24 Jun Saludo del Administrador Diocesano
Saludo afectuosamente a los Eminentísimos Señores Cardenales, a los Excelentísimos y Reverendísimos señores arzobispos y obispos; a los hermanos sacerdotes, a los miembros de los institutos de vida consagrada y asociaciones de vida apostólica, a las autoridades civiles y militares. Reciban mi cordial saludo todos los presentes en nuestras catedrales y todos aquellos que estáis unidos a nosotros a través de radio y televisión, participando en esta liturgia, que llena de gozo y esperanza a nuestra Diócesis de Plasencia.
Doy gracias a Dios por haber llevado en su corazón a quien hoy va a ser ordenado sucesor de los Apóstoles y haberlo acompañado y preparado para ser nuestro pastor; al Papa Francisco quien, dejándose guiar por la voz del Espíritu Santo, lo ha nombrado Obispo de esta porción de la Iglesia que peregrina en Plasencia; y a usted D. José Luis que, dejando su querida parroquia de san Pedro Bautista, su querido Centro de educación especial de Martiherrero y su querida diócesis de Ávila, aceptó venir a nuestra tierra para fortalecer la fe, alentar la esperanza y robustecer la caridad de sus nuevos diocesanos.
Ávila y Plasencia, Plasencia y Ávila han tenido frecuente relación por distintos motivos. El Papa Clemente III, que erige canónicamente el obispado de Plasencia, en documento dirigido al Obispo abulense fechado en Letrán el 1 de julio de 1188, confirma el derecho de Ávila sobre Plasencia. “Es evidente, escribe Francisco González Cuesta en su Episcopologio, que todavía no se había creado la diócesis placentina”. Después ha habido cambios de límites que afectaban a territorios que unas veces eran de Ávila y otras de Plasencia; hasta el último llevado a cabo en el siglo XX.
Por otra parte, también en el siglo pasado, un sacerdote del presbiterio placentino fue Obispo de Ávila, Monseñor Felipe Fernández, que descansa en la Paz del Señor, de cuyas manos recibió usted la ordenación sacerdotal, y uno del presbiterio abulense lo fue de Plasencia, Monseñor Carlos López, en la actualidad obispo de Salamanca, felizmente aquí con nosotros esta mañana. Hoy, de nuevo, tenemos la alegría de recibirle a usted, precioso fruto del presbiterio abulense.
Su, desde hoy, diócesis placentina tiene tierras y gentes castellanas, limítrofes de Ávila, y se extiende desde el norte al sur de Extremadura, a lo largo de trescientos kilómetros. Idiosincrasias diversas que enriquecen el conjunto, no sólo por el variado paisaje y clima, sino principalmente por las brillantes cualidades de sus gentes. Nuestra Diócesis está sembrada de veneradas imágenes de María, estrella de la Evangelización, y garantía de fidelidad a Jesucristo, su hijo. La diócesis placentina goza de la protección de una familia de santos, pues tiene como patronos a san Fulgencio y a su hermana santa Florentina, cuyas reliquias se custodian en Berzocana, hermanos de san Leandro y de san Isidoro. Son nuestros valiosos protectores de las familias en el camino de la fe y en la educación cristina de los hijos para que sigan su ejemplo de santidad familiar.
Participamos de las cualidades y defectos de este mundo globalizado. El Papa Francisco, en el discurso al Foro Internacional de Acción Católica de 27 de abril de este año, decía: “Eviten caer en la tentación perfeccionista de la eterna preparación para la misión y de los eternos análisis que cuando se terminan ya pasaron de moda o están desactualizados”; haciéndole caso, no voy a hacer ningún análisis de nuestra realidad.
Sí manifiesto, con palabras del Papa en el mismo discurso, lo que pedimos, deseamos y ofrecemos. Dice el Papa: “El ejemplo es Jesús con los apóstoles: los enviaba con lo que tenían. Después los volvía a reunir y los ayudaba a discernir sobre lo que vivieron”. Sacerdotes y fieles estamos dispuestos a ser enviados por nuestro Obispo con lo que tenemos, y queremos que nos vuelva a reunir para ayudarnos a discernir lo que hayamos vivido.
Sabemos que usted confía y siente la necesidad de la colaboración sincera del clero y laicos de esta Diócesis. Pido a Dios y a su querida Madre nos conceda un corazón abierto y acogedor para no defraudarle en su legítima esperanza.
Que nuestro espíritu mire hoy especialmente a nuestro futuro, no quiere decir que olvidemos o menospreciemos el pasado. Hemos agradecido y seguimos agradeciendo a Dios la labor pastoral de nuestros últimos Obispos y, de modo especial, por la inmediatez, de D. Amadeo, que hace poco más de un año fue nombrado Obispo de Jaén. D. Carlos convocó un sínodo que continuó D. Amadeo, y dio, y esperamos que siga dando, abundantes frutos pastorales. Es un regalo de Dios que no se pierda la siembra. El Señor hace posible que unos recojan el fruto de lo que otros sembraron, y así se alegren tanto el que siembra como el que siega.
Hoy es un día de esperanza para nuestra Diócesis de Plasencia. Algunos textos del profeta Isaías pueden iluminar el momento que estamos viviendo: Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de conocimiento del Señor… Cantad al Señor porque ha hecho maravillas… Confiad siempre en el Señor, que Él es la roca perpetua.
Enhorabuena D. José Luis, enhorabuena sacerdotes y fieles de la diócesis de Plasencia porque el Señor no abandona a su pueblo, ha escuchado nuestra oración y nos ha concedido un pastor según su corazón. Bendito sea el Señor.