diocesano de Liturgia y Animación Espiritual, explica en qué consiste la celebración litúrgica de la Misa Crismal.
En la mañana del Jueves Santo, o por motivos pastorales en alguno de los días precedentes de la Semana Santa, se celebra de solemne Misa Crismal en todas las catedrales del mundo. A ella es convocado el pueblo de Dios, presidido por sus pastores, para la bendición de los Santos óleos y para la confección del Santo Crisma que realiza el obispo en cada diócesis.
Tras la proclamación de la palabra de Dios en la que Jesús es presentado como el ungido del Padre para anunciar el Evangelio a los pobres (Lc 4, 16-21) que por el bautismo ha hecho de nosotros un pueblo de profetas, sacerdotes y reyes llamados a hacer de toda nuestra vida una ofrenda agradable a Dios.
Terminada la liturgia de la Palabra los sacerdotes renuevan las promesas de su ordenación, rito que fue introducido por el papa San Pablo VI en la reforma litúrgica y que dio a esta Misa un fuerte carácter sacerdotal a la vez que invita al pueblo de Dios a orar por la santidad de sus pastores. Todos los bautizados participamos del sacerdocio real, por eso podemos orar por otros, ofrecer sacrificios y colaborar así con Cristo a la redención del mundo. Pero quiso el Señor que su santo sacrificio (la Eucaristía), se perpetuara en la historia, que su misericordia se hiciera “carne” en medio del mundo. Por ello, para perpetuar su sagrada misión “eligió a hombres de este pueblo para que por la imposición de las manos participaran de su sagrada misión” (prefacio), hombres que además Cristo trata “con amor de hermano” y a través de los cuales sigue haciendo presente en el mundo su salvación.
En la presentación de los dones, junto al pan y el vino, son llevados también los aceites y aromas que servirán para los santos óleos necesarios para la celebración de los sacramentos. El aceite en toda la Escritura ha tenido un valor muy especial. Con aceite se ungían a los reyes, profetas y sacerdotes. El aceite es un signo de fortaleza, de consuelo, de bendición, de elección divina… Todo esto se hace patente en los sacramentos de la Iglesia, especialmente en los sacramentos en los que se usan los óleos y por supuesto el crisma.
Comienza entonces el sagrado rito de la bendición de los santos óleos y de la consagración del Crisma, aunque también puede realizarse en otros momentos de la liturgia eucarística según tradición memorable.
– Óleo de los Enfermos: Es el aceite que se usa en el sacramento de la unción de los enfermos. En este caso el aceite es signo y señal de alivio en la enfermedad. Con este sacramento Cristo se hace compañero en la enfermedad y realiza su oficio de consolar.
Con el óleo la Iglesia consuela al que sufre y le recuerda que Cristo es salud y alegría del que se sabe unir a su cruz con amor y con generosidad.
– Óleo de los Catecúmenos: Este aceite bendecido se usa dentro del rito del sacramento del bautismo. En este caso el aceite es signo y señal de fortaleza ante las asechanzas del mal. Con él son señalados los que han sido llamados a la fe y que, con la gracia bautismal, se han de incorporar a la familia santa de la Iglesia.
– El Santo Crisma, aceite enriquecido con aromas, es signo de la unción del Espíritu Santo. Con él serán consagrados al Señor los Bautizados, los confirmados, los presbíteros, los Obispos, las Iglesias, los altares. Renovaremos así nuestra vocación de pueblo elegido y santificado por el Señor. El Obispo soplará sobre el crisma evocando uno de los gestos con los que la Iglesia quiere significar la transmisión del Espíritu Paráclito que todo lo renueva y santifica
La Misa Crismal, que convoca a toda la iglesia local, celebra el sacerdocio real de los fieles, al servicio del cual el obispo-junto con los presbíteros- renuevan las promesas sacerdotales y agradecen al Señor el ministerio al cual han sido llamados. Los Santos óleos, distribuidos por las diócesis son fruto de la Pascua y signo de comunión en los bienes espirituales.