14 de septiembre. Exaltación de la Santa Cruz

14 de septiembre. Exaltación de la Santa Cruz

El 13 de septiembre del año 335 se dedicó en Jerusalén la iglesia de la Resurrección y del Martyrium. Al día siguiente, en una solemne ceremonia, se expuso la cruz que la emperatriz Elena había encontrado el 14 de septiembre de 320. En el año 614, Cosroe II, rey de los persas, declara la guerra al imperio bizantino. Tras ocupar Jerusalén, se llevó, entre sus tesoros, la Cruz de Jesús. El emperador Heraclio propuso la paz a Cosroe, pero éste rechazó la oferta. Ante la negativa, Heraclio le hizo la guerra, y en el año 627 venció la batalla de Nínive. Tras la caída de Cosroe, Heraclio exigió a su sucesor la devolución de la Cruz, que regresó así a Jerusalén. En este día no se exalta la crueldad de la Cruz, sino el Amor que Dios manifestó a los hombres al aceptar morir en la Cruz: «Aunque era Dios, Cristo se humilló haciéndose siervo. Esta es la gloria de la Cruz de Jesús» (Papa Francisco).

Con motivo de esta festividad, con la ayuda de don Miguel Ángel Ventanas, delegado de Liturgia y Animación a la Oración y canónigo de la SI Catedral, prefecto de música, recopilamos el origen de esta celebración.

“No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”, escribió Benedicto XVI en su Encíclica Deus Caritas est. El Evangelio que la liturgia nos ofrece en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz muestra que Dios quiere construir una relación de amor con cada persona: se ofrece en su Hijo Jesús, elevado en la Cruz.

Levantar los ojos hacia Dios sugiere una verdad importante: estamos invitados a relacionarnos con Él. Hay que dejar de encerrarse en uno mismo alimentando inútiles sentimientos de culpa y olvidando que «si el corazón nos condena, Dios es más grande que nuestro corazón» (1 Jn 3,19). Hemos de levantar la mirada aprendiendo a poner todas las preocupaciones en manos de Dios. Levantar la mirada no debe suscitar miedo sino gratitud, porque la Cruz es la medida del amor con que Dios ama a sus hijos. Es la Misericordia de Dios la que ilumina las noches de la vida y permite continuar el camino.

*Esta fiesta, con distintos títulos, se celebra en multitud de pueblos de nuestra diócesis, especialmente en Serradilla el Santísimo Cristo de la Victoria y en las comarcas de la Vera, el Valle del Jerte y el del Ambroz.

Y lo hace a través de sus distintas devociones a municipios como Cantagallo (Cristo de las Batallas); Sorihuela (Cristo de Valvanera); Santísimo Cristo de la Salud (Hervás); Santísimo cristo de la Victoria (Casas del Monte); Cristo de la Salud (Jarilla); Santísimo Cristo del Perdón (Campo Lugar); Cristo de la Humildad (Peraleda de la Mata); Santísimo Cristo de la Capilla (patrón de Orellana La Vieja); Valverde de la Vera (Cristo del Humilladero); Serradilla (Santísimo Cristo de la Victoria); Guareña (Cristo de las Aguas); en Valdastillas; Saucedilla (Cristo de la Humildad).… Por poner sólo algunos ejemplos.