14 Dic 14 de diciembre: San Juan de la Cruz, sacerdote y Doctor de la Iglesia, Carmelita Descalzo
La Iglesia celebra hoy, sábado 14 de diciembre, la Festividad de San Juan de la Cruz y, con la ayuda de don Miguel Ángel Ventanas, delegado de Liturgia y Animación a la Oración y canónigo de la SI Catedral, prefecto de música, nos adentramos en su figura.
La vocación religiosa y la llamada al Carmelo fueron claras en la vida de San Juan –en ese siglo Juan de Yepes Álvarez, hijo de una pareja pobre de la vieja Castilla, cerca de Ávila– ya al final de su formación. Tenía dieciocho años y salía del Colegio de los Jesuitas de Medina del Campo, donde había estudiado ciencias humanas, retórica y lenguas clásicas: era el 1563.
Enseguida se dio el encuentro con Teresa de Jesús que cambio la vida de ambos. Juan la conoció de sacerdote y enseguida fue involucrado y fascinado por su plan de reforma del Carmelo, también en la rama masculina de la Orden. Trabajaron juntos compartiendo ideales y propuestas y juntos inauguraron la primera casa de Carmelitas Descalzos, en 1568 en Duruelo, en la provincia de Ávila. Fue en esa ocasión que, formando junto a otros la primera comunidad masculina reformada, San Juan adoptó el nuevo nombre, “de la Cruz”, con el cual será enseguida conocido universalmente. Hacia finales de 1572, por petición de Santa Teresa, Juan de la Cruz se hizo confesor y vicario del monasterio de la Encarnación de Ávila, donde la Santa era priora. Pero no todo fue fácil: la adhesión a la reforma implicó al Santo la encarcelación por diversos meses a causa de acusaciones injustas. Logró escapar de modo intrépido, gracias a la ayuda de Santa Teresa, después de haber recuperado las fuerzas inició un largo camino de encargos, hasta la muerte después de una larga enfermedad y enormes sufrimientos. San Juan se despidió de sus hermanos mientras recitaba el Oficio matutino en Úbeda (Jaén), entre el 13 y 14 de diciembre de 1591. Sus últimas palabras fueron: “Hoy voy a cantar el Oficio en el cielo”. Sus restos fueron trasladados a Segovia. San Juan de la Cruz fue beatificado por el Papa Clemente X en 1675 y canonizado por el Papa Benedicto XIII en 1726.
San Juan de la Cruz tuvo una vida muy dura, aceptó persecuciones y sufrimientos sea en su actividad reformadora sea en el periodo de encarcelación, y sin embargo fue justamente en los momentos más difíciles que dio a la luz sus obras más bellas. Benedicto XVI ha hablado como de “uno de los más importantes poetas líricos de la literatura española” indicando la finalidad de su vasta y profunda doctrina al “describir un camino seguro para alcanzar la santidad, el estado de perfección a la cual Dios nos llama a todos nosotros”. Este camino, el Santo español lo imaginaba como el subir a una montaña a lo largo del cual el hombre debe afrontar con valentía y paciencia una “purificación” profunda de los sentidos y del espíritu. No se trata de simples privaciones físicas de las cosas o de su uso; lo que hace el alma pura y libre, en cambio, es eliminar toda dependencia desordenada de las cosas y poner todo en Dios como centro y fin de la vida. El gran místico y teólogo español afirmaba que si el alma quiere el Todo (Dios), debe empeñarse en dejar todo y querer ser nada. Una de sus frases más celebres al respecto es: “Para venir a lo que no eres, has de ir por donde no eres. Para venir a poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada. Para venir a serlo todo, no quieras ser algo en nada”. Naturalmente para San Juan no se trataba tanto de renunciar a algo, sino de amar a Alguien.
* En nuestra diócesis se celebra con solemnidad en los monasterios carmelitas de Don Benito y Plasencia.
* El pasado jueves, 12 de diciembre, se celebró en el Teologado de Ávila en Salamanca la tradicional y entrañable fiesta de su patrón San Juan de la Cruz. Acompañaron a la comunidad formativa los obispos de Ávila, D. Jesús Rico, de Ciudad Rodrigo y Salamanca, D. José Luis Retana, y de Plasencia, D. Ernesto Brotons. También participaron en los actos el cardenal D. Ricardo Blázquez (que fue el encargado de impartir la lección académica), además de alguno de los rectores de los seminarios presentes en la comunidad, sacerdotes, profesores y alumnos de la Facultad de Teología. Monseñor Brotóns presidió la Eucaristía. En su homilía, destacó tres rasgos del santo carmelita, inspirándose en la carta del papa a los nuevos cardenales citando a un poeta argentino: “ojos alzados” (para mirar con la mirada misericordiosa de Jesús), “manos juntas” (para cultivar el “trato de amistad” con el Señor en la oración) y “pies desnudos” (para “tocar” con las propias manos el sufrimiento de nuestra gente y de la humanidad).